El origen de la civilización asentada a principios del siglo IV (a.C,) en la zona conocida actualmente como “Bujerillo”, se desconoce completamente. Los pocos restos encontrados, y no precisamente en su zona de asentamiento, parece ser, según algunos estudiosos del tema, que tienen fuertes influencias griegas y fenicias. Otros en cambio, se han atrevido a afirmar que podían haber sido el resultado de una pequeña escisión, antes de su total desaparición, de la enigmática civilización tartésica.
Lo que con toda seguridad sí se puede establecer, es que fue de este pequeño asentamiento “Bujerilius” (entre doscientas y quinientas personas), que es como se le conocería siglos más tardes en la civilización romana, donde, tras duras y encarnizadas luchas fratricidas, surgió un pequeño grupo (compuesto por treinta o cuarenta familias), que tras sentirse perdedores, y ante la falta de suministros y materias primas en la zona, decidieron emprender un largo peregrinar hacia un “no sabe dónde”
Con rumbo norte-nordeste, cruzaron toda la península ibérica en busca de un asentamiento que le proveyesen, aunque fuesen tan solo para subsistir, de los alimentos necesarios para intentar mitigar las malas condiciones por las que pasaron en su nunca olvidado Bujerilius.
Mientras que algunas de esas familias cruzaron la cadena pirenaica por el paso de Roncesvalles, hasta asentarse en la Helvetia (actual Suiza) unos, y en la Germania (actual Alemania) otros, el grueso del grupo emigrante se asentó en una zona, a caballo entre las actuales Barcelona y Gerona, en la comarca del Vallés, a la que los romanos, siglos más tarde, y tras integrarse con el pueblo Layetano, llamaron Sancelonense.
Son muchos las pruebas y vestigios que demuestran la continua añoranza que estos pobladores de la Sancelonense, tenían de su Bujerilius, hasta el punto que, tras muchos esfuerzos, y a pesar que algunos de sus miembros mantuvieron de por vida grandes diferencias con algunos de los bujerillonenses, consiguieron, poco antes de la dominación romana, y tras un ir y venir de sus emisarios, volver a reunirse y confraternizar alrededor de una buena cazuela, en compañía de layetanos y lacetanos.
Por último, y aunque se tiene constancia de que miembros de la civilización bujeríllica se extendieron por toda la península ibérica, no con la intensidad que lo hicieron en la Sancelonense, es de destacar algún que otro asentamiento en el seno de la civilización lusitana (concretamente en su parte más oriental) y en el seno de la cultura conocida como de los Vetones, algo más al norte que la anterior, donde se especializaron en el secado y salado de las piernas de cerdos.
Domingo
Yase algo mas sobre zonas de mi pueblo..gracias domingi
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