martes, 11 de noviembre de 2014

YOGUI Y BUBU


Analizar los casos de corrupción en este bendito suelo patrio es para echarse a llorar, por lo que yo, persona que no se defiende nada bien en las aguas de las pesquisas y de la investigación, voy a dejar este asunto en manos de los profesionales del campo, es decir, en las manos de la judicatura y de las fuerzas y cuerpos de seguridad. Yo a lo mío, que no es otra cosa que la búsqueda perenne de esas musas amigas del extravío y de su paupérrimo flirteo conmigo.

Días pasados, buscando echar la cabezada rutinaria post almuerzo, pasadas ya cuatro horas desde el mediodía, tuve la suerte de asistir a la proyección en tv2 de un documental que trataba sobre el parque nacional de Yellowstone, en el estado norteamericano de Wyoming. Si me preguntáis pormenores sobre el documental, tengo que reconocer que no podría entrar en detalles, ya que Morfeo, no con mucha insistencia, ya que me costó cierto trabajo llegar hasta él, no cejaba en llamar timidamente mi atención. Lo que sí puedo decir es que lo primero que se me vino a la mente nada más ver el nombre de Yellowstone, fue la figura para mí inolvidable de Yogui, aquel oso que en compañía de su amigo de correrías, Bubu, eran el terror de los excursionistas y de sus cestas de comida. Y fue precisamente con la imagen de Yogui, con la que quiero recordar que llegué hasta los brazos de Morfeo, teniendo durante el corto espacio de tiempo en el que me deleité con el mecido de sus brazos, un dulce sueño que, sin muchos detalles, trataré de reconstruir.

“Veía como la pareja de osos, Yogui y Bubu, merodeaban por los alrededores de una familia de nacionalidad alemana que, tras visitar las ruinas de Machu Pichu, en el Perú, había marcado en su viaje desde Munich, conocer el parque Yellowstone. Esta familia, lógicamente, hablaban entre ellos el idioma alemán, razón ésta por la que los intrépidos osos, familiarizados con la lengua anglosajona, estaban algo descontrolados. Harto ya de tan larga espera y cansado de lo que para él era un galimatías, Yogui ordenó a Bubu que saliese al claro del bosque para llamar la atención de los teutones, mientras que él, aprovechando la confusión, saldría de entre los matorrales y las enredaderas para sisar la cesta repleta de sandwiches y auténticas salchichas alemanas. Así fue. Bubu comenzó a llamar la atención a cierta distancia de los miembros de la familia germana, escuchándose como un trueno el vozarrón de la matriarca que compelía insistentemente a su marido, repitiendo siempre la misma frase: “schlug ihn mit dem Gürtel, schlug ihn mit dem Gürtel”, que traducido al español significa “pégale con el cinturón, pégale con el cinturón”. Así, mientras que Bubu llamaba la atención de Ralf y Ángela, que así se llamaban el matrimonio muniqués, Yogui se llevaba la cesta de comida con la pachorra que le caracterizaba.
Una vez dejado atrás a Ralf, y ya establecidos en su casita de madera en el interior de un sauce llorón, los dos plantígrados comenzaron a dar cuenta del interior de la cesta. Pero esta cesta no era como las que ellos estaban acostumbrados a escamotear; ésta, además de ocho sandwiches de tamaño descomunal y dos docenas de mayúsculas salchichas, contenía una botella de tinto de la bodega Emperador, considerada la bodega más alta del mundo (3400 m, en los altos del Perú), dos manzanas (malus domestica) y una granada (púnica granatum) para postre. Además de la copiosa comida, dentro del cesto había una bolsa de plástico transparente, en cuyo interior se encontraba una madeja de lana de color azul con la que la matriarca alemana estaba haciendo una bufanda a su hija adoptiva, Erika, una pequeña videoconsola con un cartucho del juego de pokemon, además de tres libros, entre los que destacaba por sus cubiertas de colores vivos, uno de cocina malaya).
Con el contenido de la cesta birlada a los alemanes, los buenos de Yogui y Bubu pasaron un día completo, en el que, además de llenarse bien sus orondas barrigas, probaron el vino peruano, jugaron con Pikachu, Charmander, Pachi y otros pokemon, contribuyeron a que Erika se quedara sin bufanda, ya que esparcieron por todas las ramas de su sauce llorón toda la madeja de lana, y por último, hicieron avioncitos de papel con las hojas del libro de cocina malaya.”

Vaya sueño que tuve, y eso que no me acordaba de él.

Y se acabaron los sueños e imaginaciones. Ahora, por desgracia, a volver a oír caso tras caso de corrupción. Tras distintas operaciones policiales se han destapado algunas (yogui, malaya, emperador, gürtel, púnica, pokemon, madeja, enredadera), pero, ¿cuántas tendremos que soportar todavía?

 País, país.


Powered By Blogger