miércoles, 20 de febrero de 2013

PEINETAS.


El pasado domingo, anteayer, en los prolegómenos del partido que jugó el Betis en el campo del Español de Barcelona, me enteré que el día anterior había muerto la gran Marifé de Triana. Qué puedo decir yo, un analfabeto de la copla, un palurdo de la canción española, de esa gran artista. Qué puedo decir yo de unos de los pilares fundamentales de la copla que no hayan dicho ya los entendidos del tema o los que se suben al carro del momento y se la dan de más entendidos que quienes lo son. Yo lo único que puedo decir es que, a mi modesto entender, llevó la peineta como nadie. Con qué finura y elegancia supo llevar este complemento flamenco por todo el mundo.

Ahora bien, qué me podéis decir de cómo llevaba la peineta nuestra Lola Flores, de cómo la movía por los escenarios. Nunca una peineta sintió que la moviesen con tanta gracia y con tanto salero como lo hizo doña Lola Flores. Aunque a decir verdad, doña Lola, se pusiese lo que se pusiese en la cabeza, bien una peineta, un clavel o una rosa, hacía del complemento que llevase en la cabeza, un apéndice suyo: puro arte.

No ha habido flamenca ni tonadillera que no haya subido a las tablas sin una peineta, aunque quien ha sabido sacar más partido de ella, caracterizándose por los múltiples modelos utilizados, ha sido la onubense Martirio, antigua componente del grupo Jarcha y de Veneno (junto a Kiko Veneno y Raimundo Amador). Martirio, una vez en solitario, por los años 80, no subió nunca a un escenario sin ir acompañada de unas gafas oscuras y de una peineta.

Pero me vais a perdonar los seguidores de Marifé, de Lola o de Martirio, pero para mí, mujer guapa y sabiendo llevar una peineta, la madrina que lleva al altar a su hijo. Eso sí que es arte y elegancia.

No obstante, y a pesar que en casi todas las madrinas y en casi todas las ferias, son las peinetas el complemento que más acompañan a la mujer española, últimamente están tomando mucha importancia y renombre otro tipo de peinetas. Son peinetas de mal gusto, desprovistas de estilismo y cargadas de odio y de impotencia, siendo lo peor de todo, y siempre a mi modesto entender, que no se critican ni se cargan contra ellas como se debiera; todo lo contrario, cuando la utilizan algún que otro personaje (para mí, personajillo, por haberla utilizado), y por los medios de comunicación, lo que hacen es analizar más el hecho que motivó que la utilizaran, que el haberla utilizado.

Mientras que las que llevan nuestras mujeres lo que persiguen es enaltecer su figura, intentando que resalte su estilismo y elegancia, las que dibujan en el aire esos "personajillos" y "personajillas" lo que consiguen es caer en manifestaciones obscenas, creyendo sus hacedores que el corte de mangas que dedican, lo hacen con estilo, clase y elegancia; muy equivocados que están.

Enumerar los personajes públicos que engrosan el largo listado de "peineteros" sería tarea extensa. Pero a "bote pronto", recuerdo aquella que hizo Luis Aragonés en el 92 cuando era entrenador del Atlético de Madrid, o aquella otra que hizo José María Aznar en 2010 y dirigida a estudiantes de la Universidad de Oviedo, o aquélla otra, y con ésta termino, que "parece" que hizo S.M. el Rey cuando en una visita al País Vasco le increpaban algunos grupos radicales.

Perdonen, perdonen, no se me podía olvidar. Me refiero a la peineta que está "rulando" en la actualidad por todos los medios de comunicación y a la que hacen mención todos los periodistas: me refiero a la que hizo a su llegada de Canadá el "presunto" donador de sobres, el tal señor Bárcenas. Presuntamente, y repito, presuntamente, lo de este dadivoso señor no tiene nombre.

Resumiendo, podemos decir que eso de llevar y hacer peinetas es una costumbre muy, muy celtibérica.
Domingo
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