Volviendo a la práctica de matar los
minutos en el parking de un centro comercial (en esta ocasión al aire libre sin
poner en modo ON el climatizador del vehículo), dejándome languidecer por los
acordes del maestro Aute mientras le ofrecía un helado de fresa a su vieja
amiga (o lo que fuese) y deseando con todas mis fuerzas que no me den las
cuatro y diez (son ahora las tres y
dieciséis) en esta cada vez más larga y tediosa espera, me enfrento al
garabateo de este bloc de espiral que tenía olvidado ya desde que anunciaron
que comenzaba el verano. Un bloc que tantos momentos agradables me ha dado, que
tantas ilusiones hizo crecer en mi interior, y que definitivamente estoy
convencido que me relaja más que el tecleo del PC.
Pues sí, me es más fácil desembarcar
mis ideas deslizando el Bic de punta fina comprado en la librería de mi barrio,
que tener que buscar la secuencia de las teclas para plasmar en el papel las
ideas que inundan en este momento mi mollera, y que cuando le despojé del
capuchón al punta fina, no había ni asomo de ellas que pulularan por mi mente.
Y así es. Esta punta fina, a la que hay que darle un mimo especial para que
siga deslizándose con esa elegancia que le caracteriza, esa misma, y a la punta
fina me refiero, en este corto espacio de tiempo se ha convertido en una
perfecta extensión de mí, no sabiendo distinguir si forma parte de mi mano, de
mi brazo o de mi mente.
Y sin saber porqué, ya que no ha
existido una primitiva intención de hacerlo, aprovecho la ocasión para
reivindicar la escritura inventiva a mano, eso sí, sin un ápice de crítica a
los amantes de las teclas para plasmar sus historias y vivencias, todo ello sin
poder quitarme de la mollera (me encanta esta palabra), el momento tan dulce
que deben de estar viviendo mis amigos, como miércoles que es, deleitándose con
una buena alboronía cocinada en una Thermomix. Por ellos, por la escritura a
mano y por mi vuelta a estos ruedos, os anuncio mi felicidad en este momento.
Por cierto, son las cuatro menos veintitrés. Peor podía haber sido la cosa.