“Pena me da la construcción. Nadie, absolutamente nadie podía
imaginar hace diez, quince, veinte o incluso treinta años, o más,
que los albañiles íbamos a tener un presente, y no digamos ya un
futuro, tan negro como el que se nos ha presentado. Porque está
claro que el problema los tenemos los albañiles, problema
impensable ni por las mentes más privilegiadas y “privilegiosas”
de nuestro bendito país, hasta hace bien poco. Y me centro en los
albañiles porque el problema que se nos ha presentado es solo y
exclusivamente nuestro.
Sí, tenemos otros que compartimos con el constructor, con el
escayolista o con el fontanero, por poner un ejemplo, pero el
nuestro, es solo nuestro”.
Estas fueron las palabras que esta pasada tarde me decía mi amigo
Pedro “el americanito”, que todo lo reducido que es de estatura,
lo es de grande como albañil, y nos digamos ya de buena persona.
Y le tengo que dar toda la razón a lo que me decía, porque lo que
le están intentando quitar de un plumazo a este gremio, no tiene
nombre.
“Se construirán menos bloques, menos urbanizaciones”, como él
me decía, “pero íbamos capeando el temporal con las cuatro
chapuzas que nos salían. Pero esto de ahora; esto de ahora es para
mandarlo todo al c.....”.
Yo me reía cuando me lo contaba, pero ahora en frío, le doy toda la
razón, ya que no hay derecho lo que le quieran arrebatar por, creo
yo, un simple capricho. ¿No se da cuenta que lo que le quiere birlar de cuajo forma parte de los albañiles? Sin esa parte tan suya, podemos
llamarlos como queramos; de todo, menos albañiles.
Lo digo alto y claro: ese robo, ese timo, ese atraco con
premeditación, creo que con alevosía, y quiero pensar que no sea
con nocturnidad, es cargarse de un plumazo una norma sin rango de
ley, pero norma al fin y al cabo.
A ver, esos hombres y mujeres del mundo de la justicia, tan amantes
que sois, cuando os conviene, del derecho consuetudinario como fuente
del Derecho, os exhorto a detener esta tropelía. Haced algo pronto y
sin dilación, que si esto sigue “palante”, sería como ir a una
verbena en el Retiro madrileño y no moverte a ritmo de chotis, o ir
a una feria de Sevilla y no bailar una sevillana, o, aprovechando mi
amor a la Tacita de Plata, ir a los carnavales gaditanos y no oír un
buen cuplé.
Porque
si, señoras y señores letrados, señoras y señores fiscales,
señoras y señores de la judicatura, ¿os imagináis lo que sería
pasar por una obra, de esas pocas que hay ahora, y no se oiga un buen
piropo al paso de una mujer? De verdad, no me lo imagino. Pues a ver
si hacéis entrar en razones a la honorable señora Presidenta
del observatorio contra la Violencia de Género del CGPJ.