martes, 26 de abril de 2016

OTRA DE CUERNOS.

¡Otra de cuernos!


OTRA DE CUERNOS ¡¡¡

Después de la extensa polémica sobre si “toro sí” o si “toro no” y, siguiendo con los cuernos, esta mañana me he acordado de tod@s l@s bornich@s.
Antes de irse mi mujer a trabajar, me dice: “Domin, que así me llama, al igual que mi madre y mis hermanos/as, todo ello heredado de mi padre, hoy salgo yo un poco antes, así que vamos a comer caracoles. Ahí lo tienes en esa malla amarilla. Lávalos bien con agua; pero ya sabes, bien lavados; vueltas y más vueltas y, con bastante agua. Y se la cambias una y otra vez. Cuando ya veas que están bien lavados, los pones al fuego. El fuego muy lento, para que se “gaiteen” bien. Pero no lo olvides, el fuego muy lentito. Verás que intentan una y otra vez salirse de la olla, ya que no le gusta el agua calentita. Vas a observar que empiezan a echar espuma. Tú se la sacas y, cuando ya estén espumados, los aparta del fuego, que yo cuando llegue los condimentaré”.
Pues manos a la obra; comienzan mis labores culinarias.

Fue entonces cuando me acordé de la polémica del toro de Bornos.
¡Qué de vueltas les di a esos caracoles en el agua!, ¡qué mareo deberían de tener!. Se estarían acordando de no sé quien.
De vez en cuando, paraba para darme un respiro y, los más listos, fregadero arriba, intentando escapar de las continuas turbulencias provocadas por el que suscribe. Y yo, “pa bajo”; no escaparse. Y vuelta a los continuos movimientos; “de arriba abajo y de abajo arriba”. Yo parecía que los estaba oyendo: “para ya, pisha, que estamos mareao”.
Ya están limpios; ahora a la olla. “y no te olvides Domin, fuego lento, para que se gaiteen bien”. Pues yo fuego lento.
¡Vaya tela!, si martirio eran las turbulencias en el fregadero, más martirio era el fuego lento. El agua se calentaba muy poquito a poco. Los caracoles parecían que se iban a salir de sus conchas. Esto no tiene nombre. Esto es una atrocidad. Si hubiese llegado en ese momento algún representante de Greenpeace, me crucifica, que seguro que iba a sufrir menos que aquellos pequeños caracoles indefensos.

¡Ea!, pues ya están listos para condimentar.

Y ahora qué, ¿quién sufre más, el caracol cuando lo cocinan o el toro en las rampas de la calle ancha? ¿Qué es más tradicional, los caracoles con pique o el susodicho toro de Bornos?

Gran dilema ese de los “cuernos”.

Por eso digo yo que todo lo que huela a cuernos, no es aconsejable; y si no que se lo pregunten al vecino de ……… “meviaacallá”.
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