domingo, 8 de agosto de 2010
CATAVINOS.
Hablar de catavinos es empezar y no acabar. Desde el para qué sirven, pasando por el cómo se sirven y terminando por el dónde y cuándo se sirven. Un abanico de preguntas y respuestas que nos llevaría a desentrañar y conocer el apasionante mundo de la cata.
¿Quién no ha estado alguna vez en su vida en un ágape o en una comida y le han ofrecido una copa de oloroso o amontillado fresco?. Este vino generoso, propio de las bodegas del marco de Jerez y de Montilla-Moriles, al servirse en un catavino, alcanza una sublimidad que te empuja a repetir (llena Juan Girón) y a abrir el apetito, de ahí que generalmente sea servido en los tentempiés y aperitivos, aunque hay que aceptar que tiene un buen maridaje con las carnes de caza e incluso con las setas. Es un vino éste que, después de dar el primer sorbo, te hace que instintivamente, ladees un poco el catavino y clavemos nuestra mirada en ese todo que forman el vino en sí y el estilizado recipiente que lo alberga.
El catavino conteniendo un oloroso, pero ¿y conteniendo un vino fino o una manzanilla?. No tiene nombre. Tanto con uno como con otra, el catavino alcanza su máxima expresión. Dejando observar su color oro, más pálido en la de Sanlúcar, el catavino se hermosea y se exhibe en las mejores reuniones y en las mejores fiestas y ferias. Y no digo nada cuando se acompaña de un buen jamón, de unas gambas blancas de Huelva o de unos langostinos de Sanlúcar. LLENA JUAN GIRÓN.
Pero para catavino, y no me quedo corto, el que fue entregado a todos los asistentes al almuerzo de confraternización, hermandad o como le queramos llamar, que se celebró ayer tarde en el bar restaurante “El Tejar”.
A ese almuerzo asistimos un grupo de viejas y viejos amigas/os (pero que conste que, exceptuando una señora que vino de la capital de la provincia, por cierto, muy simpática ella, yo era el menos viejo de las y los asistentes), que diseminados por toda la geografía española, decidimos, gracias a la iniciativa y organización de Manolito Buzón y Manolo Galope, reunirnos para pasar una jornada inolvidable.
Sí, faltaron algunos, muy nombrados por cierto, pero de los allí asistentes, no sobraban ni uno/a.
Muchos jiji, jaja, muchos recuerdos, muchas anécdotas, muchas vivencias, muchas fotografías y, sobre todo, mucha amistad.
Que sirva de ejemplo y, el CATAVINO DE LA AMISTAD, antes que lleno de un oloroso, fino o manzanilla, en lugar prominente de la casa.
Domingo
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