martes, 10 de diciembre de 2013

NO EXISTEN LÍMITES






Aunque albergaba esperanzas de que sus libros se publicasen alguna vez, Jacobo nunca pudo imaginar al dejar su ciudad natal que, años más tarde, se convertiría en uno de los autores más leídos en lengua castellana. Para conseguirlo, tras vivir una tortuosa relación amorosa con la mujer que le abrió el camino del éxito, tuvo que soportar los ataques de una de las mayores editoriales del país.

En No existen límites conviven, alimentándose los unos a los otros, amores, deseos, pasiones, celos y escarnios, habiendo momentos en los que el lector no consigue distinguirlos. 





CAPÍTULO I

Madrid, octubre de 2009

La desazón había tomado hueco en el interior de Laura y ya, nada ni nadie le hacía abandonar ese estado de semi presencia, ese estado de estar y no estar, ese mundo sin luces y sombras, en el que había caído tras el vacío que se había apoderado de ella en los últimos meses.

Aquella mujer activa, extrovertida, crítica y divertida en los últimos años, había desaparecido como por ensalmo. Su aspecto físico, a sus cuarenta y nueve años recién cumplidos, se asemejaba más al de una sesentona descuidada, que al aspecto que, hace menos de seis meses, hacía que fuese el centro de todas las miradas y atenciones, no sólo masculinas, en el sinfín de reuniones y fiestas a las que asistía. No había hombre que no se dejara seducir por la simpatía, belleza y naturalidad de Laura, y todo ello sin ella perseguirlo. No había mujer que, conociéndola como la conocían, no buscase su compañía y tratara de imitarla, no sólo en su vestuario, sino también en sus ademanes y expresiones. “Hay que ver que de un saco viejo que se eche por encima hace de él el traje más elegante que se vea en una pasarela” –decían algunas-; “y es más –decían otras-, uso el mismo perfume que ella, y su fragancia es totalmente distinta, es mucho más exquisita que la mía”.


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