Dejándonos
de chovinismos y espíritus fanáticos, o para ir al grano para que
nadie se lleve a engaño, olvidándonos de ideas xenófobas que lo
nuestro es lo mejor y que lo que existe o viene de fuera de nuestras
fronteras no tiene valor alguno, tengo que decir que cada vez que
paseo por el pueblo que me vio nacer, Bornos, me da tristeza y
dolor.
Pero
esa tristeza o ese dolor del que hablo no está motivado porque vea
que sus calles y monumentos se encuentran en mal estado o en un
estado de conservación paupérrimo, si bien podrían mejorar. No, no
van los tiros por ahí. Me da tristeza porque mi pueblo no es
valorado allende nuestras fronteras como debería de serlo; de ahí
el título del artículo, Bornos, el gran desconocido.
Porque
me pongo a comparar con el resto de los pueblos que tenemos a tiro de
piedra, desde Arcos a El Bosque, desde Grazalema a Setenil, o desde
Zahara de la Sierra a SñVillaluenga del Rosario, por no mencionar todo el enjambre que
conforman los Pueblos Blancos, y no encuentro en ninguno de ellos un
todo, por no decir un algo, con lo que superen al pueblo de Bornos.
¿Existe
en alguno de los Pueblos Blancos un solo pueblo que tenga un
patrimonio Arquitectónico más rico que el que posee el pueblo de
Bornos? ¿Existe en tan afamada ruta algún núcleo urbano desde
donde se levante una persona deleitándose con un amanecer como el
que pueden disfrutar los habitantes de Bornos? ¿Existe algún pueblo
de la serranía gaditana en el que en las noches de luna llena,
descrestando nuestro satélite por los picos más elevados de la
provincia, lleve a pensar al observador a orillas del lago que se
encuentra en el mismo paraíso? Y ya que se habla del lago, ¿existe
algún pueblo de la provincia de Cádiz que pueda disfrutar a medio
tiro de piedra de un embalse donde practicar todo tipo de deporte
acuático? Pues no lo hay. Siendo objetivo, realista y sin ningún
ápice de chovinismo, reitero, no hay ningún pueblo gaditano en el
confluyan tanto privilegio junto.
Entonces,
¿por qué ese Bornos desconocido? ¿Por qué cada vez que paseo por
el patio de armas del Castillo Palacio de lo Ribera o por el jardín
renacentista con sus frondosos y bien cuidados setos y parterres,
oigo de bocas de algún foráneo que ha caído por casualidad por
allí que “le era inimaginable que en este pueblo hubiera esta
maravilla”? ¿O por qué cada vez que llego a la logia o imafronte
pompeyano tengo que detener mi caminar porque los visitantes se están
fotografiando con esa maravilla impensable para ellos y que nunca
antes habían visto algo igual? Y para acabar, por poner un último
ejemplo, ¿por qué se quedan sorprendidos, preguntándose cómo en
un antiguo convento se están impartiendo clases de secundaria y
bachillerato? Y si el visitante tiene la suerte de caer por las
calles de Bornos cuarenta días antes de Semana Santa, se preguntará
que por qué este pueblo desconocido disfruta de un carnaval que a
buen seguro es el referente de todos los carnavales de la serranía
gaditana; ningún otro habitante serrano puede entender la fiesta de
carnaval como lo entiende el bornicho.
Entonces,
¿por qué es el gran desconocido?
Quizás
en la pregunta esté la respuesta. ¿En su gente?
Es el
bornicho el que tiene que concienciarse de la realidad que le ha
tocado vivir. Es el bornicho el que tiene que preocuparse para que
ese desconocimiento que se tiene de su pueblo, sin pasarse, como
diría algún amigo mío ya que la muchedumbre tampoco es
aconsejable, pase al olvido. La materia prima se tiene, ahora lo que
hay que hacer es saber gestionarla.
Pda.:
es verdad que el actual equipo de gobierno ha dado el primer paso
para acabar con ese desconocimiento que se tiene del pueblo de
Bornos.