miércoles, 13 de noviembre de 2013
DE GUATEMALA A GUATEPEÓ (pero muy a gusto).
Y es así; pero encantado, aunque a veces.........
Está claro que me persiguen los monotemas. Entramos por aquí, corremos por allá, pero al final, la cabra siempre tira al monte.
Recuerdo mi etapa de infante de marina, en aquellas reuniones alrededor de una mesa o en la barra de la cámara de oficiales, y tras cualquier acto militar, que comenzábamos a departir sobre cualquier tema con o sin transcendencia. Hoy tocaba hablar del gobierno, ayer lo fue del alcalde de San Fernando, anteayer le tocó al Real Madrid y al Barcelona, y mañana, seguramente, le tocará hablar de la desaparición de la Infantería de Marina.
Daba igual el tema que se tocara, lo que sí era seguro que ya en la segunda copa, y a veces en la primera, el tema central volvería a ser el viaje allende los mares del buque escuela Juan Sebastián Elcano. Una y otra vez, esos oficiales nostálgicos, rememoraban sus hazañas en Santo Domingo, en Curaçao o en Valparaiso. “En mi viaje estuvimos en..........” o “”pues en el mío tuvimos la suerte de …....”; “pues yo tuve la suerte de hacer el viaje con el rey como guardia marina y con el príncipe de proto....”. Y así, cientos de comentarios y vivencias con las que mi “yo”, ajeno a esas navegaciones, jugaba a un doble juego: por un lado, asentía una y otra vez con media sonrisa, y por otro, viajaba sin haber viajado.
Y me salí de guatemala. Pero me metí en guatepeó.
Hace ahora un par de años, un buen amigo mío, Juan el canario, me invitó a formar parte de un proyecto musical: Los Aguiluchos. Yo, loco, sin idea alguna de armonía, ritmo o compás, accedí. Allí empecé a conocer a uno tras otro de los componentes del mencionado grupo, teniendo que decir a día de hoy que, salvo algún que otro caso aislado, he agrandado el grupo de mis amigos.
Gente muy válidas, aunque cada uno con su maletita particular (como todos en este mundo), que en gran medida han jalonado muy mucho mi “deambular existencial” durante este tiempo.
Pero volvemos a lo que volvemos: la cabra siempre tira al monte. Este grupo de nuevos amigos, tienen todos en común el haber sido tuno en su vida universitaria. Y eso marca.
Dicho esto, y al igual que ocurría con mis compañeros infantes, cuando vamos con la segunda copa, ya comenzamos a viajar al Congreso de Amsterdam, o al de Santiago o al de Canarias. Y tal que está, tal que está, volviendo siempre donde mismo: que si una ronda por aquí, que si una gachí por allá; que si en la casa del gobernador por aquí, que si la actuación en TVE por allá.
Y yo, como entonces, ajeno a esas rondas y congresos, juego a un doble juego: por un lado, asiento una y otra vez con mi media sonrisa, y por otro, rondo sin haber rondado.
Por todo ello, les agradezco a infantes y a tunos, hacerme partícipes de sus andanzas y aventuras, permitiéndome haber pisado las calle de Santiago, de Rio, de Buenos Aires, de Amsterdam, Bruselas, y un largo etc, y todo ello sin haberlas pisado.
Pero por vuestras madres, esperar con vuestros periplos a la cuarta o a la quinta, momento en en el que ya todos los gatos son pardos.
Domingo
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