miércoles, 12 de febrero de 2014

EL HOMBRE DEL TIEMPO


Mariano Medina, Martín Rubio, Manuel Toharia, Paco Montes de Oca, Mario Picazo, Minerva Piquero, Marisa Abad o Roberto Brasero. Todos ellos y ellas tuvieron y tienen un mismo denominador común: darnos las previsiones meteorológicas. Son los únicos y únicas presentadores y presentadoras de los antiguos telediarios y actuales informativos que no mienten, o por lo menos, tratan de ser los más objetivos.
Ahora, eso sí, aunque todos y todas intentaron e intentan transmitir el mismo mensaje, la forma de hacerlo dista mucho de cómo lo hacía el incombustible Mariano Medina a cómo lo hace en nuestros días el dicharachero Roberto Brasero. Así, quitando protagonismo a las cabañuelas, se fueron introduciendo en nuestro lenguaje, términos como isobaras, borrascas o temporales, pasando por los centros de altas y bajas presiones, hasta llegar a las actuales ciclogénesis o ciclólisis.
A finales de los 50 del siglo pasado, Mariano Medina decía que “una borrasca intensa ha asolado esta mañana la región de Galicia, alcanzándose en el cabo de Finisterre, olas de hasta 7 metros; la misma borrasca descargó intensas lluvias acompañadas de fuertes vientos de componente oeste en toda la cornisa cantábrica, llegando hasta las provincias Vascongadas, y siendo de nieve en la provincia de Lérida”. 

Por su parte, Roberto Brasero lanzaría la misma noticia de esta guisa: “Una ciclogénesis explosiva asoló esta mañana todo el tercio norte peninsular. Fuertes vientos huracanados que alcanzaron los más de ciento treinta kilómetros por hora en A Coruña y olas de más de 9 metros en cabo Fisterra, provocaron que la Xunta ordenase la salida de los distintos parques de bomberos. Con la misma intensidad que en las provincias de A Coruña y Lugo, las costas del País Vasco se vieron asoladas por fuertes ráfagas de viento que destruyeron cuanto se encontraba a su paso. Aunque no con tanta virulencia, pero sí en forma de nieve, la ciudad de Lleida vio como en menos de una hora, todas su calles se vieron cubierta por un espectacular manto blanco, como bien se aprecia en la fotografía que nos envía nuestro amigo Manel Palancar”. 


Ni mejores ni peores, ni peores ni mejores, pero lo que sí es verdad es que el tiempo, no solamente cambia, sino que también nos hace cambiar. ¡Qué verdad es esa!
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