Mariano
Medina, Martín Rubio, Manuel Toharia, Paco Montes de Oca, Mario
Picazo, Minerva Piquero, Marisa Abad o Roberto Brasero. Todos ellos y
ellas tuvieron y tienen un mismo denominador común: darnos las
previsiones meteorológicas. Son los únicos y únicas presentadores
y presentadoras de los antiguos telediarios y actuales informativos
que no mienten, o por lo menos, tratan de ser los más objetivos.
Ahora,
eso sí, aunque todos y todas intentaron e intentan transmitir el
mismo mensaje, la forma de hacerlo dista mucho de cómo lo hacía el
incombustible Mariano Medina a cómo lo hace en nuestros días el
dicharachero Roberto Brasero. Así, quitando protagonismo a las
cabañuelas, se fueron introduciendo en nuestro lenguaje, términos
como isobaras, borrascas o temporales, pasando por los centros de
altas y bajas presiones, hasta llegar a las actuales ciclogénesis o
ciclólisis.
A
finales de los 50 del siglo pasado, Mariano Medina decía que “una
borrasca intensa ha asolado esta mañana la región de Galicia,
alcanzándose en el cabo de Finisterre, olas de hasta 7 metros; la
misma borrasca descargó intensas lluvias acompañadas de fuertes
vientos de componente oeste en toda la cornisa cantábrica, llegando
hasta las provincias Vascongadas, y siendo de nieve en la provincia
de Lérida”.
Por su
parte, Roberto Brasero lanzaría la misma noticia de esta guisa: “Una
ciclogénesis explosiva asoló esta mañana todo el tercio norte
peninsular. Fuertes vientos huracanados que alcanzaron los más de
ciento treinta kilómetros por hora en A Coruña y olas de más de 9
metros en cabo Fisterra, provocaron que la Xunta ordenase la salida
de los distintos parques de bomberos. Con la misma intensidad que en
las provincias de A Coruña y Lugo, las costas del País Vasco se
vieron asoladas por fuertes ráfagas de viento que destruyeron cuanto
se encontraba a su paso. Aunque no con tanta virulencia, pero sí en
forma de nieve, la ciudad de Lleida vio como en menos de una hora,
todas su calles se vieron cubierta por un espectacular manto blanco,
como bien se aprecia en la fotografía que nos envía nuestro amigo
Manel Palancar”.
Ni
mejores ni peores, ni peores ni mejores, pero lo que sí es verdad es
que el tiempo, no solamente cambia, sino que también nos hace
cambiar. ¡Qué verdad es esa!