lunes, 23 de marzo de 2020

DÉCIMO

Décimo día de estado de alarma descoronavizante. Décimo día, que tal como se predecía, las cifras van en aumento. Y décimo día en el que acordándome nuevamente a don Antonio Machado, el pueblo es el héroe; porque héroes son todos los miembros de la plantilla sanitaria de nuesro Servicio de Sanidad; porque héroes son todos los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, junto a los miembros de las Fuerzas Armadas; porque héroes son los transportistas, los trabajadores de supermercados, los profesores y maestros; porque héroes son todos los trabajadores que por Decreto están en su tajo cumpliendo como si no ocurriera nada; y porque héroes son también todos los españoles y españolas que se encuentran en sus casas confinados y ayudando a parar la virulencia de este virus. Lo dicho: el pueblo es el héroe.
  Y mientras, los políticos, los de unos y los de otros, y de los que no voy a perder tiempo en escribir sobre ellos, se retratan solos.
Así que vamos a empezar a hablar un poco de mi parisina.

.........Tu me dirás........., boludo; y dilo pronto que ya mismo abren la puerta de embarque y mi mujer me estará esperando”. “Pues muy sencillo, contestó el porteño, te lo resumo enseguida. Me avisaron en mi querido Buenos Aires donde encontrar el óleo que andaba buscando; enseguida volé hasta París y cuando hallo al vendedor me dijo que ya estaba vendido, entregada una señal y que al día siguiente vendrían a llevárselo tras la entrega del dinero. Allí estaba yo al día siguiente cuando vos retiró la compra, te seguí, localicé tu hotel y por medio de otra persona pude enterarme que viajabas hasta Sevilla con escala en Madrid, pero todo eso a ultimísima hora, sin tiempo apenas para sacar el billete. Cómo conseguí la información?; pues si preguntá a tu hermosa mujer seguro que recuerda que tuvo una conversación con una chica española y le dijo cuáles eran vuestros planes de regreso a España. Con respecto al encuentro que tuvimos en los últimos asientos del avión, fue circunstancial; aproveché la ocasión de cerrar el trato ya que en mis planes estaba haberte hecho la oferta una vez tomado tierra en Sevilla. Así de fácil todo, boludo”. Yo me quedé algo dubitativo, contestándole “más vale creerlo y no averiguarlo”. Con mucha desgana extendí los brazos y le entregué el canuto, recogiendo a la vuelta el sobre de Argentaria, que volví a abrir y contar los dieciocho billetes de cinco mil, cerciorándome también que eran legales y que no se trataba de una variante del timo de la estampita. “Bueno, y ahora en Sevilla qué vas a hacer, ¿te quedas?, porque entiendo que en tus planes estará viajar hasta tu querida Argentina”. “En mis planes estaba quedarme un par de días o tres en Sevilla, desplazándome para conocer Marbella, pero visto lo visto, lo más seguro es que me quede aquí en Madrid hasta que encuentre vuelo para Buenos Aires”. Nos levantamos de la mesa, apuradas las cervezas, y nos dirigimos, entrecruzándonos con el numeroso público que iba y venía, camino de la puerta de embarque hablando de arte; bueno, yo realmente iba en el papel de un mero espectador que se traga todo lo que le quieran decir, ya que por aquel entonces, y no que ahora sepa mucho, no tenía ni la más zorra idea del arte de la pintura y de sus pintores. Así, recuerdo que me habló de la serie de cuadros que pintó el impresionista Monet sobre un mismo motivo pictórico, concretamente sobre la catedral de Rouen, vista a distintas horas del día y en distintas estaciones climáticas, y a lo que él hizo mención cuando me habló de la compra de mi parisina como un “arte en cadena” con el fin de impresionarme y dársela de “enteradillo”, ya que desde entonces he tratado de buscar esa expresión de “arte en cadena” y no la he encontrado por ningún lado.
Pero cual fue mi sorpresa cuando, ya viendo el número de la puerta de embarque que correspondía al vuelo de Sevilla, y en cuya cola de espera ya se encontraba mi mujer, eso sí, con una bolsa de una conocida marca de ropa, el señor Honorio se dejó caer con la siguiente frase: “¿sabés vos lo que le digo?, que voy a hacer lo que tenía pensado, que me voy para Sevilla”. Y la verdad fue que nos vino hasta bien que decidiera utilizar el mismo vuelo que nosotros, ya que si no lo hubiera hecho, la compra de mi mujer en la tienda de lujo hubiera tenido que ser facturada, pues no la dejaban entrar con ella al tener ya otra bolsa de mano de viaje; así que el canuto con la parisina en su interior, encontró asilo junto a la lujosa prenda.

Y ya lo vamos a dejar para mañana, esperando que las noticias sean mejores.

Y no olvidar eso de “seguir en casa”. Y recalco: seguir en casa; se está demostrando que es la mejor solución para que el puto virus no te haga compañía. Ya queda menos.
Powered By Blogger