jueves, 17 de septiembre de 2015

FLORES

De nada sirvieron los baños de ducha fría ni los repetidos no podemos este fin de semana; de nada sirvieron las sesiones de meditación recomendadas por la mujer de un buen amigo suyo ni las continuas visitas a su psicóloga; nada ni nadie sirvieron de ayuda para que la palabra olvido jugase a sus anchas en su pensamiento.
Todo comenzó en su interior, en su mente, en su corazón, el mismo día que la vio por primera vez, toda vestida de blanco, por aquel pasillo de más de tres metros de anchura, acercándose en su dirección con un gracejo y unos andares sensuales hasta ahora desconocidos para él. Aun hoy, después de no se sabe cuántas vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño, las correspondientes a varios años, no ha logrado olvidar ese primer encuentro fortuito.

Atrás quedaron infinidad de deseos, varias coca cola sin tomar, multitud de minutos pegados al auricular y alguna que otra salida en pareja, hechos todos juntos ellos que lo único que ayudaban es a que su único pensamiento siguiese perviviendo.
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