domingo, 6 de junio de 2010

PREGÓN V SEMANA CULTURAL DE BORNOS

Batería de diapositivas de Bornos y de Semanas anteriores- música de Triana

VOZ EN OFF: Y AHORA, CON TODOS VOSOTROS, VENIDO DESDE EL PAÍS DE LOS SUEÑOS, EL PREGONERO DE NUESTRA 5º SEMANA CULTURAL

Buenas noches paisanos, por fin llegó la última semana de mayo.
Sr. Alcalde, Comisión organizadora de la Semana, visitantes, y sobre todo, muy buenas noches amigos y queridos bornichos.
Un año mas, la última semana de mayo nos convoca a todos.
Somos llamados a emborracharnos de cultura, a recordar nuestras tradiciones, a recibir a nuestros familiares y amigos; en definitiva, a salir de la monotonía diaria, a base de un sinfín de actos y celebraciones, en los que cada uno de nosotros tenemos un hueco, llenándonos de ilusión, de alegría y de cultura.

Sí señoras y señores, ya vamos por la 5ª, y como bien dice nuestro refranero, “no hay 5º malo”.
Para los pazantes como yo, que de eso tengo una jartá y, que a buen seguro, aunque no se reconozca en muchos casos, en nuestro Bornos somos muchos y muchas, quiero compartir con todos vosotros el origen de esta expresión, que se debe en parte al mundo de la tauromaquia. Pues según dicen, el ganadero, seleccionaba personalmente el toro que debía ser lidiado en 5º lugar, seleccionando, claro está, el mejor de su manada.
Pues sí, ¿quién iba a decir allá por los albores del 2006, que este grupo de locos y lunáticos tendría ganas y fuerzas para lidiar una 5ª semana? ¿Cuántos serían los que comentasen, a escondidas, claro está, de que este intento en pos de fomentar todo lo que huela a cultura, duraría menos que un caramelo en la puerta de un colegio?
Pues nada, a esos agoreros, que no fueron pocos, decirles que aquí estamos.

Y quiero aprovechar este momento, para decir que es para mí un honor el estar esta noche aquí con todos vosotros, en mi pueblo, con mis paisanos y paisanas. Y un orgullo, el que hayáis pensado en este humilde “juntaletras”, para que sea vuestro pregonero en esta Semana Cultural. Por ello, mi agradecimiento a la Comisión organizadora, por esta gran deferencia, y a todos vosotros por vuestra presencia en el acto de esta noche.

Pienso que este gran honor, no soñaba merecerlo, porque eso me honra como bornicho que soy, porque me permite compartir con vosotros estos momentos de alegría; y sobre todo, porque me obliga a recordar mi niñez y juventud, cuando vivía en las Casitas Nuevas; aunque dicha la verdad, yo no he dejado nunca de pisar nuestras calles,

Bien es cierto, que llegados a cierta edad, todos nos alimentamos más, del pasado que del presente, y la mirada se nos vuelve sin querer a los recuerdos, que son como las arrugas o surcos del alma.

Cuando a finales del mes pasado, fui invitado por la Comisión organizadora para hacer este año el pregón de la Semana Cultural, sentí una emoción intensa y no sabía si aceptar o rechazar tan amable invitación; no sabía si iba a saber estar a la altura de las circunstancias. Pero dos días después de recibir la invitación, y después de pensármelo mucho, me dije, “Domingo, tú sientes Bornos, lo llevas en la sangre, te duele cuando algo va mal y te alegras cuando son bonitas las cosas que ocurren en tu pueblo. Las ganas, el empeño y el amor con que te vas a enfrentar al papel y al bolígrafo, están garantizado, así que, adelante. Y aquí estoy”

Y quiero hacer una confesión, cuando me llamaron para hacer el pregón, mi primer recuerdo fue para Julio el pregonero. Tengo de él un recuerdo entrañable. Para mí era una persona con una función importantísima. Anunciadora de todos los acontecimientos que sucedían. En ocasiones era el camión del pescado, otras el anuncio del cine, a veces anunciando cualquier pérdida en la que se incluía la recompensa, caso de encontrarse lo perdido, las más de las veces, una ordenanza municipal.

Trompeta

“de orden del Señor alcalde, se hace saber……… que con este pregón comienza la V Semana Cultural de Bornos”
Inolvidable su recuerdo.

Bornos ha sido para mí, para mi mujer y mis hijos, tierra generosa, hospitalaria y cordial y, nos sentimos orgullosos de formar parte de este pueblo. Para nosotros, Bornos ha sido y seguirá siendo nuestro pueblo. No en vano, además de contraer matrimonio y bautizar a mis dos hijos en la iglesia de Santo Domingo de Guzmán, una parte importante de nuestras vidas ha transcurrido con vosotros en estas calles, plazas y campo que son un remanso de paz en la presierra gaditana; y más importante, en ella descansan nuestros antepasados, vecinos y amigos que nos dejaron. Por eso, quiero que mis palabras sean también un recuerdo y un homenaje de reconocimiento a todos ellos.
Hoy me siento como en mi propia casa; pero tan emocionado, que ruego perdonéis los errores que pueda cometer al esbozar en el pregón, mis recuerdos y vivencias en este querido pueblo, que siempre llevaré en el corazón y que, de verdad, sale de lo más profundo de él.

Un pregón en el que hablaré del pasado de nuestro pueblo, que por cierto, ya bastante han hablado, bien o mal, pero han hablado. El pasado, nunca hay que olvidarlo, pasado es. Si fue bueno, que nos enseñe el camino a seguir. Si por el contrario, no lo fue, que nos enseñe que senda no deberemos tomar.
Hablaré también del presente; de un presente que ponga la simiente, que por cierto, ya lleva unos años germinando, para que de este rincón olvidado, se hable en un futuro no muy lejano; pero que se hable bien.

Comprobaréis que hablaré de un presente con deseos, con esperanzas, con ilusiones, con sueños, con muchos sueños.

La cultura lo es todo. Un pueblo con cultura es un pueblo próspero, no nos engañemos. Y vosotros diréis, “la olla no se llena con cultura”. Pues claro que no se llena con cultura, pero con ella, y eso creo que nadie me lo discuta, se afrontan mejor los problemas.
Y es eso precisamente los que estos locos lunáticos, y me refiero a la Comisión Organizadora, tratan de inculcar en los bornichos.

¡Que para eso hace falta que nos demos patadas en el trasero y con la lengua afuera podamos llegar a todas y a cada una de las innumerables actuaciones que se celebran durante nuestra Semana cultural!
Pues adelante. No nos perdamos ni una.

Batería de imágenes de las Semanas – Música de FANFARRIAS

Quiero reconocer antes todas y todos los aquí presentes, que este pregón me ha traído de cabeza. Lo orientaba por un lado, y nada. Lo orientaba por otro, menos todavía.
La Semana se iba acercando y yo estaba a cero, no sabía por donde meterle mano.

Y fue Morfeo, X ( Morfeo - trueno) el dios de los sueños, el que me indicó el camino a seguir.
Por eso, os pido que tengáis un poco de complacencia conmigo, si en alguna que otra ocasión, escucháis alguna que otra barbaridad. No olvidéis nunca que no dejan de ser sueños, aunque los sueños, también hay que decirlo, están para hacerlos realidad.

Recuerdo que en uno de mis sueños, el primero de la noche, recien acostado, las centurias romanas procedentes desde Sevilla, o como bien diría mi gran amigo Juan el Parrito, Serva la Bari, Sevilla la Bella, se desplegaron por las llanuras que hoy conforman los cortijos de la Cordillera y Puertollano, con el fin de crear un asentamiento urbano en un lugar estratégico. Decidieron que el lugar más idóneo, desde donde divisaban todos los alrededores y desde donde podían repeler cualquier ataque, serían los altos de Carija.
Pero había un problema ¿Se podría edificar en esos terrenos?.
Fue entonces cuando el centurión jefe, en compañía de su lugarteniente, se dirigieron al pueblo de Bornos.
Una vez en Bornos, y tras tomarse un lingotazo de tinto con casera en la Venta Matías, comprobaron que, efectivamente, los terrenos tenían la catalogación de no urbanizables.
Pero dadas las intenciones de culturización por parte del pueblo romano, y los pingues beneficios que podían aportar al pueblo de Bornos, y en especial, al concejal de urbanismo, dichos terrenos fueron recalificados de inmediato.
Fue así como se fundó la villa de Carissa Aurelia, la cual llegó a ser en el siglo I a.C. una de las 27 ciudades que poseía el ius latii o Derecho Romano, que en resumidas cuentas, era un reconocimiento oficial por parte de Roma, con una serie de derechos y prebendas, entre las que se encontraba el derecho a poder acuñar monedas.
Fueron varios siglos los que Carissa Aurelia estuvo aportando grandes beneficios a nuestro pueblo, llegando incluso a aprobar un proyecto de construcción de un campo de golf, que por desgracia, y debido a la invasión de los vándalos, nunca pudo realizarse.

Sobresaltado por la invasión de los Vándalos y la destrucción de Carissa Aurelia, me desperté, volviendo a ser dueño de mis pensamientos, y con ello, recomencé a buscar una salida a mi pregón.

Y volví a pensar en el germen cultural que se estaba plantando en mi pueblo. Llegué a ilusionarme. Saltaronseme las lágrimas, todo emocionado, al ver como las manifestaciones culturales no se limitaban sólo y exclusivamente a la última semana de mayo. Todo el año de conferencias, teatros callejeros, actuaciones musicales, talleres,….manifestaciones culturales que lo único que hacían eran agrandar la personalidad individual del bornicho.

Y nuevamente, en la oscuridad de mi dormitorio, Morfeo X ( Morfeo - trueno) me acurrucó entre sus brazos y, con un leve vaivén semejante al que se le imprime a las cunas de los infantes, comencé otra vez a soñar.
Fue entonces, cuando, nuevamente sin el control de mi pensamiento, vi al último rey visigodo, Don Rodrigo, al frente de sus mermadas tropas y procedente de su lucha con los Vascones en el norte de España, como paraba en seco su caballo en la Alcantarilla. Sin bajarse de él, se dirigió al kiosco de la Calvaria y le dijo:

- ¿Es usted Frasquita la Calvaria?.
- Si señor, yo soy –le contestó Frasquita- si viene usted preguntando por el coche Sevilla, le digo que acaba de salir ahora mismito. ¿No se ha cruzado usted con él?
- No, no preguntaba por el coche Sevilla. Me han dicho que usted mejor que nadie, me podría indicar dónde acampan las tropas musulmanas de Tariq.
- Yo el sitio exacto no se lo puedo decir –dijo Frasquita-, pero esta mañana estuvo aquí Luis Vega, el hermano de Antoñito Vega, y me dijo que se había enterao que, siguiendo el río alante, hay muchos moros acampaos. ¿Sabe usted llegar hasta el río?
- Pues no, señora, no lo sé, respondió Don Rodrigo.
- Pues siga usté palante, palante, to derecho, hasta que llegue a los Sauces, allí baja usté una cuesta que hay, y ya está en el río.
- Muchas gracias, señora.
A lo que le contestó Frasquita
- ¿No va a querer usté el Marca o el Diario?
- No, no, gracias, señora.
- ¿Ni un paquetito de Winston?, lo tengo americano, auténtico de la Base.
- No, no quiero nada; bastante tengo con lo que me espera. Adiós, señora. Muchas gracias.
- Vaya usté con Dios.

PELÍCULA Y ROMANCE DON RODRIGO

Y en un abrir y cerrar de ojos, con el ruido de las espadas visigodas y de las cimitarras musulmanas, todas ellas embadurnadas en carmesí. Morfeo X ( Morfeo) declinó en seguir con su dulce mecer, encontrándome ahora, sentado en la cama, todo sudoroso y viendo en el reloj digital de mi mesita de noche, que todavía quedaban algunas horas para que sonase el despertador.

Me costó mucho encontrar nuevamente al hermano de Fantaso, Morfeo, X ( Morfeo - trueno) , y mientras que no di con él, mi cabeza recomenzó a dar vueltas.
Y nuevamente me emocioné; me entraron escalofríos y cosquilleos procedentes del bajo estómago, como cuando uno es sorprendido por la sonrisa de la persona amada.
Éste es el Bornos que yo quería. Sus habitantes eran inquietos, luchadores, altruistas. Seguían siendo pazantes, pero era otro aire el que se respiraba. Ya desde el ayuntamiento o desde asociaciones sin ánimo de lucro, las actividades culturales inundaban rincones, salones y plazas del pueblo.

En aquella calle una gran biblioteca pública, en aquella otra, por fin, ya tenemos un teatro, y allí abajo, a la luz de la luna, en plena lucha con la Sierra de San Cristóbal para no dejar de reflejarse en su espejo favorito que constituye nuestro lago, los alumnos y alumnas del club de vela bornense, surcan por tercera vez en la noche, el triángulo marcado por su entrenador. Es tiempo de máximo trabajo. La semana que viene tienen campeonato de España.

Lo último que recuerdo, son las estelas de los pequeños veleros a la luz de la luna combatiente.

El mundo onírico, el mundo de los sueños, se apodera nuevamente de mi persona. No controlo, sólo sueño.

Y fue entonces, en ese sueño, cuando veo, procedente desde Sevilla, como un caballero a lomos de su corcel, se dirige por la verea de las Torres Alocaz, empalmando con el Morisco, Puertollano y Carija. Ya divisa el pueblo. Ya divisa Bornos.
Tiene instrucciones precisas del rey Sabio, Alfonso X, el poeta, el mal político, pero el más culto de todos los reyes medievales castellanos: “debes traer a la Corte al poeta de Bornos”.

Tras pasar el caballero por una increíble rotonda donde no pudo interpretar el significado del vocablo “BO”, entra en el pueblo y se mete entre pecho y espalda, un forraje y una cruzcampo en lo de Rafael del Tabanco. Allí pregunta por don José Girón Soto, Pepito el de Elisa, siendo el bueno de Vicente, el que le indica que lo encontrará en la zapatería de Baudín, calle arriba, a la izquierda, antes de llegar a una esquina.
Saboreando todavía un trozo de atún con mayonesa, y siguiendo las indicaciones dadas por Vicente, encaró la zapatería.

- ¿Es usted Pepito el de Elisa? –le dijo-.
- El mismo que viste y calza. ¿Quién es usted y qué desea, señor?
- De orden del rey Sabio, deberá de acompañarme hasta la Corte.
- ¿Y con qué motivo me reclama nuestro rey?
- Le informo que nuestro rey Sabio está reuniendo a los más ilustres, ingeniosos y creativos poetas y escritores de nuestro reino para hacer la mayor obra cultural vista nunca por ojo humano, y vos estáis entre los elegidos.

Tras un largo silencio, y señalando al marco de la puerta, acertó a decir Pepito

- Señor, ¿ve usted esas dos moscas?
- Sí, ¿y qué? – respondió el altivo caballero-.
- Son felices. Y lo son porque son libres. Si las saca usted de aquí, dejarán de serlo. Pues lo mismo me pasaría a mí, señor. Dígale usted al rey Sabio, que no saldré nunca de Bornos. Yo lo único que puedo hacer es, si le interesan a nuestro rey mis letrillas, mandárselas todos los lunes por la mañana hasta Sevilla, con el camión de Cristóbal el Coscalo, el cosario.

CHIRIGOTA Y FOTOS DE PEPITO EL DE ELISA

El fuerte puntapié que el colérico caballero arreó a un enjambre de zapatos, pendientes de tapas y medias suelas, volvió a sobresaltarme.
Nuevamente despierto. No me acordaba en lo más mínimo del rostro del irritado caballero, portador del mandato real. Ahora bien, de la cara de don José Girón Soto, nuestro poeta, sentado en el patio de su casa, en la calle Pastelería, frente al bar de Juan Girón, esa cara, esa cara no se borrará de mi mente.
Su aspecto enjuto, alcayatado, observador y atento a todo lo que se moviese en libertad a su alrededor, nunca se me olvidará.
Personas como él son las que quiero para mi pueblo. Amante de la libertad, inquieto, inconformista, culto y autodidacta. Personas, con una sensibilidad tal, que se ensimismen con el aletear de una mariposa, con el trinar del jilguero bebiendo en el abrevadero, con el zumbido de las moscas a la hora del apareamiento.
Quiero un pueblo en el que los bornichos pongamos en práctica, aquel slogan de los años 70 y que decía de que “el sueño es la realidad; sólo debemos de tener el coraje de atrevernos de llevarlo a la práctica”.
Porque de nada nos vale el no cansarnos de decir que Bornos es bonito, con unas vistas inigualables, con unas noches de luna sublimes, con un lago paradisíaco, con unos jardines tan maravillosos que hasta las parejas de recién casados buscan sus idílicos rincones para hacerse su álbum de foto, que en ocasiones, nos volvemos más pedantes que las comparsas gaditanas cuando le cantan a Cádiz.
No caigamos una y otra vez en chovinismos extremos, que lo único que hacen es ponernos un velo delante de nuestros ojos, impidiéndonos que veamos más allá de la curva del Calvario.
El horizonte ahora es más amplio. Todo lo tenemos al alcance de la mano. Internet, telefonía móvil, videoconferencias, uno o dos coches en cada casa.
¡Igual que antes! Igual que antes!

Para muestra, un botón.

La primera vez que vi la playa, fue cuando estuve en compañía de los Gonzalo, Núñez, Caro, Rafael y Francisco Galán, los hermanos Navas, Manolo Vega, mi amigo José Mª Rámirez, Manolo Baizán, entre otros muchos, en un campamento en Chipiona.
Y ya está. Ahí se quedó la cosa. No volví a ver la playa, hasta que me fui a estudiar a Cádiz, 6 ó 7 años después.

Ahora sí, suplíamos esas playas, tan al alcance de la mano en estos días, por la playita o la piedrecita en nuestro pantano.
Recuerdo cuando, un día de primavera, antes de que entrasen los calores insufribles de nuestro verano, decidiendo hacer rabonas a la clase de latín de don Domingo Sierra, nos fuimos a darnos un chapuzón por la zona del embarcadero.
Me acompañaban Pepito Camas, mi cuñado Francisco José y la persona a la que, después que mi madre me pariese, le debo la vida. Esa persona es don Juan Jiménez Jiménez, quien me salvó cuando me hundía irremisiblemente en lo que para mí eran en aquellos dramáticos momentos, las profundidades más oscuras y abismales que pudieran existir. Gracias, J, J, J.

Pero el calorcito de las sábanas de invierno, hicieron que dejase de pensar, justo en el preciso momento, en el que jugábamos un partido de fútbol en la playita, los negros contra los blancos, quedándome nuevamente dormido.
Y volví a soñar. Pero en este sueño no lo hice con don Rodrigo o con el rey Sabio, ni con Frasquita o Pepito el de Elisa.

De golpe y porrazo vi como firmaban en las Cortes de Cádiz, la Constitución de 1812, conocida popularmente como la Pepa. La primera Constitución española.
El artículo 366 de esa primera Constitución española decía textualmente: “En todos los pueblos de la monarquía se establecerán escuelas de primeras letras, en las que se enseñará a los niños a leer, escribir y contar, y el catecismo de la religión católica, que comprenderá también una breve exposición de las obligaciones civiles”.
Artículo importantísimo para la educación, alfabetización y culturización del maltrecho pueblo español de aquella época.

Pero lo que no sabían el resto de los españoles, era que, ese artículo tan de corte liberal, fue pensado, elaborado y redactado en el pueblo de Bornos. Precisamente fueron don Manuel García Jurado, don Manuel Mure y don Francisco Andrades, ayudados por sus alumnos don Domingo Sierra, don Jesús Sánchez, don Juan Sánchez y don José Herrera, los creadores del que para mí, fue uno de los artículos más vanguardistas y a la vez más necesarios, de la Constitución de 1812, la Pepa.

Que realmente no sé por qué le llaman la Pepa a nuestra 1ª Constitución, ya que aquí en Bornos, la única Pepa que conocemos es la furgoneta de Curro el de Aguaera.

Yo la única explicación que le veo es que fuese Curro, con su furgoneta, el que, en uno de sus pelotazos, llevase hasta las Cortes de Cádiz, el importantísimo artículo 366.

Fotografías de maestros, de Curro y de la Pepa - música Richard Cleidemann

Pero qué pena. El rey Borbón, Fernando VII, evitó que nuestra primera Constitución se pudiera desarrollar, acudiendo a la fuerza para hacerse nuevamente con el poder absoluto, cortando de raíz todo atisbo de libertad y culturización del pueblo español.
Mayor golpe no podía haber recibido. Un sueño tan placentero, se convirtió en la peor de las pesadillas. Vuelta a despertarme y vuelta a pensar en mi pueblo.

En mi último sueño descrito, transcurría la 2ª década del siglo XIX.
Coincidiendo en el tiempo, año arriba, año abajo, Bornos daba asilo entre sus calles a dos figuras del romanticismo español. Dos figuras antagónicas, que con su pluma, dijeron de Bornos cosas muy dispares.
¿Mintieron o dijeron la verdad sobre nuestro pueblo? ¿Exageraron o se valieron de su habilidad escritora, para plasmar en el papel, sus pensamientos o sus ideales políticos, que hubieran tenido el mismo corte de haberse encontrado en un lugar diferente a Bornos cuando redactaron sus escritos?
No lo sabemos y nunca creo que lo vayamos a saber. Pero lo que sí sabemos es que mientras una de esas figuras románticas, Frasquita Larrea, escribía de Bornos verdaderas maravillas, la otra, también romántica, Telesforo de Trueba y Cossío, redactaba unas cartas durante su estancia en nuestro pueblo, que ni se tratase de su peor enemigo.
Mientras Frasquita nos ensalzaba y nos subía a los altares, Telesforo, como por aquí se dice, nos dejaba a la altura del betún.

Os pongo un ejemplo.

Mientras que Frasquita Larrea nos decía textualmente de Bornos, “pero no sólo el aroma de las huertas, la bondad del clima o la limpieza de sus calles producen el interés por Bornos. También la inquietud de sus vecinos por conocer más de cerca su historia lejana o por hacer público a todos, la belleza de su tesoro natural, es uno de los más importantes factores que le caracterizan”, Telesforo, el santanderino, el montañés, nos decía textualmente en una de sus cartas bornesas, que así las llamó, “También me sorprende mucho la gran reputación que los andaluces han adquirido por sus agudezas y buen humor. Una de dos, o los tiempos han cambiado, o los borneses son de diferente especie que los demás andaluces, pues gente más tosca, más ceñuda, ni más tétrica, no creo exista sobre la faz de la tierra”.
Pero, ¿por qué vinieron estas dos personas tan letradas a nuestro pueblo?
Pues muy sencillo, vinieron expresamente a Bornos por la fama que tenían nuestras aguas, con efectos curativos y sanadores. No olvidemos que Bornos se encontraba, por el reconocimiento de sus aguas, entre los 31 balnearios de toda España que tenía asignado un médico.

DIAPOSITIVAS (AGUA) Y CAMARÓN - música "Como el agua"

Ya quedaba poco, algo más de una hora, para que el tintineo del despertador me indicase irremisiblemente que mi rutina diaria debía de comenzar. Si quería dormir algo, lo tenía que hacer ya.
Es por lo que Hypnos, dios del sueño, me acurrucó entre sus aterciopeladas alas blancas y pronto caí en el más profundo de los sueños. De inmediato, Hypnos me posó en los brazos de su hijo Morfeo x ( Morfeo - trueno) y nuevamente comencé a soñar.
Mi sueño en esta ocasión recreaba la caída de la dinastía borbónica, en la persona de Isabel II, hija de Fernando VII. Pero en ningún momento mi sueño se centró en el carácter político de la Revolución de 1868, la Gloriosa.
Mis sueños se centraron en los logros que traía consigo la mencionada Revolución.
Y lo primero que nos trajo la nueva realidad política y social del momento fue una nueva Constitución, la de 1869, y como uno de los artículos estrellas, se aprobaba la libertad de prensa, con todo lo que ello suponía.

Por primera vez en la historia del periodismo español, la prensa deja de ser partidista y estar al servicio de ésta o aquélla tendencia política. La prensa comienza a informar, a instruir, a entretener. En definitiva, a culturizar a los españoles.

Y también a dar motivos para inventar. Y digo lo de inventar, porque fue precisamente en Bornos, donde se llevó a cabo uno de los principales inventos para poder leer tranquilamente la prensa, sobre todo en los días de fuerte viento.
Como todos recordaréis, eran muchos los periódicos que salían de imprenta, con páginas a doble de ancho y sin ningún tipo de grapa central o sujeción, hecho éste que dificultaba, sobre todo en los días de fuerte viento, pasar de una página a otra.

Pues bien, fue don Andrés Núñez, en su bar de la Alcantarilla, enfrente del molino de aceite de Salinas y de los Amarillos, el que patentó el invento consistente en sujetar todas las hojas del periódico en su parte central, mediante dos tablas abrazando dichas hojas, y unidas por dos palometas.
Hasta entonces, en la ciudad de Cádiz había un dicho que decía, “eres más difícil que leer el diario un día de levante”. Tras el invento bornicho, el mencionado dicho dejó de usarse, y hoy en día, son pocos los gaditanos que lo conocen.

GENTE LEYENDO EL DIARIO, UNO DE ELLOS CON LAS MADERAS; FUERTE VIENTO Y MÚSICA DE VIENTO
( EFECTOS DE SONIDO-VIENTO).

Parece mentira que en tan corto espacio de tiempo que estuve dormido por última vez en la noche, tuviese tantos sueños, unos detrás de otros, que el contárselos todos nos llevaría hasta mañana.
Por eso, os voy a contar el último de ellos, que por más cercano en el tiempo, es del que mejor me acuerdo.
A mediados del siglo XX, ya en países como Inglaterra, Estados Unidos, Alemania o Francia, entre otros pocos, podían disfrutar de uno de los mayores, más productivo y más utilizado invento que ha dado la historia de la humanidad. Me refiero a la televisión; a la bien llamada Caja Tonta.
España, como casi siempre en los últimos siglos, iba a remolque del resto de los países occidentales.

Los emigrantes españoles en Francia, Alemania o Suiza, venían contando verdaderas maravillas de la caja tonta, llegando algunos de ellos, a traerse uno de los aparatejos esos, que al intentarlo poner en su mueble bar, quedaron como una figura más de las muchas e inservibles figuras decorativas que se ponen en dicho mueble. Aquí, en España, no se podían ver porque todavía no estaba instalada la red necesaria para ello.
Se hicieron por los años 50, año arriba año abajo, algunos intentos en ciudades como en Barcelona, Madrid, Bilbao o Zaragoza, pero con un corto radio de acción.

Y fue entonces cuando las dos casas de televisores más famosas del mundo, la Philips y la Marconi, con el fin de jartarse de vender aparatitos de esos, llevaron a cabo una experiencia piloto en España, y concretamente en el pueblo de Bornos.
Si la cosa salía bien, lo expandirían por todo el territorio nacional.
¡Y cómo si salió bien! Salió mejor de lo que se esperaban.

Mientras la casa Philips se inclinó por colocar una televisión en el barrio bajo, concretamente en lo de Alpiste, en los Corrales, la casa Marconi optó por el barrio alto, concretamente en lo de Juanito Simón.
Los más jóvenes no lo recordarán, pero en esas dos casas, previo pago de una “perra chica”, quiero recordar, nos juntábamos no sé cuántas personas, quedándose incluso gente en la calle.
Después de esa experiencia piloto, Philip y Marconi dieron el visto bueno para la emisión de programas en todo el país, y fue cuando se estableció la primera programación oficial de televisión en España.
Mientras, en Bornos, y debido a la gran cantidad de personas que se reunían en esas dos habitaciones, uno de nuestros letristas cantaba en el carnaval esta coplilla, que seguro que algunos de vosotros recordaréis:

Cantado por mí

Vaya pestazo,
que se formaban
Que palucema
No se ganaba.

Y con esta letrilla carnavalesca, acaba mi humilde, onírico y esperanzador pregón, esperando que no os haya aburrido.

Sólo una cosa para acabar.

Y es que, con el permiso de todos vosotros, quiero dedicarle este pregón a la persona que me ha enseñado todo lo que soy, siendo el espejo en el que me he mirado para ser por encima de todo, una buena persona. Yo no sé si lo he conseguido. Él sí lo consiguió con creces.
Y allí, desde el cielo, me estará viendo ahora, haciendo algún trato con su gran amigo don José Romero, Pepe el Puro.
Esa persona, es don Andrés Blanco Girón, Andrés el Blanquito, mi padre.
Y nada más. Bornichos y bornichas, recordando que los sueños están para hacerlos realidad, os deseo que tengáis una buena Semana Cultural y a emborracharse de cultura. Gracias.
Domingo Blanco
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