Hoy, uno de enero de dos mil doce, el año de la profecía maya, me he levantado (con cinco horas de sueño tras acostarme después de comer churros al apuntar el día) con ganas de escribir. Pero escribir sobre algo en lo que mis neuronas no tuvieran que esforzarse en lo más mínimo para hilar palabras y frases; escribir sobre cualquier tema en el que las musas, que de vez en cuando vienen a hacerme compañía, tuviesen su protagonismo por su ausencia; escribir sin preocuparme en lo más mínimo de esa prudencia que en multitud de ocasiones nos hace ser enemigo de la libertad.
Así que, con el fin de encontrar tema, he ojeado las ya ojeadas noticias de los principales rotativos españoles, encontrándome con más de lo mismo: crisis, medidas económicas, recortes, el Madrid, Mourinho, el Madrid, más recortes, el Barça, Cristiano, y otra vez el Madrid.
De las noticias “reojeadas” de fuera de nuestra “piel de toro”, me llamó la atención la que informaba de la decisión del gobierno holandés sobre el cierre paulatino de los famosos coffeeshops (para los que faltaron a clase el día en el que el maestro explicó lo que eran los coffeeshops, decirles que eran, y siguen siendo a día de hoy, locales donde puedes pedir un café, un té, un zumo u otra bebida, acompañado, si lo deseas, de un poco de marihuana o hachís).
Pues bien, el gobierno holandés (coalición liberal, cristianodemócrata y ultraderecha), ha decidido que estos locales prohíban la entrada a todo aquél que no sea holandés o extranjero con residencia en el país de los tulipanes, siendo necesario el poseer un carnet de socio para entrar en los mencionados locales.
Se acabó lo que se daba. Se acabaron las excusas para decir que vamos a visitar una de las mejores obras de ingeniería del mundo moderno (obra de protección sobre las subidas de las aguas en el Mar del Norte); adiós al “voy a visitar” los campos de tulipanes, las aspas de los molinos holandeses o los canales que vertebran su paisaje. Está claro que el turismo holandés va a caer en picado.
Menos mal que todavía nos queda el visitar la famosa Zona Roja, con sus famosas exhibiciones femeninas tras las vitrinas.
De verdad que no sé a donde vamos a llegar. Todo son prohibiciones y cortapisas.
Ufff, creo que ya me he despertado, volviendo a ser el que siempre soy.
Feliz 2012 a tod@s.
Domingo