viernes, 11 de junio de 2010

DESESPERADA ESPERA

Antes de nada, pedir disculpas a los componentes de la charanga de nuestro pasado carnaval, “Los más bornichos de Bornos”, por utilizar su libreto con este impulso mío, casi incontenible, de escribir algunas letras para nuestro blog. Y expreso mis disculpas porque sé que nuestro tertuliano Cemanué, me lo entregó en su día con todo el cariño del mundo, sin esperar que el fin de este derroche de gracia y arte (me refiero al libreto), sirviera para ser garabateado en un momento de desesperada espera.
Y digo los de desesperada espera porque eso es lo que yo estoy padeciendo en estos momentos. Esto no tiene nombre, señores. Y perdónenme las señoras, pero este artículo no va dirigido a ellas.

Sí señores, desesperada e injustificada espera.

¿Qué he hecho yo para merecer esto?, ¿he matado a alguien?, ¿he insultado, he agredido, he vituperado a alguien?
Que a mi me conste, no.

Me creo buena persona, me como todo lo que me ponen por delante sin rechistar (y eso que algunas veces, pocas, pero algunas, está un poco soso), entrego todo el sueldo a final de mes, le doy un besito a mis hijos cuando me acuesto (si están en casa), y a veces, sólo algunas veces, rezo pidiendo por todos los míos.
Entonces, ¿me merezco yo esto?

Pues yo creo que merezco algo mejor; que no se valora como debiera la bondad que tanto derrocho.

Y digo yo, ¿a todos los hombres le ocurre lo mismo que a mí?. Por su bien, y siempre desde mi bondad, espero que no sea así.

Porque, vamos a ver, ¿es normal lo que me está pasando ahora? ¿Es normal que lleve, y no miento, una hora y diez minutos, en el interior de mi coche, en la explanada del parking de una gran superficie, esperando a la que tiene que venir?. Pues sí, hora y diez minutos hace que salimos de la caja del supermercado y le dije a mi señora, “si quieres entrar en Zara, yo me voy para el coche y voy descargando”. “Lo que tu quieras, cariño. Vale”, me contestó.
¿Vale?, ¿vale?... maldita sea la hora que yo (perdón) ……….. y ya llevo hora y cuarto cogiendo posturas en el asiento del coche. Y esa es otra, no puedo salirme fuera del coche porque hace un levante que te arrastra.

Y menos mal que en su día, el bueno de Cemanué me dio este libreto, porque si no, no sé lo que hubiera hecho yo en esta hora y veinte minutos de desesperada, desmesurada e injustificada espera.

Y ahora, cuando llegue, me dirá, “chiquillo, hay que ver lo que hablan Puri y el marido. Yo en Zara acabé de momento, pero me topé con ellos cuando ya venía para acá y no veas tú cómo hablan”. Y yo, como casi siempre, miro al cielo, cuento hasta veinte, y junto a las dos bolsas de Zara, veo que trae una de El Corte Inglés, una de Mary Paz, una de Caramelo , una de Mango, una de Precchio, una de ……….

Paciencia, Domingo, paciencia. ¿Realmente merezco yo pasar por esta desesperada, desmesurada, abusiva e injustificada espera?

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