lunes, 28 de junio de 2010
ENTREVISTA A FRANCO MUSSIDA (guitarra de Premiata Forneria Marconi)
A continuación os transcribo la entrevista que el nuestro Delegado en Jerez de la Frontera, don ANTONIO VEGA Y JURADO, le hizo a FRANCO MUSSIDA, guitarra de la Premiata Forneria Marconi, que actuará en nuestro Festival del Lago el próximo 31 de julio.
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Os acompaño 3 fotografías, 2 de Franco Mussida y 1, en la que que aparecen Antonio Vega y Franco Mussida sin peluca.
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- YO (entrevistador): vai al punto: ho capito che voi agite questa estate in Spagna, a Cadiz.
- FM (Franco Mussida): vi sbagliate, noi agiamo in Bornos, provincia di Cadiz, in particolare a 71 miglia da Cadiz.
- YO: vedo che sei molto informato su Bornos.
- FM: Ebbene sì, sono molto ben informato. E 'impressionante, davvero impressionante. Io non rientrano nella mia pelle dalla gioia. Quando il mio Room Manager mi ha informato che abbiamo giocato 31 luglio nella città di Borno, non potevo credere.
- YO: Ma che cosa l'onorevole Mussida che la felicità è così sproporzionata?
- FM: Signore, vieni Bornos?
- YO: Perché, sì, signor Mussida.
- FM: perché allora io non so perché mi fai questa domanda. Chi conosce queste persone, non dimenticherete mai, e saranno preoccupati per salire sulla loro strada.
- YO: Quindi sei stato a Bornos?
- FM: Io personalmente non hanno percorso le strade di Bornos, ma io so molto di lui, è come se fossi cresciuto lì.
- YO: Io non capisco, signor Mussida.
- FM: molto semplice, voglio dire. Avevo un fratello, Enrico, che ha trascorso due estati in Bornos. In particolare, nella villa del tecnico della diga. La mia zia Claudia, sorella di mia madre era sposata con l'ingegnere, e insieme con i miei cugini Giuseppe e Ricardo, ha trascorso due estati in Bornos.
- YO: no non posso credere.
- FM: per créaselo. Anche se ha trascorso molto tempo nello chalet, quasi ogni sera arrivò in città, a volte da soli e qualche volta con i miei cugini. Ha parlato un sacco di pic-nic nel giardino di un castello.
- YO: no non posso credere, che cosa stai parlando Bornos negozio di snack?
- FM: ja, ja, ja, sissignore, il pic-nic e le vostre riunioni.
- YO: E che anno era?
- FM: Vediamo, sono stati due anni consecutivi, e se mi è stato quindi di circa il 20, mio fratello era di circa 15. Così sarebbe la fine degli anni Sessanta.
- YO: ¿E come fai a sapere Bornos cose?
- FM: E 'molto semplice. Mio fratello era molto appassionato di scrittura, di rimanere nel suo diario tutte le sue esperienze. Lo stesso giorno ha compiuto 18 anni, ha avuto un incidente d'auto sulla strada che collega Milano a Monza, e ha perso la vita. Ho continuato il suo diario e in esso si riflette l'amore che aveva per Bornos. Lei descrive con tanto affetto e la passione che mi ha costretto a leggere tutto di me la sua gente non sa quante volte. Tante volte ho letto che spesso non so se ho mai stato in Bornos.
- YO: davvero impressionante. Potresti dirmi qualcosa sulla mia gente?
- FM: con piacere. Posso parlare del picnic, i vostri incontri, di cui non dire sciocchezze, dal castello del cuevecitas oje. Potremmo parlare di due fratelli Caro, de Jesus, Christopher, Johnny Pinto, Henry, John White, figlio di Ferdinando il maestro, e molti altri. Egli ha anche parlato di un certo Vicerè, con cui stavano andando a giocare a calcio in un campo che ha chiamato la fabbrica, nei pressi di una bella villa. Anche andare a giocare a calcio da qualche altra parte che fu chiamato, credo, "i due cerchi."
- YO: i due cerchi?, Non mi ricordo che esiste un luogo Bornos a chiamarlo così.
- FM: Ebbene sì, era un cortile con un sacco di sabbia che si trovava tra due montagne, dove ha giocato a calcio.
- YO: Ah, ah, ah, non sarebbe il "due turni?
- FM: Così che, la "due turni". Tutto quello che so è che raro era il momento non ho avuto di uscire da lì, perché secondo lui, e cito, "siamo lapidati."
- YO: e concentrandosi sulla musica, il signor Mussa, la PFM è la tua vita?
- FM: No, la mia vita è la musica. La PFM quello che hai fatto è che posso dedicare esclusivamente alla musica. Attualmente, mi Centro Professione Musica di Milano, e questo, sì, devo dire, fa parte della mia vita.
Ma parliamo Bornos. Parliamo di bar Juan Giron, il bar Perla, la barra di Navarro, il bar di Pena con biliardo, calcio balilla in Campasolo, l'ancora.
YO: ti lascio sorpreso. Senza aver visitato
FM: Ti ho detto, mio fratello Enrico Bornos era pazzo, e l'ho trasmesso a me. E ora mi lascerà ancora più sorpreso. Mio fratello è morto nel 1973, e l'anno successivo, nel successo della PFM, ha preso il nostro quarto album, che si ispira alla descrizione Bornos fatto il mio fratello. L'album è stato chiamato "L'isola di niente", e lo descrive musicalmente, luoghi di Bornos come ha visto mio fratello. Esso descrive la larghezza di canale di scolo mulino, i due getti e il pilastro, il roaera pietra, la nascita, e, soprattutto, la piccola isola di palude.
YO: un'ultima cosa, il signor Mussida, perchè non avete mai visitato la città di Bornos?
FM: ho perso, lo so fin troppo bene.
YO: La ringrazio molto l'onorevole Mussida, saremo nel mio villaggio.
FM: questo e mi auguro con tutto il cuore, in onore di mio fratello, li mise in tutti gli abitanti di Bornos, una notte indimenticabile.
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TRADUCCIÓN AL CASTELLANO
YO: vayamos al grano: tengo entendido que este próximo verano actuáis en España, concretamente en Cádiz.
FM: está usted equivocado; actuamos en Bornos, provincia de Cádiz, concretamente a 71 kilómetros de Cádiz.
YO: veo que está usted bastante informado sobre Bornos.
FM: pues sí, estoy muy informado. Es impresionante, realmente impresionante. No quepo en mi piel de alegría. Cuando mi Room Manager me comunicó que el 31 de julio actuábamos en el pueblo de Bornos, no me lo podía creer.
YO: pero señor Mussida ¿a qué se debe esa alegría tan desmesurada?
FM: señor, ¿usted es de Bornos?
YO: pues claro que sí, señor Mussida.
FM: pues entonces no sé por qué me hace usted esa pregunta. Todo el que conozca ese pueblo, no se le olvidará nunca, y estará inquieto por pisar sus calles.
YO: entonces, ¿usted ya ha estado en Bornos?
FM: Yo personalmente no he pisado las calles de Bornos, pero sé tanto de él, que es como si me hubiera criado allí.
YO: no le entiendo, señor Mussida.
FM: muy sencillo, se lo explico. Yo tuve un hermano, Enrico, que pasó dos veranos en Bornos. Concretamente en el chalet del ingeniero de la presa. Mi tía Claudia, hermana de mi madre, estaba casada con el ingeniero, y junto a mis primos Giussepe y Ricardo, pasó dos veranos en Bornos.
YO: no me lo puedo creer.
FM: pues créaselo. Aunque pasó mucho tiempo en el chalet, casi todas las tardes se iba al pueblo, unas veces solo y otras con mis primos. Él hablaba mucho del merendero en el jardín de un castillo.
YO: no me lo puedo creer, ¿Qué me está hablando usted del merendero de Bornos?
FM: ja, ja, ja, sí señor, del merendero y de sus tertulias.
YO: ¿y en qué año fue eso?
FM: vamos a ver, fueron dos años seguidos, y si yo tenía por entonces unos 20 años, mi hermano tenía sobre 15. Pues sería a finales de los sesenta.
¿Y cómo sabe usted cosas de Bornos?
FM: pues muy sencillo. Mi hermano era muy aficionado a escribir, a guardar en su diario todas sus vivencias. El mismo día que cumplió 18 años, tuvo un accidente de coche en la carretera que une Milán con Monza, y perdió la vida. Yo guardé su diario y en él, viene reflejado el amor que le tenía a Bornos. Lo describe con tanto cariño y pasión que me ha obligado a leerme todo lo referente a su pueblo no sé cuantas veces. Tantas veces me lo he leído que en muchas ocasiones no sé si yo he estado alguna vez en Bornos.
YO: realmente impresionante. ¿Podría usted hablarme algo de mi pueblo?
FM: con mucho gusto. Le puedo hablar del merendero, de sus tertulias, de las tonterías que allí se hablaban, de las cuevecitas del castillo, de la OJE. Le podría hablar de los dos hermanos Caro, de Jesús, de Cristóbal, de Juanito Pinto, de Enrique, de Juan Blanco, de Fernando el hijo del maestro, y de muchos más. Él hablaba también de un tal Vicera, con el que se iban a jugar al fútbol a un campo que le llamaban la fábríca, cerca de un hermoso chalet. También iban a jugar al fútbol a otro lugar que le llamaban, creo recordar, “las dos circunferencias”.
YO: ¿las dos circunferencias?, no recuerdo yo que en Bornos hubiese un lugar que le llamasen así.
FM: pues sí; era una explanada con mucha arena que había entre dos sierras, y allí jugaban al fútbol.
YO: ja,ja, ja, ¿no sería los “dos redondeles?
FM: eso, eso, los “dos redondeles”. Yo lo único que sé es que rara era la vez que no tuviesen que salir de allí corriendo, porque, según él, y le digo textualmente, “nos apedreaban”.
YO: y centrándonos en la música, señor Mussida, la PFM ¿es su vida?
FM: no, mi vida es la música. La PFM lo que ha hecho es que yo me pueda dedicar exclusivamente a la música. Actualmente dirijo el Centro de Música Profesional de Milán, y esto, sí tengo que decirlo, es parte de mi vida.
Pero hablemos de Bornos. Hablemos del bar de Juan Girón, del bar de la Perla, del bar de Navarro, del bar de la Peña con su billar, de los futbolines de Campasolo, del alambique……
YO: me deja usted sorprendido. Sin haber visitado mi pueblo, tiene usted de él más conocimientos que yo.
FM: ya se lo dije, mi hermano Enrico era un enamorado de Bornos, y me lo ha transmitido a mí. Y ahora lo voy a dejar más sorprendido todavía. Mi hermano murió en 1973, y al año siguiente, en pleno éxito de la PFM, sacamos nuestro cuarto disco, el cual estaba inspirado en la descripción que hacía mi hermano de Bornos. El disco se llamaba “L´isola di niente” (la isla de la nada), y en él se describen musicalmente, parajes de Bornos tal como los veía mi hermano. Se describe la tajea del molino ancho, los dos chorros y el pilón, la piedra roaera, el nacimiento, y sobre todo, la islita del pantano.
YO: una última cosa, señor Mussida, ¿porqué no ha visitado usted nunca el pueblo de Bornos?
FM: no me ha hecho falta, lo conozco de sobra.
YO: muchas gracias, señor Mussida, nos veremos en mi pueblo.
FM: que así sea y, espero, de todo corazón, en honor a mi hermano, hacerles pasar a todos los habitantes de Bornos, una noche inolvidable.
Domingo
lunes, 21 de junio de 2010
CAMPEONES DE ANDALUCÍA SUB-21 DE VOLEY PLAYA
Hace unos días, concretamente el 16 de junio, en el blog que tanto nos une y nos desune, se hacía referencia a un artículo que ya salió publicado el 16 de junio de 2008, titulado “CAMPEONES DE ANDALUCÍA DE VOLEY PLAYA”. En el mencionado artículo, se relataba como dos chavales de dieciocho años, Carlos y Andrés, Andrés y Carlos, hijos de bornichos, se proclamaban campeones de Andalucía sub-19 de voley playa. Dos chavales, uno de Jerez y otro de Cádiz, que después de mucho esfuerzo, consiguieron ser campeones de Andalucía sub-19 de este deporte.
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Como ya hice hace dos años, en el día de hoy quiero relatar el desarrollo del campeonato de Andalucía de voley playa, pero esta vez en la categoría de sub 21, celebrado este fin de semana en El Puerto de Santa María, el mismo fin de semana que ha supuesto el descenso de categoría del Cádiz de mi alma y el “no-ascenso” a Primera División del Betis de mi corazón.
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Pues bien, tras cerca de dos años sin coincidir como pareja en la pista, y tras muchas sugerencias del mundo del voley playa gaditano de que volviesen a jugar juntos, siempre desatendidas por ellos, lo que no supuso que cada uno por su cuenta entrenasen con la misma ilusión, hace menos de un mes, Carlos y Andrés, Andrés y Carlos, decidieron que formarían pareja en el campeonato sub 21 de este año.
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Los entrenamientos fueron durísimos. Unas veces en el Puerto, otras en Cádiz, pero siempre con las miras puestas en volver a alcanzar el triunfo en el sub 21, donde el nivel, como todos suponéis, es altísimo.
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Y nada, en la mañana del sábado comenzaba el campeonato. Y al igual que el día, la pareja bornicha comenzaba fría. Perdían el primer partido con Huelva (22-20), lo que les obligaba, si querían ser campeones, a no perder ni un solo partido más.
Esta derrota les obligaba a pasar al cuadro de los perdedores, lo que les suponía tener que, si querían llegar hasta la final, jugar el doble de partidos que si lo hubiesen hecho por el cuadro de ganadores.
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Y así lo hicieron. Carlos y Andrés, Andrés y Carlos, los dos bornichos, ganaron todos los partidos hasta llegar a la final, donde les estaban esperando el primer equipo de Huelva, el mismo que le derrotaron a las primeras de cambio.
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Y tengo que reconocer ante todos vosotros y vosotras que en el mismo momento en el que ganaron su partido de semifinal, tuve que tomar, como padre que soy, una dura decisión, la de abandonar las pistas de voley playa y dirigirme para Cádiz a “toda mecha”, ya que había quedado con el señor Antonio Vega para asistir al partido Cádiz - Numancia, y yo tenía las entradas en mi poder.
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Y comienza el partido de fútbol. Mis ojos siguiendo a Tristán y compañía; mi pensamiento, con Carlos y Andrés en El Puerto.
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1-0, López Silva; 2-0, Tristán; 3-0, Ogbeche. Cánticos, palmas, gritos, silbidos (contra el presidente del Cádiz), y yo no escuchaba el móvil.
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Llegó el descanso.
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Hecho mano al móvil y veo 12 llamadas perdidas y 1 mensaje. Las 12 llamadas de Andy (mi hijo Andrés), y el mensaje, también de él. Lo abro, todo nervioso, y leo: CAMPEONES.
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Lo habían conseguido. Campeones de Andalucía sub-21 de voley playa, y esto ya son palabras mayores.
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La sangre bornicha volvió a triunfar.
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Y esto fue todo. Y como ya hice hace dos años, en esta ocasión, como padre que soy de uno de los campeones, me siento con el derecho de dedicarle este triunfo a un amigo. A un amigo que le debía una, y qué mejor que esta ocasión, sabiendo lo amante que es él de este deporte. Este amigo es el Dire de San Juan de Ribera. Va por ti, Francisco Galán.
miércoles, 16 de junio de 2010
CAMPEONATO DE ANDALUCÍA DE VOLEY-PLAYA SUB-19
El pasado día 1 de junio aparecía la noticia en este maravilloso blog bornicho, del éxito alcanzado en el campeonato gaditano de voley-playa de la pareja formada por Carlos Gómez y Andrés Blanco.
Pues bien, este pasado fin de semana se celebraba en la sede permanente de voley-playa en el Puerto de Santa María, el campeonato de Andalucía del mencionado deporte.
Las ocho provincias andaluzas se emplazaban en la mañana del sábado 14 para ver sus emparejamientos, los cuales quedaban de la siguiente manera: grupo A formado por los equipos de Huelva, Granada, Sevilla y Cádiz; grupo B formado por Almería, Málaga, Jaén y Córdoba. Los dos primeros equipos de cada grupo se enfrentarían en las semifinales.
Comenzaron los distintos partidos y en el grupo A quedaba como primero de grupo la selección gaditana-bornicha. En el grupo B quedaban como primeros, los equipos de Almería y Málaga, los dos equipos favoritos a priori.
La segunda de las semifinales la jugaban Carlos y Andrés contra la selección de Málaga. Fue un partido vibrante, de poder a poder. Los chicos de Pizarra (Malaga) se adelantaban en el marcador anotándose el primer set por un apretado 21-19. Pero los bornichos no se amilanaron y sacaron fuerza y picaresca de lo mas profundo de su ser, consiguiendo empatar el partido al hacerse con el segundo set por 21-17, tras ir perdiendo de 7.
Llegaban a la muerte súbita, a 15 tantos. Los picaros e inteligentes Carlos y Andrés habían conseguido al finalizar el set anterior, descontrolar a sus contrincantes, y de eso se aprovecharon para ganar el tercer y definitivo set por 15-12.
Ya estaban en la final, donde los chicos del potente UNICAJA Almería lo esperaban para acabar con ellos.
Carlos y Andrés, Andrés y Carlos sabían que sus oponentes estaban mas preparados que ellos y que su conjunción era mas perfecta. Sabían que tan solo podían vencer a los chicos de la" tierra de las películas del oeste" si eran mas astutos que ellos. Y así fue el primer set. Los bornichos, pese a lo apretado del marcador, siempre fueron por delante gracias a no seguir un patrón de juego definido. Lo mismo jugaban con bandejas cortas, que con pelotas al fondo de la pista; lo mismo seguían con los cánones establecidos en voley (jugadas de tres toques), que jugaban tan solo con dos. Y fueron todas esas acciones las que le valió alzarse con el primer set por un apretado 21-19. Bien empezaba la cosa. "Llena juangiron", "mezcla berraco".
Pero el 2º set no pinto igual. Tuvimos la mala suerte que el bueno de Carlos tuviese problemas con sus gemelos (no olvidemos que era el quinto partido que jugaban en arena seca). Tras los cuidados del fisioterapeuta, pudo volver al partido pero no en perfectas condiciones, por lo que los almerienses conseguían el 2º set por un cómodo 21-15. Las cosas no pintaban bien.
Y comenzaba el tercer y definitivo set. El equipo que se hiciese con él, representaría a Andalucía en el campeonato de España de voley-playa a celebrar del 10 al 14 de julio en Alicante.
Loa almerienses crecidos, los bornichos concentrados. A por todas. Carlos y Andrés sabían lo que tenían que hacer. Había que empezar ganando el set.
Primer tanto, saca Almería. Punto que marcaría el partido. Punto larguísimo, el más largo del partido. Dieciséis toques (poco visto en el voley). Y os cuento para que os situéis. Toque trece, Almería golpea esmachando fuertemente a campo bornicho. Toque catorce, Andrés salva in extremis a pie de arena. Toque quince, Carlos efectúa una colocación que sobrepasa la perfección, para que Andrés, toque dieciséis, con los almerienses a media pista, coloque una bandeja a mano cambiada, dejando el balón casi en la misma red; imposible para los almerienses.
Los almerienses por el suelo no creyéndose donde cayó el balón. Los bornichos uniendo sus pechos y palmas de las manos y gritando al unísono, ¡vamos¡.
Los almeriense por los suelos; los bornichos por los cielos.
Final del tercer y definitivo set: 15-12 para Carlos y Andrés. CAMPEONES DE ANDALUCIA.
Las gradas aplaudían a los campeones. Lo habían conseguido. Los padres de los campeones con lágrimas en los ojos.
Al final del partido, tras la entrega de trofeos, Andrés le preguntaba a su padre: ¿papá, y que hago yo ahora en el campeonato de España? Y el padre le respondía: "tienes poco que perder, así que, a pasártelo bien",
Y eso fue todo.
Pd: como padre de uno de los campeones de Andalucía, me tomo el derecho de dedicarle este triunfo a Don Antonio Vega Jurado.
lunes, 14 de junio de 2010
DE PELÍCULA
No eran las cinco de la tarde, ni nos encontrábamos en la Maestranza, en la Monumental o en las Ventas. No estábamos a principios de julio, ni nos encontrábamos deleitándonos con el pacharán navarro.
Era la hora de la cerveza y nos encontrábamos en Cádiz.
Recibí una llamada “anónima fastidiosa” que me dijo, “si tú eres delegado en Cádiz, debes de informar a tus paisanos de lo ocurrido”. Y tengo que reconocer que la anónima llamada no me dejó impertérrito. Me dije, voy a ver qué pasa.
Lo nunca visto. Aquello era de “película”. Las estrechas calles del casco antiguo gaditano veían romper como por ensalmo su rutina diaria. Y eso que normalmente no salen en domingo. A ellos les gustan exhibir sus puntiagudas astas en horario laboral y de lunes a viernes. Salvo en la ferias y fiestas, claro está, que se acicalan al máximo, poniéndose sus mejores galas y sacando pecho con su aspecto soberbio, orgulloso y altanero, vanagloriándose y enorgulleciéndose de sus fechorías semanales.
Pero ayer era domingo, y no se celebraba ninguna fiesta, por lo menos que yo supiese. ¿Qué harían pululando por estos angostos y recónditos lugares? ¿Irían, ayudados por su olfato, a reunirse con sus congéneres? ¿Buscarían a las vaquillas, que aunque vaquillas, también tienen cuernos?
Pues la verdad es que no tengo respuesta para explicarme qué hacían aquel grupo de astados rompiendo la tranquilidad de la mañana/tarde de las calles gaditanas. ¿Ni en domingo nos vais a dejar tranquilos?
Pero no pasa nada. Aquí no pasa nada. “Así hablan de Cádiz en los informativos”, “ya tenemos otra fiesta”, “ya hay tema para las coplillas de carnavales”, “el PP tenía que gobernar; con una alcaldía socialista esto no hubiera pasado”, ….
Comentarios y más comentarios, y no pasa nada.
¡Pues no estamos ya acostumbrados a que los toros y vaquillas merodeen por nuestras calles!
Hoy lunes, a diferencia de ayer domingo, las calles gaditanas se llenarán de banqueros, de funcionarios, de abogados, de empresarios, de trabajadores, de parados, …., y hasta de políticos. Y no pasa nada. Al fin y al cabo, ¿esta vida no es un continuo embestir para que no te embistan.
Era la hora de la cerveza y nos encontrábamos en Cádiz.
Recibí una llamada “anónima fastidiosa” que me dijo, “si tú eres delegado en Cádiz, debes de informar a tus paisanos de lo ocurrido”. Y tengo que reconocer que la anónima llamada no me dejó impertérrito. Me dije, voy a ver qué pasa.
Lo nunca visto. Aquello era de “película”. Las estrechas calles del casco antiguo gaditano veían romper como por ensalmo su rutina diaria. Y eso que normalmente no salen en domingo. A ellos les gustan exhibir sus puntiagudas astas en horario laboral y de lunes a viernes. Salvo en la ferias y fiestas, claro está, que se acicalan al máximo, poniéndose sus mejores galas y sacando pecho con su aspecto soberbio, orgulloso y altanero, vanagloriándose y enorgulleciéndose de sus fechorías semanales.
Pero ayer era domingo, y no se celebraba ninguna fiesta, por lo menos que yo supiese. ¿Qué harían pululando por estos angostos y recónditos lugares? ¿Irían, ayudados por su olfato, a reunirse con sus congéneres? ¿Buscarían a las vaquillas, que aunque vaquillas, también tienen cuernos?
Pues la verdad es que no tengo respuesta para explicarme qué hacían aquel grupo de astados rompiendo la tranquilidad de la mañana/tarde de las calles gaditanas. ¿Ni en domingo nos vais a dejar tranquilos?
Pero no pasa nada. Aquí no pasa nada. “Así hablan de Cádiz en los informativos”, “ya tenemos otra fiesta”, “ya hay tema para las coplillas de carnavales”, “el PP tenía que gobernar; con una alcaldía socialista esto no hubiera pasado”, ….
Comentarios y más comentarios, y no pasa nada.
¡Pues no estamos ya acostumbrados a que los toros y vaquillas merodeen por nuestras calles!
Hoy lunes, a diferencia de ayer domingo, las calles gaditanas se llenarán de banqueros, de funcionarios, de abogados, de empresarios, de trabajadores, de parados, …., y hasta de políticos. Y no pasa nada. Al fin y al cabo, ¿esta vida no es un continuo embestir para que no te embistan.
domingo, 13 de junio de 2010
10ª CARTA BORNICHA.
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Buenas tardes, cuñáu, ya verronició la hora. Ya estoy enfonilando y empaquetando algunas de mis cosas, pues tengo previsto enfilar para Cudillero dentro de tres días.
Desde que llegué, éstos son los días más amarguxus que estoy pasando, porque la verdad es que no quiero dirme. Voy a echar mucho de menos a esta buena gente.
Pero me voy a dejar de tanto sentimentalismo y te voy a entailar algunas cosillas acaecidas en el pueblu.
Ayer por la noche hubo una conceyu en el salón de actos del ayuntamiento, a la que, además de los alcaldes y algunos concejales de los pueblus de los alrededores, pudimos asistir todos los vecinos que quisimos.
¿Qué por qué se antroxó ese conceyu en Bornos? Pues muy fácil, cuñau. Bornos es el pueblu con más vida de toda esta zona, con más trabayu, con más infraestructuras, con más potada político en las instituciones provinciales y autonómicas, y lo que es mejor, es el pueblu con más futuru en toda la Sierra de Cádiz.
En el conceyu se trató como único punto del día, las medidas a garrar contra ENDESA, suministradora de luz, por el corte eléctrico en toda la zona, que dura ya tres días, y hoy por hoy, no se sabe con exactitud cuándo se va a subsanar el problema.
Fue impresionante el desarrollo del conceyu, y fue impresionante porque enllí, los únicos que borniaron con coherencia fueron los representantes de Bornos. El resto de alcaldes y concejales, abrumados y desbordados por las innumerables quejas de sus vecinus (pajarracus, culiblancus, espereñus,..) apenas abrieron la bigaru, yendo a remolque de lo que decían mis paisanos. Y eso que en Bornos, gracias a la labor previsora de nuestrus gobernantes locales, no hemos padecido apenas la falta de suministro eléctrico. Esto es debido a que, cuando se produjo el corte de suministro por parte de la compañía eléctrica, se puso en funcionamiento en Bornos, el que enquí espaxarran “PLAN “B” DE EMERGENCIA, y en menos de una hora, todos los hogares y establecimientos del pueblu coloñiaban a disfrutar de la corriente eléctrica, gracias a varios generadores de un tamaño descomunal que el ayuntamiento había adquirido tiempo atrás, previendo que se diesen este tipo de situaciones anómalas.
Hay que felicitar la labor previsora del equipu de gobierno local. Pero no sólo al partido gobernante, sino también a los partidos en la oposición, los cuales faxinan codo con codo con el alcalde. De hecho, el concejal jefe de los planes de emergencia de este benditu pueblu, es de la oposición al alcalde.
Mira si se llevan bien todos los miembrus y “miembras” de los distintos partidus, faxinando, como ya te he dicho, codo con codo, que la selmana pasada se celebró un mitin de uno de los partidos en la oposición, y enllí estaban, en primera fila, los miembrus de los demás partidos políticos, incluido el alcalde, afitando con sus aplausos las sugerencias que enllí se estaban presentando.
Enllí no hubo descalificaciones políticas ni personales, dirigidas al partidu del alcalde. Enllí lo único que se presentaron fue una serie de propuestas encaminadas al bienestar del bornicho y de Bornos. Y lo mismo te digo cuando el mitin es del partidu gobernante, donde tampoco profesan ningún tipo de injurias ni descalificaciones hacia los miembrus de las otras tendencias políticas.
Lo que yo te diga, cuñáu, aunque tú me digas que soy muy pesau, pero a estos
bornichos hay que fusilarlos.
Te tendría que entailar algunas cosas más de esta gente, pero por esta vez ya está bien. Ya te las entailaré cuando nos veamos en casa, con una buena sidriña, a no ser que tenga necesidad de escribir y lo haga en estos menos de tres días que me quedan en este paraísu.
Bueno, cuñáu, nos vemos pronto Un abrazo. Besos a mi mana y a mis sobrins.
Viva el Sporting.
HELIODORO
VOCABULARIO
verronició = llegó
enfonilando = guardando
enfilar = salir
amarguxus = amargos
dirme = irme
entailar = contar
conceyu = reunión
antroxó = celebró
potada = peso
garrar = tomar
borniaron = hablaron
bigaru = boca
espaxarran = llaman
coloñiaban = volvían
faxinan = trabajan
afitando = apoyando
Buenas tardes, cuñáu, ya verronició la hora. Ya estoy enfonilando y empaquetando algunas de mis cosas, pues tengo previsto enfilar para Cudillero dentro de tres días.
Desde que llegué, éstos son los días más amarguxus que estoy pasando, porque la verdad es que no quiero dirme. Voy a echar mucho de menos a esta buena gente.
Pero me voy a dejar de tanto sentimentalismo y te voy a entailar algunas cosillas acaecidas en el pueblu.
Ayer por la noche hubo una conceyu en el salón de actos del ayuntamiento, a la que, además de los alcaldes y algunos concejales de los pueblus de los alrededores, pudimos asistir todos los vecinos que quisimos.
¿Qué por qué se antroxó ese conceyu en Bornos? Pues muy fácil, cuñau. Bornos es el pueblu con más vida de toda esta zona, con más trabayu, con más infraestructuras, con más potada político en las instituciones provinciales y autonómicas, y lo que es mejor, es el pueblu con más futuru en toda la Sierra de Cádiz.
En el conceyu se trató como único punto del día, las medidas a garrar contra ENDESA, suministradora de luz, por el corte eléctrico en toda la zona, que dura ya tres días, y hoy por hoy, no se sabe con exactitud cuándo se va a subsanar el problema.
Fue impresionante el desarrollo del conceyu, y fue impresionante porque enllí, los únicos que borniaron con coherencia fueron los representantes de Bornos. El resto de alcaldes y concejales, abrumados y desbordados por las innumerables quejas de sus vecinus (pajarracus, culiblancus, espereñus,..) apenas abrieron la bigaru, yendo a remolque de lo que decían mis paisanos. Y eso que en Bornos, gracias a la labor previsora de nuestrus gobernantes locales, no hemos padecido apenas la falta de suministro eléctrico. Esto es debido a que, cuando se produjo el corte de suministro por parte de la compañía eléctrica, se puso en funcionamiento en Bornos, el que enquí espaxarran “PLAN “B” DE EMERGENCIA, y en menos de una hora, todos los hogares y establecimientos del pueblu coloñiaban a disfrutar de la corriente eléctrica, gracias a varios generadores de un tamaño descomunal que el ayuntamiento había adquirido tiempo atrás, previendo que se diesen este tipo de situaciones anómalas.
Hay que felicitar la labor previsora del equipu de gobierno local. Pero no sólo al partido gobernante, sino también a los partidos en la oposición, los cuales faxinan codo con codo con el alcalde. De hecho, el concejal jefe de los planes de emergencia de este benditu pueblu, es de la oposición al alcalde.
Mira si se llevan bien todos los miembrus y “miembras” de los distintos partidus, faxinando, como ya te he dicho, codo con codo, que la selmana pasada se celebró un mitin de uno de los partidos en la oposición, y enllí estaban, en primera fila, los miembrus de los demás partidos políticos, incluido el alcalde, afitando con sus aplausos las sugerencias que enllí se estaban presentando.
Enllí no hubo descalificaciones políticas ni personales, dirigidas al partidu del alcalde. Enllí lo único que se presentaron fue una serie de propuestas encaminadas al bienestar del bornicho y de Bornos. Y lo mismo te digo cuando el mitin es del partidu gobernante, donde tampoco profesan ningún tipo de injurias ni descalificaciones hacia los miembrus de las otras tendencias políticas.
Lo que yo te diga, cuñáu, aunque tú me digas que soy muy pesau, pero a estos
bornichos hay que fusilarlos.
Te tendría que entailar algunas cosas más de esta gente, pero por esta vez ya está bien. Ya te las entailaré cuando nos veamos en casa, con una buena sidriña, a no ser que tenga necesidad de escribir y lo haga en estos menos de tres días que me quedan en este paraísu.
Bueno, cuñáu, nos vemos pronto Un abrazo. Besos a mi mana y a mis sobrins.
Viva el Sporting.
HELIODORO
VOCABULARIO
verronició = llegó
enfonilando = guardando
enfilar = salir
amarguxus = amargos
dirme = irme
entailar = contar
conceyu = reunión
antroxó = celebró
potada = peso
garrar = tomar
borniaron = hablaron
bigaru = boca
espaxarran = llaman
coloñiaban = volvían
faxinan = trabajan
afitando = apoyando
9ª CARTA BORNICHA
Querido cuñáu, hoy me he arrecachado un poquito resacón, ya que anoche estuvimos de candanga. Yo no sé cuanto foliaría, pero he arremellado esta mañana la corexa y tan solo quedaban unas monedillas sueltas. Pero nada, como bocayan en este benditu pueblu, “que me quiten lo valsiao ”.
Ayeri tarde, después de estar desde las ocho de la mañana en el tayu, me metí en un chigre y xugué unas partidas de dominó. Mi quitaipón de xuego era el mismísimo parrocu del pueblu, que todo hay que decirlo, es un gran xugador. Xugamos tres partidas y se las desperramos las tres a una pareja formada por un señor que se espaxarra Gonzalo, un encanto de persona por cierto, y otro señor al que su compañero le expaxarra Boby.
Cuando se fue el señor parrocu a oficiar la misa, todos los paisanos que se quedaron en el chigre, empezaron a borniar muy bien de él.
A diferencia de nuestru pueblu, aquí todos los habitantes asisten a misa una vez como mínimo por selmana. Es un pueblu muy católicu, yendo todos y todas a una. No hay ningún tipo de rencillas con el señor párroco y, según me consta, todos y todas están de acuerdo con las decisiones que coye . Buen exemplo a tusar, cuñáu.
Con respecto al deporte, si ya te bornié de los equipos de natación, vela o piragüismo, el que tiene mayor número de aficionáus es el de fútbol. Como en casi todas partes, el fútbol es el deporte perréi . Me gustaría que vieras la cantidad de aficionaus que asisten a los partidos de la U.D.Bornense. El domingu pasado estuve en el estadio asistiendo al encuentro que enfrentaba a la U.D. con el Rayo Vallecano, y allí, sin esmilagrar, había unas cinco mil personas, y cuido que me quedo corto. Lo mismo pasa cuando se tienen que arrastrar a ver jugar a otras localidades a su equipo del ánima. Precisamente ayer, tras las partidas de dominó, se estaban apuntando hasta completar no sé que cantidad de autobuses. La afición de este equipo es maravillosa, aunque como me bocayan por esquí, echan de menos a algunos aficionaus que sí que eran unos fuera de serie, y que seguramente no sé amazacotarán ningún partido, ellí desde el cielo.
Pues por hoy te voy a clavar, cuñáu, temiéndole al momento en el que tenga que añoxar a esta gente, que por cierto, ya me queda menos de dos selmanas. Camento ese momento.
Bueno, hasta otra. Un abrazo. Besos a mi mana y a mis sobrins.
Viva el Sporting.
HELIODORO
VOCABULARIO
arrecachado = levantado
foliaría = gastaría
arremellado =mirado
corexa = cart
bocayan = dicen
valsiao = bailao
quitaipón = pareja
desperramos = ganamos
espaxarra = llama
borniar = hablar
coye = toma
tusar = seguir
perréi = rey
esmilagrar = exagerar
cuido = creo
bocayan = dicen
amazacotarán = perderán
clavar = dejar
añoxar = abandonar
Camento = Temo
Ayeri tarde, después de estar desde las ocho de la mañana en el tayu, me metí en un chigre y xugué unas partidas de dominó. Mi quitaipón de xuego era el mismísimo parrocu del pueblu, que todo hay que decirlo, es un gran xugador. Xugamos tres partidas y se las desperramos las tres a una pareja formada por un señor que se espaxarra Gonzalo, un encanto de persona por cierto, y otro señor al que su compañero le expaxarra Boby.
Cuando se fue el señor parrocu a oficiar la misa, todos los paisanos que se quedaron en el chigre, empezaron a borniar muy bien de él.
A diferencia de nuestru pueblu, aquí todos los habitantes asisten a misa una vez como mínimo por selmana. Es un pueblu muy católicu, yendo todos y todas a una. No hay ningún tipo de rencillas con el señor párroco y, según me consta, todos y todas están de acuerdo con las decisiones que coye . Buen exemplo a tusar, cuñáu.
Con respecto al deporte, si ya te bornié de los equipos de natación, vela o piragüismo, el que tiene mayor número de aficionáus es el de fútbol. Como en casi todas partes, el fútbol es el deporte perréi . Me gustaría que vieras la cantidad de aficionaus que asisten a los partidos de la U.D.Bornense. El domingu pasado estuve en el estadio asistiendo al encuentro que enfrentaba a la U.D. con el Rayo Vallecano, y allí, sin esmilagrar, había unas cinco mil personas, y cuido que me quedo corto. Lo mismo pasa cuando se tienen que arrastrar a ver jugar a otras localidades a su equipo del ánima. Precisamente ayer, tras las partidas de dominó, se estaban apuntando hasta completar no sé que cantidad de autobuses. La afición de este equipo es maravillosa, aunque como me bocayan por esquí, echan de menos a algunos aficionaus que sí que eran unos fuera de serie, y que seguramente no sé amazacotarán ningún partido, ellí desde el cielo.
Pues por hoy te voy a clavar, cuñáu, temiéndole al momento en el que tenga que añoxar a esta gente, que por cierto, ya me queda menos de dos selmanas. Camento ese momento.
Bueno, hasta otra. Un abrazo. Besos a mi mana y a mis sobrins.
Viva el Sporting.
HELIODORO
VOCABULARIO
arrecachado = levantado
foliaría = gastaría
arremellado =mirado
corexa = cart
bocayan = dicen
valsiao = bailao
quitaipón = pareja
desperramos = ganamos
espaxarra = llama
borniar = hablar
coye = toma
tusar = seguir
perréi = rey
esmilagrar = exagerar
cuido = creo
bocayan = dicen
amazacotarán = perderán
clavar = dejar
añoxar = abandonar
Camento = Temo
viernes, 11 de junio de 2010
EL VUELO DEL COJINETE
Recordando algunas de las entradas que he hecho en este blog y, concretamente una en el mes de agosto de 2008, en la que hablaba de los deportes realizados en las Casitas Nuevas, se me ha venido a la mente una anécdota real como la vida misma.
En aquellos días en los que mi hermano Juan me estaba confeccionando el carro de cojinete que a la postre iba a vencer al Ferrari de Paco Gilabert, en el estanco de la calle Pastelería, hoy regentado por mi hermana Carmen, sucedió lo siguiente:
“Una tarde, previa a la entrega del carro, ya dispuesto para volar, me acerqué por el estanco a ver cómo iban los arreglos. Como los días anteriores, escuché de mi hermano otro “paciencia, Domin, paciencia”. Pero ese día en concreto, se encontraban acompañándole sus amigos Cristóbal (Catoba), Enrique, Juan Pinto (hermano de Paco Pinto, el de la pandilla de Perico Calderero y Luis Vega) y Ramón Arias (hermano de nuestro delegado en Calella).
Fue entonces cuando el amigo Ramón (adolescente algo travieso) me dice que me fuese hasta la calle San Jerónimo, que él me iba a tirar desde la puerta del estanco, en la calle Pastelería, los cojinetes rodando. Dicho y hecho. Allí se plantó el que suscribe, sin problemas de que le pillase ningún vehículo, ya que en los albores de los años setenta eran pocos los que circulaban por la mencionada calle.
Cojinete “parriba” lanzado por Ramón, cojinete “pabajo” lanzado por mí. Y así una y otra vez. Hasta ahora, velocidad de impulso moderada, pudiéndose controlar su recepción, bien con los pies bien con las manos. Pero fue a la octava, la novena o la décima subida del cojinete, no recuerdo exactamente cuál fue, cuando veo que la velocidad que le imprimió el amigo Ramón sobrepasaba muy mucho mi capacidad de recepción. El cojinete soltaba chispas. Yo asustado. ¿Y qué hago ahora?, pensaba yo. Todo ello en milésimas de segundo. Pues me quito. Y me quité.
Y es entonces cuando ese cojinete encuentra en su camino al escalón de la acera, sirviéndole éste para que el mencionado cojinete comience a elevarse y en menos de tres metros se aloje en la estantería de las galletas de la tienda de don Francisco Jurado, salvando, no sólo el escalón de entrada al popular establecimiento, sino también el mostrador de más de metro y medio de altura. Yo salí que me las pitaba calle San Jerónimo abajo y nunca más supe de ese cojinete.
DESESPERADA ESPERA
Antes de nada, pedir disculpas a los componentes de la charanga de nuestro pasado carnaval, “Los más bornichos de Bornos”, por utilizar su libreto con este impulso mío, casi incontenible, de escribir algunas letras para nuestro blog. Y expreso mis disculpas porque sé que nuestro tertuliano Cemanué, me lo entregó en su día con todo el cariño del mundo, sin esperar que el fin de este derroche de gracia y arte (me refiero al libreto), sirviera para ser garabateado en un momento de desesperada espera.
Y digo los de desesperada espera porque eso es lo que yo estoy padeciendo en estos momentos. Esto no tiene nombre, señores. Y perdónenme las señoras, pero este artículo no va dirigido a ellas.
Sí señores, desesperada e injustificada espera.
¿Qué he hecho yo para merecer esto?, ¿he matado a alguien?, ¿he insultado, he agredido, he vituperado a alguien?
Que a mi me conste, no.
Me creo buena persona, me como todo lo que me ponen por delante sin rechistar (y eso que algunas veces, pocas, pero algunas, está un poco soso), entrego todo el sueldo a final de mes, le doy un besito a mis hijos cuando me acuesto (si están en casa), y a veces, sólo algunas veces, rezo pidiendo por todos los míos.
Entonces, ¿me merezco yo esto?
Pues yo creo que merezco algo mejor; que no se valora como debiera la bondad que tanto derrocho.
Y digo yo, ¿a todos los hombres le ocurre lo mismo que a mí?. Por su bien, y siempre desde mi bondad, espero que no sea así.
Porque, vamos a ver, ¿es normal lo que me está pasando ahora? ¿Es normal que lleve, y no miento, una hora y diez minutos, en el interior de mi coche, en la explanada del parking de una gran superficie, esperando a la que tiene que venir?. Pues sí, hora y diez minutos hace que salimos de la caja del supermercado y le dije a mi señora, “si quieres entrar en Zara, yo me voy para el coche y voy descargando”. “Lo que tu quieras, cariño. Vale”, me contestó.
¿Vale?, ¿vale?... maldita sea la hora que yo (perdón) ……….. y ya llevo hora y cuarto cogiendo posturas en el asiento del coche. Y esa es otra, no puedo salirme fuera del coche porque hace un levante que te arrastra.
Y menos mal que en su día, el bueno de Cemanué me dio este libreto, porque si no, no sé lo que hubiera hecho yo en esta hora y veinte minutos de desesperada, desmesurada e injustificada espera.
Y ahora, cuando llegue, me dirá, “chiquillo, hay que ver lo que hablan Puri y el marido. Yo en Zara acabé de momento, pero me topé con ellos cuando ya venía para acá y no veas tú cómo hablan”. Y yo, como casi siempre, miro al cielo, cuento hasta veinte, y junto a las dos bolsas de Zara, veo que trae una de El Corte Inglés, una de Mary Paz, una de Caramelo , una de Mango, una de Precchio, una de ……….
Paciencia, Domingo, paciencia. ¿Realmente merezco yo pasar por esta desesperada, desmesurada, abusiva e injustificada espera?
Y digo los de desesperada espera porque eso es lo que yo estoy padeciendo en estos momentos. Esto no tiene nombre, señores. Y perdónenme las señoras, pero este artículo no va dirigido a ellas.
Sí señores, desesperada e injustificada espera.
¿Qué he hecho yo para merecer esto?, ¿he matado a alguien?, ¿he insultado, he agredido, he vituperado a alguien?
Que a mi me conste, no.
Me creo buena persona, me como todo lo que me ponen por delante sin rechistar (y eso que algunas veces, pocas, pero algunas, está un poco soso), entrego todo el sueldo a final de mes, le doy un besito a mis hijos cuando me acuesto (si están en casa), y a veces, sólo algunas veces, rezo pidiendo por todos los míos.
Entonces, ¿me merezco yo esto?
Pues yo creo que merezco algo mejor; que no se valora como debiera la bondad que tanto derrocho.
Y digo yo, ¿a todos los hombres le ocurre lo mismo que a mí?. Por su bien, y siempre desde mi bondad, espero que no sea así.
Porque, vamos a ver, ¿es normal lo que me está pasando ahora? ¿Es normal que lleve, y no miento, una hora y diez minutos, en el interior de mi coche, en la explanada del parking de una gran superficie, esperando a la que tiene que venir?. Pues sí, hora y diez minutos hace que salimos de la caja del supermercado y le dije a mi señora, “si quieres entrar en Zara, yo me voy para el coche y voy descargando”. “Lo que tu quieras, cariño. Vale”, me contestó.
¿Vale?, ¿vale?... maldita sea la hora que yo (perdón) ……….. y ya llevo hora y cuarto cogiendo posturas en el asiento del coche. Y esa es otra, no puedo salirme fuera del coche porque hace un levante que te arrastra.
Y menos mal que en su día, el bueno de Cemanué me dio este libreto, porque si no, no sé lo que hubiera hecho yo en esta hora y veinte minutos de desesperada, desmesurada e injustificada espera.
Y ahora, cuando llegue, me dirá, “chiquillo, hay que ver lo que hablan Puri y el marido. Yo en Zara acabé de momento, pero me topé con ellos cuando ya venía para acá y no veas tú cómo hablan”. Y yo, como casi siempre, miro al cielo, cuento hasta veinte, y junto a las dos bolsas de Zara, veo que trae una de El Corte Inglés, una de Mary Paz, una de Caramelo , una de Mango, una de Precchio, una de ……….
Paciencia, Domingo, paciencia. ¿Realmente merezco yo pasar por esta desesperada, desmesurada, abusiva e injustificada espera?
A ESAS INSUFRIBLES DEFICIENCIAS.
Con perdón de los calvos, tengo que admitir que cada día me gusta menos mirarme al espejo. Y digo esto porque cada mañana, a la hora de afeitarme, soy testigo directo de los más que incipientes “clareones” que inundan mi cabeza. Clareones que son más pronunciados a esas horas del día, debido a que, recién levantado uno de la cama, todavía no ha dado tiempo de hacer esa obra de ingeniería para, trayéndonos unos cuantos de la derecha y otros tantos de la izquierda, camuflar las mencionadas deficiencias.
Realmente no sé que hacer para no tener que enfrentarme cada mañana a ese espejo del cuarto de baño y al que le tienen tanto amor las mujeres de mi casa.
Tomé la decisión de no afeitarme, dejándome la barba a su libre albedrío. Pero entre las protestas familiares y que yo, a estas alturas de mi vida, no me veía con barba, debido principalmente a que me nace a parches blancos y negros, como aquellos caballos de las películas de indios, tuve que enfrentarme nuevamente al espejo.
Y allí seguían ellos, incluso más consolidados, más reacios a ser camuflados.
- ¡Os odio!, y que sepáis, que nunca me acostumbraré a vosotros.
Dándole vueltas a la cabeza, tomé la decisión, creo que acertada, de ponerme una gorra de mi hijo a la hora del afeitado. Perfecto. Me puedo afeitar sin que el despiadado espejo me muestre lo que no quiero ver de mí. Os he vencido en mi rutina mañanera. Esta batalla la he ganado, veremos quien vence las siguientes.
- Niña, ¿por qué no quitamos ese espejo de la “entradita” y colocamos un buen cuadro?
- Déjate de cambios ahora. Ese espejo está bien donde está.
Y el espejo sigue en la entrada. Cada vez que entro o salgo del piso, allí estoy en el espejo delator mostrando mis carencias. Con lo bien que quedaría en ese hueco un bodegón o una marina, o incluso un autorretrato de Van Gogh. No, no, de Van Gogh no, que ese también tenía clareones y me harían recordar los míos, a no ser que ponga uno que aparece con un sombrero. Da igual, lo que sea, pero quitar ese espejo de ahí, que me hace salir de casa de mala uva todos los días y, cuando entro, venga como venga, me hace también sentir en casa de mala h…..
Ya estoy fuera de casa, en el pasillo de la casa. Pulso el botón del ascensor y, tras unos segundos, ding dong, llega a mi planta. No, no. La presidenta de la comunidad decidió ayer tarde forrarlo de espejos. Mire hacia donde mire, allí están ellos, y eso que la obra de ingeniería matutina tuvo grandes resultados. Pero nada, mis clareones siguen ahí. Si ya venía caliente con el dichoso espejito de la entrada de mi casa, ahora, la señora presidenta pone espejitos hasta en el techo del ascensor. No sé para qué; seguramente para verse sus escandalosos michelines y su trasero voluminoso.
Lo he decidido, desde hoy, subo y bajo por la escalera.
Y ya en el hall del edificio.
- Buenos días Rosi - Rosi se llama la limpiadora-.
- Buenos días Domingo.
- ¿Qué, limpiando los azulejos?
- Sí, aquí estoy con esta escalera que no me fío de ella ni un pelo. Hablando de pelos, Domingo, desde aquí arriba se te ven unos clareones…….
Me cachis en ….., lo que me faltaba; ahora la limpiadora. No tenía bastante con los espejitos que ahora también la limpiadora. Manda coj…… A partir de mañana salgo a la calle por el garaje.
- Ten cuidado al salir, Domingo – me dice Rosi-.
Me da igual lo que me encuentre en la calle, lo único que quiero es salir a la calle a que me dé el aire fresco.
¡Vaya tela!. Aire, yo quería aire, pero no éste. ¡Vaya tela!. No podía ser “viento ersur”, no, tenía que ser levante. Y vaya levante, que hasta los contenedores están corriendo por el paseo.
Diez minutos que me costó disponerlos convenientemente, ayudándome, eso sí, del patrico, y ahora, en un plis plas, todo al car….
- Hola Salvador, buenos días.
- Buenos días, malos pelos traes.
- El levante, Salvador, el levante.
¿Y qué hago yo ahora?. El problema de los espejos tiene solución, el de la limpiadora también, pero el del levante…… Dicen que limpia la atmósfera, pero a mí, en lo que se refiere a mí……, conmigo se porta malamente.
Realmente no sé que hacer para no tener que enfrentarme cada mañana a ese espejo del cuarto de baño y al que le tienen tanto amor las mujeres de mi casa.
Tomé la decisión de no afeitarme, dejándome la barba a su libre albedrío. Pero entre las protestas familiares y que yo, a estas alturas de mi vida, no me veía con barba, debido principalmente a que me nace a parches blancos y negros, como aquellos caballos de las películas de indios, tuve que enfrentarme nuevamente al espejo.
Y allí seguían ellos, incluso más consolidados, más reacios a ser camuflados.
- ¡Os odio!, y que sepáis, que nunca me acostumbraré a vosotros.
Dándole vueltas a la cabeza, tomé la decisión, creo que acertada, de ponerme una gorra de mi hijo a la hora del afeitado. Perfecto. Me puedo afeitar sin que el despiadado espejo me muestre lo que no quiero ver de mí. Os he vencido en mi rutina mañanera. Esta batalla la he ganado, veremos quien vence las siguientes.
- Niña, ¿por qué no quitamos ese espejo de la “entradita” y colocamos un buen cuadro?
- Déjate de cambios ahora. Ese espejo está bien donde está.
Y el espejo sigue en la entrada. Cada vez que entro o salgo del piso, allí estoy en el espejo delator mostrando mis carencias. Con lo bien que quedaría en ese hueco un bodegón o una marina, o incluso un autorretrato de Van Gogh. No, no, de Van Gogh no, que ese también tenía clareones y me harían recordar los míos, a no ser que ponga uno que aparece con un sombrero. Da igual, lo que sea, pero quitar ese espejo de ahí, que me hace salir de casa de mala uva todos los días y, cuando entro, venga como venga, me hace también sentir en casa de mala h…..
Ya estoy fuera de casa, en el pasillo de la casa. Pulso el botón del ascensor y, tras unos segundos, ding dong, llega a mi planta. No, no. La presidenta de la comunidad decidió ayer tarde forrarlo de espejos. Mire hacia donde mire, allí están ellos, y eso que la obra de ingeniería matutina tuvo grandes resultados. Pero nada, mis clareones siguen ahí. Si ya venía caliente con el dichoso espejito de la entrada de mi casa, ahora, la señora presidenta pone espejitos hasta en el techo del ascensor. No sé para qué; seguramente para verse sus escandalosos michelines y su trasero voluminoso.
Lo he decidido, desde hoy, subo y bajo por la escalera.
Y ya en el hall del edificio.
- Buenos días Rosi - Rosi se llama la limpiadora-.
- Buenos días Domingo.
- ¿Qué, limpiando los azulejos?
- Sí, aquí estoy con esta escalera que no me fío de ella ni un pelo. Hablando de pelos, Domingo, desde aquí arriba se te ven unos clareones…….
Me cachis en ….., lo que me faltaba; ahora la limpiadora. No tenía bastante con los espejitos que ahora también la limpiadora. Manda coj…… A partir de mañana salgo a la calle por el garaje.
- Ten cuidado al salir, Domingo – me dice Rosi-.
Me da igual lo que me encuentre en la calle, lo único que quiero es salir a la calle a que me dé el aire fresco.
¡Vaya tela!. Aire, yo quería aire, pero no éste. ¡Vaya tela!. No podía ser “viento ersur”, no, tenía que ser levante. Y vaya levante, que hasta los contenedores están corriendo por el paseo.
Diez minutos que me costó disponerlos convenientemente, ayudándome, eso sí, del patrico, y ahora, en un plis plas, todo al car….
- Hola Salvador, buenos días.
- Buenos días, malos pelos traes.
- El levante, Salvador, el levante.
¿Y qué hago yo ahora?. El problema de los espejos tiene solución, el de la limpiadora también, pero el del levante…… Dicen que limpia la atmósfera, pero a mí, en lo que se refiere a mí……, conmigo se porta malamente.
miércoles, 9 de junio de 2010
SANGRE MORISCA.
Por fin, después de muchos intentos en vano para que su padre lo dejase ir a la sierra en compañía de sus amigos, Pelayo vio premiada su insistencia, con el permiso de su madre, ante la ausencia temporal del señor de la casa. Salvo Pedro, el resto de la pandilla, en un número de diez o doce, todos eran hijos de familias necesitadas.
Su padre, Fernando, era un segundón de familia noble que tuvo la suerte de que su hermano primogénito muriese en la batalla de Noáin, a las órdenes del duque de Nájera, a finales del mes de junio de 1521. La noticia de la muerte de su hermano la recibió Fernando a los dos años de haber ingresado como monje de los Jerónimos en el Monasterio de Santa María del Rosario, en Bornos.
Dos años después de haber colgado los hábitos, ya con cuarenta y seis años, contrajo matrimonio con la joven Margarita Cifuentes, hija de un acaudalado comerciante de Denia y del que se decía que era descendiente de cristianos nuevos.
- Madre, si Pedro también va.
- ¿Seguro que va Pedro? Esta bien, pero te repito lo que te dice tu padre, que no quiere verte a solas con esos gandules, y no le digas a papá que yo te he dado permiso.
- Gracias mamá, no le diré nada. Y si se viene Pedro, yo me vengo con él. No te fallaré.
La escarpada pared de la piedra rodadera no era ningún obstáculo para que Pelayo, en compañía de toda su pandilla, subiera y bajara por ella sin dificultad alguna, y eso que la lluvia del mes de diciembre ayudaba a escurrirse al más mínimo descuido.
Y mientras Pelayo se jugaba la vida a las afueras del pueblo, su madre con treinta y ocho años ya, en compañía de su hija Inés, asistía en este día víspera de Navidad de 1543 a misa de seis.
Su esbelta figura, coronada con un exquisito rodete negro, la hacía resaltar entre todas las cristianas viejas que asistían a misa a esa hora. Sus labios carnosos y sus grandes ojos verdes eran el mayor de los reclamos para cualquier hombre. No había caballero pudiente en el pueblo que no se sintiera atraído por los encantos de la señora del viejo y pusilánime don Fernando de Azcárate, estando todos dispuestos por perderse entre los muchos encantos de doña Margarita.
Pero ella no tenía ojos ni la más mínima intención de dejarse adular por ninguno de sus admiradores, a pesar de que era consciente que todos ellos la desnudaban con la mirada cuando se cruzaban, deseando saciar con ella todas aquellas pasiones heréticas impropias de un buen matrimonio cristiano.
Su mente estaba puesta en su vecino Alfonso García, morisco que trabajaba una de las numerosas huertas que poseían los Jerónimos en el pueblo.
Desde que lo viera totalmente desnudo desde la ventana de su dormitorio en agosto de hace ya tres años, no había noche que, en la soledad de su alcoba, no imaginase mil y una aventuras con su apolíneo vecino. Era entonces cuando su irreconocida sangre musulmana brotaba en busca de esos placeres que nunca encontró en su marido, con el que no tenía relaciones desde la noche que concibió a su hija Inés, hace ahora ya más de diez años.
Aquellas historias que cariñosamente le relataba su abuela antes de contraer matrimonio, en las que la mujer se entregaba por completo a su amado y en las que la pasión, el desenfreno y la búsqueda del placer primaban por encima de todas las cosas, avivaban la llama que bullía en su interior. Una llama que sólo se reavivaba cuando conseguía centrar en su mente la imagen de su vecino morisco. Era entonces, últimamente casi a diario, cuando su desnudez entre las sábanas de seda traídas desde Bizancio, rezumaban necesidad y deseo. Sus manos recorrían cada centímetro de su piel, imaginando que eran las de Alfonso, que así se llamaba su vecino morisco. Noches tras noches, sus delicadas manos recorrían una y otra vez sus firmes y turgentes pechos, deslizándose por su vientre hasta llegar a su humedecida entrepiernas, momento en el que encontraba las sensaciones a las que hacía alusión su abuela y que nunca había encontrado en sus relaciones a oscuras y sin desnudez con su decrépito marido. Muchas fueron las noches en las que, con una necesidad imperiosa de ser amada, acudía a su ventana y, camuflándose tras los blancos visillos de encajes, anhelaba poder divisar, aunque sólo fuera divisar, aunque sólo fuera en la distancia, la figura de Alfonso en el corral de la casa colindante.
Fueron tres años en los que, cada día más, el acto de levantarse de la cama, el acto de abandonar aquellas sábanas en las que había gozado con su amante, era el mayor de los fastidios. Tres años en los que, noche tras noche, se dejaba llevar por los sueños, bien dormida bien despierta, y en los que alternaba momentos de éxtasis total con Alfonso, con momentos en los que conseguía su libertad con la muerte de su marido. Soñaba una y otra vez, despierta, con su viudez y con la fuga en compañía de Alfonso hacia tierras berberiscas, donde haría realidad sus sueños y encontraría la felicidad perdida con su marcha de Denia, dándole rienda suelta a sus deseos y a su carencia de pasión marital.
Pero no, todo era un sueño. Allí, se encontraba ella, en compañía de su hija Inés, rodeada de beatas y plañideras, y oyendo las palabras que desde el púlpito lanzaba el vicario, en las que exhortaba la virginidad de María y la ausencia de deseos carnales en la concepción de Nuestro Salvador. Allí se encontraba ella, deseosa de abandonar las arengas del vicario y perderse en la búsqueda de esos placeres para ella desconocidos pero que a buen seguro encontraría en su vecino Alfonso.
- Podéis ir en paz.
- Demos gracias a Dios.
Salieron madre e hija de la parroquia, entre miradas deseosas por parte de los hombres allí presentes, encontrándose en la misma puerta con Rosario, cocinera de su casa, que le traía un mensaje de su marido.
- Señora, el señor ha mandado un mensajero para informar que su estancia en Granada va a ser más larga que lo que él esperaba; que recibirá noticias de su llegada, pero que en menos de un mes no espera que así sea.
- ¿Dónde se encuentra el mensajero?
- Iba de paso hacia Cádiz y ya se ha marchado.
- Bien Rosario, espérame en casa.
Otra esposa se hubiera preocupado y apenado con el mensaje recibido, pero Margarita no. Su cuerpo se vio invadido de una bocanada de aire fresco y una sensación de felicidad que hasta, sin darse cuenta, le regaló una sonrisa rayando la lascivia al señor Don Jesús Armario, padre de Pedro, el amigo de su hijo, y que hizo que el buen señor llegase a ruborizarse.
Poco antes de llegar a su casa, a escaso diez o quince metros del portal, vio que, en sentido contrario y algo más alejado, se acercaba su deseado morisco tirando del ronzal de su burro, al que traía cargado con productos de la huerta. Sin pensárselo dos veces, Margarita mandó a su hija al interior de la casa, donde ya se encontraba Pelayo, y se dispuso a esperar a Alfonso para, con el achaque de interesarse por algunos de las hortalizas que traía, hablar por primera vez en su vida con él.
- Buenas tardes, señor.
- Buenas tardes, señora, ¿desea usted algo?
- ¿Trae usted lechugas y acelgas?
- Si señora, muy buenas por cierto, pero las traigo en el fondo del serón. Va a tener usted que esperar a que descargue. Si le parece a usted bien, mande a su cocinera dentro de un rato y yo se las doy. ¿Cuántas va a querer usted?
- Yo mismo me acercaré si no le importa.
- Para nada señora, para mí será un placer el recibirla en mi humilde morada.
Fue en ese momento de despedida cuando los dos vecinos intercambiaron sus miradas por primera vez en sus vidas. Fueron dos miradas penetrantes, deseosas, cautivadoras. La mirada de ojos verdes de Margarita transmitió un aluvión de deseos a los ojos también verdes oscuros de Alfonso, que correspondió con una sonrisa y con un “le espero, señora”, cargado también de deseos.
Alfonso entró en su casa y, antes de descargar las hortalizas que traía, como todos los días desde hacía ya más de cuatro años a su llegada de la huerta, entraba en su dormitorio y cogía entre sus manos el collar de su esposa que llevó ella el día de su boda y que poco antes de morir en el primero de sus partos, le entregó a Alfonso para que lo guardase de por vida. “Hamid, perdona por no haberte podido dar un hijo. Que Alá te ayude a encontrarlo”, fueron sus últimas palabras.
Margarita entró algo nerviosa en su casa y al igual que Alonso, se dirigió hacia su dormitorio, pero a diferencia de él, nada más entrar, se despojó de su enlutado vestido de cuello de caja y se puso a rebuscar algún vestido con el que pudiera transmitir algún mensaje de sus intenciones a su vecino. Encontró uno con gran escote, de color azul oscuro y tras despojarse del resto de ropa interior y quedar completamente desnuda, se lo echó por la cabeza y alisó las pequeñas arrugas que tenía. Cogió una toca de lana gruesa para camuflar su exagerado escote y, tras mirar en un par de ocasiones por la ventana hacia el patio de su vecino, se dispuso a visitar a su morisco de ojos verdes.
Ante de salir de su dormitorio, se asomó al espejo y, sobre la marcha, deshizo el rodete que llevaba, que la envejecía un poco, dejando su melena azabache caer por su propio peso. Se alisó con un cepillo y con la mayor de las premuras bajo las escaleras y salió de su casa. Miró a izquierda y derecha y, tras comprobar que no había nadie en la calle, entró sin más dilación en la casa de Alfonso. La puerta estaba entreabierta y, algo dubitativa, comenzó a llamarlo.
- Señor, señor.
No contestaba nadie.
- Señor, señor.
- Pase usted, señora. Perdone, pero me estoy aseando un poco.
Ella entró algo nerviosa y, tras cerrar la puerta de la calle, esperó su llegada. Su tardanza no fue larga. Apareció en babuchas, con un pantalón fino abombado propio de su raza y una camiseta interior de manga larga de color blanco ajustada a su cuerpo.
Todavía traía la cabeza mojada y corrían por su cara unos finos regueros de agua que trataba de secar con un paño limpio. Nada más verla, y sin mediar palabras, la agasajó con una sonrisa repleta de deseos que provocó que ella, sin poder controlarlo, se abriese la toca y dejase al descubierto la casi totalidad de sus pechos. No tuvieron que hablar. Sus deseosas miradas lo decían todo. Sin dilación alguna, el la asió con una fuerza que ella desconocía hasta ahora y que la descompuso desde los pies a la cabeza, y la besó apasionadamente. Ella respondió de igual manera, acordándose entonces de las historias y consejos de su abuela. Con una excitación desconocida para ella, le quitó con gran entusiasmo la camiseta interior, quedando a descubierto el fornido pecho de su morisco. Comenzó a besar su cuerpo semidesnudo, mordisqueándole suavemente los pezones, lo que provocó una sobreexcitación indescriptible en el. Tal fue su excitación que cuando ya Cristina, de rodillas en los rojos ladrillos de adobe, iba a proceder a bajarle los abombados pantalones para continuar con su juego bucal, Alfonso la levantó y cogiéndola entre sus brazos y besándola apasionadamente, la llevó hasta su dormitorio. Una vez allí, a la luz de dos candelabros de plata, le quitó los dos corchetes que sostenían el vestido de su amante y ésta lo dejó deslizar por su fina piel, quedando completamente desnuda. Él se apartó un par de pasos de ella y, sin dejar de mirarla, dijo
- Eres bellísima. Eres la mujer más bella que he visto en mi vida.
Se acercó nuevamente a ella y la besó con la mayor carga de deseos que nunca ella pudo imaginar, para a continuación, invitarla a que se tendiese en la cama. Ella reaccionó y dijo
- No, tiéndete tú. Eres mi señor.
Él se tendió sin creerse lo que estaba viviendo y la dejó hacer. Cristina comenzó a besarle dulcemente la frente, los ojos, las mejillas, la barbilla, la boca, al tiempo que, con un sensual vaivén de cadera, hacía que sus erectos pezones rozasen intermitentemente el nervudo pecho de Alfonso. Proseguía con el cuello, los pezones, donde se recreó al haber comprobado con anterioridad que su excitación en esa zona de su cuerpo era máxima, las axilas, el estómago, el bajo vientre. Con una sutilidad de diosa, bajó los pantalones de Alfonso, dejándole al descubierto el enorme miembro viril apuntando al techo del dormitorio. Tal fue el pasmo que sintió, que sin poder finiquitar las lecciones dadas por su abuela, se tendió boca arriba en la cama y, abriendo y levantando sus piernas, le dijo a Alfonso, “entra en mí; dame vida”. Los tobillos de ella rozaban las orejas de él y cada vez que él hundía su enorme pene en sus entrañas, ella apretaba sus músculos vaginales para no dejarlo salir.
El éxtasis le vino al mismo tiempo.
Después de reposar un momento, ella pudo articular palabras.
- Alá es vida. Siempre seré tuya. Ahora he de irme, mis hijos me esperan.
- No te vayas; hagámoslo otra vez.
- Tenemos toda una vida por delante. Esta noche, tras la Misa del Gallo, cuando se hayan dormido los niños, y si lo deseas, volveré.
- Te estaré esperando.
Su padre, Fernando, era un segundón de familia noble que tuvo la suerte de que su hermano primogénito muriese en la batalla de Noáin, a las órdenes del duque de Nájera, a finales del mes de junio de 1521. La noticia de la muerte de su hermano la recibió Fernando a los dos años de haber ingresado como monje de los Jerónimos en el Monasterio de Santa María del Rosario, en Bornos.
Dos años después de haber colgado los hábitos, ya con cuarenta y seis años, contrajo matrimonio con la joven Margarita Cifuentes, hija de un acaudalado comerciante de Denia y del que se decía que era descendiente de cristianos nuevos.
- Madre, si Pedro también va.
- ¿Seguro que va Pedro? Esta bien, pero te repito lo que te dice tu padre, que no quiere verte a solas con esos gandules, y no le digas a papá que yo te he dado permiso.
- Gracias mamá, no le diré nada. Y si se viene Pedro, yo me vengo con él. No te fallaré.
La escarpada pared de la piedra rodadera no era ningún obstáculo para que Pelayo, en compañía de toda su pandilla, subiera y bajara por ella sin dificultad alguna, y eso que la lluvia del mes de diciembre ayudaba a escurrirse al más mínimo descuido.
Y mientras Pelayo se jugaba la vida a las afueras del pueblo, su madre con treinta y ocho años ya, en compañía de su hija Inés, asistía en este día víspera de Navidad de 1543 a misa de seis.
Su esbelta figura, coronada con un exquisito rodete negro, la hacía resaltar entre todas las cristianas viejas que asistían a misa a esa hora. Sus labios carnosos y sus grandes ojos verdes eran el mayor de los reclamos para cualquier hombre. No había caballero pudiente en el pueblo que no se sintiera atraído por los encantos de la señora del viejo y pusilánime don Fernando de Azcárate, estando todos dispuestos por perderse entre los muchos encantos de doña Margarita.
Pero ella no tenía ojos ni la más mínima intención de dejarse adular por ninguno de sus admiradores, a pesar de que era consciente que todos ellos la desnudaban con la mirada cuando se cruzaban, deseando saciar con ella todas aquellas pasiones heréticas impropias de un buen matrimonio cristiano.
Su mente estaba puesta en su vecino Alfonso García, morisco que trabajaba una de las numerosas huertas que poseían los Jerónimos en el pueblo.
Desde que lo viera totalmente desnudo desde la ventana de su dormitorio en agosto de hace ya tres años, no había noche que, en la soledad de su alcoba, no imaginase mil y una aventuras con su apolíneo vecino. Era entonces cuando su irreconocida sangre musulmana brotaba en busca de esos placeres que nunca encontró en su marido, con el que no tenía relaciones desde la noche que concibió a su hija Inés, hace ahora ya más de diez años.
Aquellas historias que cariñosamente le relataba su abuela antes de contraer matrimonio, en las que la mujer se entregaba por completo a su amado y en las que la pasión, el desenfreno y la búsqueda del placer primaban por encima de todas las cosas, avivaban la llama que bullía en su interior. Una llama que sólo se reavivaba cuando conseguía centrar en su mente la imagen de su vecino morisco. Era entonces, últimamente casi a diario, cuando su desnudez entre las sábanas de seda traídas desde Bizancio, rezumaban necesidad y deseo. Sus manos recorrían cada centímetro de su piel, imaginando que eran las de Alfonso, que así se llamaba su vecino morisco. Noches tras noches, sus delicadas manos recorrían una y otra vez sus firmes y turgentes pechos, deslizándose por su vientre hasta llegar a su humedecida entrepiernas, momento en el que encontraba las sensaciones a las que hacía alusión su abuela y que nunca había encontrado en sus relaciones a oscuras y sin desnudez con su decrépito marido. Muchas fueron las noches en las que, con una necesidad imperiosa de ser amada, acudía a su ventana y, camuflándose tras los blancos visillos de encajes, anhelaba poder divisar, aunque sólo fuera divisar, aunque sólo fuera en la distancia, la figura de Alfonso en el corral de la casa colindante.
Fueron tres años en los que, cada día más, el acto de levantarse de la cama, el acto de abandonar aquellas sábanas en las que había gozado con su amante, era el mayor de los fastidios. Tres años en los que, noche tras noche, se dejaba llevar por los sueños, bien dormida bien despierta, y en los que alternaba momentos de éxtasis total con Alfonso, con momentos en los que conseguía su libertad con la muerte de su marido. Soñaba una y otra vez, despierta, con su viudez y con la fuga en compañía de Alfonso hacia tierras berberiscas, donde haría realidad sus sueños y encontraría la felicidad perdida con su marcha de Denia, dándole rienda suelta a sus deseos y a su carencia de pasión marital.
Pero no, todo era un sueño. Allí, se encontraba ella, en compañía de su hija Inés, rodeada de beatas y plañideras, y oyendo las palabras que desde el púlpito lanzaba el vicario, en las que exhortaba la virginidad de María y la ausencia de deseos carnales en la concepción de Nuestro Salvador. Allí se encontraba ella, deseosa de abandonar las arengas del vicario y perderse en la búsqueda de esos placeres para ella desconocidos pero que a buen seguro encontraría en su vecino Alfonso.
- Podéis ir en paz.
- Demos gracias a Dios.
Salieron madre e hija de la parroquia, entre miradas deseosas por parte de los hombres allí presentes, encontrándose en la misma puerta con Rosario, cocinera de su casa, que le traía un mensaje de su marido.
- Señora, el señor ha mandado un mensajero para informar que su estancia en Granada va a ser más larga que lo que él esperaba; que recibirá noticias de su llegada, pero que en menos de un mes no espera que así sea.
- ¿Dónde se encuentra el mensajero?
- Iba de paso hacia Cádiz y ya se ha marchado.
- Bien Rosario, espérame en casa.
Otra esposa se hubiera preocupado y apenado con el mensaje recibido, pero Margarita no. Su cuerpo se vio invadido de una bocanada de aire fresco y una sensación de felicidad que hasta, sin darse cuenta, le regaló una sonrisa rayando la lascivia al señor Don Jesús Armario, padre de Pedro, el amigo de su hijo, y que hizo que el buen señor llegase a ruborizarse.
Poco antes de llegar a su casa, a escaso diez o quince metros del portal, vio que, en sentido contrario y algo más alejado, se acercaba su deseado morisco tirando del ronzal de su burro, al que traía cargado con productos de la huerta. Sin pensárselo dos veces, Margarita mandó a su hija al interior de la casa, donde ya se encontraba Pelayo, y se dispuso a esperar a Alfonso para, con el achaque de interesarse por algunos de las hortalizas que traía, hablar por primera vez en su vida con él.
- Buenas tardes, señor.
- Buenas tardes, señora, ¿desea usted algo?
- ¿Trae usted lechugas y acelgas?
- Si señora, muy buenas por cierto, pero las traigo en el fondo del serón. Va a tener usted que esperar a que descargue. Si le parece a usted bien, mande a su cocinera dentro de un rato y yo se las doy. ¿Cuántas va a querer usted?
- Yo mismo me acercaré si no le importa.
- Para nada señora, para mí será un placer el recibirla en mi humilde morada.
Fue en ese momento de despedida cuando los dos vecinos intercambiaron sus miradas por primera vez en sus vidas. Fueron dos miradas penetrantes, deseosas, cautivadoras. La mirada de ojos verdes de Margarita transmitió un aluvión de deseos a los ojos también verdes oscuros de Alfonso, que correspondió con una sonrisa y con un “le espero, señora”, cargado también de deseos.
Alfonso entró en su casa y, antes de descargar las hortalizas que traía, como todos los días desde hacía ya más de cuatro años a su llegada de la huerta, entraba en su dormitorio y cogía entre sus manos el collar de su esposa que llevó ella el día de su boda y que poco antes de morir en el primero de sus partos, le entregó a Alfonso para que lo guardase de por vida. “Hamid, perdona por no haberte podido dar un hijo. Que Alá te ayude a encontrarlo”, fueron sus últimas palabras.
Margarita entró algo nerviosa en su casa y al igual que Alonso, se dirigió hacia su dormitorio, pero a diferencia de él, nada más entrar, se despojó de su enlutado vestido de cuello de caja y se puso a rebuscar algún vestido con el que pudiera transmitir algún mensaje de sus intenciones a su vecino. Encontró uno con gran escote, de color azul oscuro y tras despojarse del resto de ropa interior y quedar completamente desnuda, se lo echó por la cabeza y alisó las pequeñas arrugas que tenía. Cogió una toca de lana gruesa para camuflar su exagerado escote y, tras mirar en un par de ocasiones por la ventana hacia el patio de su vecino, se dispuso a visitar a su morisco de ojos verdes.
Ante de salir de su dormitorio, se asomó al espejo y, sobre la marcha, deshizo el rodete que llevaba, que la envejecía un poco, dejando su melena azabache caer por su propio peso. Se alisó con un cepillo y con la mayor de las premuras bajo las escaleras y salió de su casa. Miró a izquierda y derecha y, tras comprobar que no había nadie en la calle, entró sin más dilación en la casa de Alfonso. La puerta estaba entreabierta y, algo dubitativa, comenzó a llamarlo.
- Señor, señor.
No contestaba nadie.
- Señor, señor.
- Pase usted, señora. Perdone, pero me estoy aseando un poco.
Ella entró algo nerviosa y, tras cerrar la puerta de la calle, esperó su llegada. Su tardanza no fue larga. Apareció en babuchas, con un pantalón fino abombado propio de su raza y una camiseta interior de manga larga de color blanco ajustada a su cuerpo.
Todavía traía la cabeza mojada y corrían por su cara unos finos regueros de agua que trataba de secar con un paño limpio. Nada más verla, y sin mediar palabras, la agasajó con una sonrisa repleta de deseos que provocó que ella, sin poder controlarlo, se abriese la toca y dejase al descubierto la casi totalidad de sus pechos. No tuvieron que hablar. Sus deseosas miradas lo decían todo. Sin dilación alguna, el la asió con una fuerza que ella desconocía hasta ahora y que la descompuso desde los pies a la cabeza, y la besó apasionadamente. Ella respondió de igual manera, acordándose entonces de las historias y consejos de su abuela. Con una excitación desconocida para ella, le quitó con gran entusiasmo la camiseta interior, quedando a descubierto el fornido pecho de su morisco. Comenzó a besar su cuerpo semidesnudo, mordisqueándole suavemente los pezones, lo que provocó una sobreexcitación indescriptible en el. Tal fue su excitación que cuando ya Cristina, de rodillas en los rojos ladrillos de adobe, iba a proceder a bajarle los abombados pantalones para continuar con su juego bucal, Alfonso la levantó y cogiéndola entre sus brazos y besándola apasionadamente, la llevó hasta su dormitorio. Una vez allí, a la luz de dos candelabros de plata, le quitó los dos corchetes que sostenían el vestido de su amante y ésta lo dejó deslizar por su fina piel, quedando completamente desnuda. Él se apartó un par de pasos de ella y, sin dejar de mirarla, dijo
- Eres bellísima. Eres la mujer más bella que he visto en mi vida.
Se acercó nuevamente a ella y la besó con la mayor carga de deseos que nunca ella pudo imaginar, para a continuación, invitarla a que se tendiese en la cama. Ella reaccionó y dijo
- No, tiéndete tú. Eres mi señor.
Él se tendió sin creerse lo que estaba viviendo y la dejó hacer. Cristina comenzó a besarle dulcemente la frente, los ojos, las mejillas, la barbilla, la boca, al tiempo que, con un sensual vaivén de cadera, hacía que sus erectos pezones rozasen intermitentemente el nervudo pecho de Alfonso. Proseguía con el cuello, los pezones, donde se recreó al haber comprobado con anterioridad que su excitación en esa zona de su cuerpo era máxima, las axilas, el estómago, el bajo vientre. Con una sutilidad de diosa, bajó los pantalones de Alfonso, dejándole al descubierto el enorme miembro viril apuntando al techo del dormitorio. Tal fue el pasmo que sintió, que sin poder finiquitar las lecciones dadas por su abuela, se tendió boca arriba en la cama y, abriendo y levantando sus piernas, le dijo a Alfonso, “entra en mí; dame vida”. Los tobillos de ella rozaban las orejas de él y cada vez que él hundía su enorme pene en sus entrañas, ella apretaba sus músculos vaginales para no dejarlo salir.
El éxtasis le vino al mismo tiempo.
Después de reposar un momento, ella pudo articular palabras.
- Alá es vida. Siempre seré tuya. Ahora he de irme, mis hijos me esperan.
- No te vayas; hagámoslo otra vez.
- Tenemos toda una vida por delante. Esta noche, tras la Misa del Gallo, cuando se hayan dormido los niños, y si lo deseas, volveré.
- Te estaré esperando.
domingo, 6 de junio de 2010
PREGÓN V SEMANA CULTURAL DE BORNOS
Batería de diapositivas de Bornos y de Semanas anteriores- música de Triana
VOZ EN OFF: Y AHORA, CON TODOS VOSOTROS, VENIDO DESDE EL PAÍS DE LOS SUEÑOS, EL PREGONERO DE NUESTRA 5º SEMANA CULTURAL
Buenas noches paisanos, por fin llegó la última semana de mayo.
Sr. Alcalde, Comisión organizadora de la Semana, visitantes, y sobre todo, muy buenas noches amigos y queridos bornichos.
Un año mas, la última semana de mayo nos convoca a todos.
Somos llamados a emborracharnos de cultura, a recordar nuestras tradiciones, a recibir a nuestros familiares y amigos; en definitiva, a salir de la monotonía diaria, a base de un sinfín de actos y celebraciones, en los que cada uno de nosotros tenemos un hueco, llenándonos de ilusión, de alegría y de cultura.
Sí señoras y señores, ya vamos por la 5ª, y como bien dice nuestro refranero, “no hay 5º malo”.
Para los pazantes como yo, que de eso tengo una jartá y, que a buen seguro, aunque no se reconozca en muchos casos, en nuestro Bornos somos muchos y muchas, quiero compartir con todos vosotros el origen de esta expresión, que se debe en parte al mundo de la tauromaquia. Pues según dicen, el ganadero, seleccionaba personalmente el toro que debía ser lidiado en 5º lugar, seleccionando, claro está, el mejor de su manada.
Pues sí, ¿quién iba a decir allá por los albores del 2006, que este grupo de locos y lunáticos tendría ganas y fuerzas para lidiar una 5ª semana? ¿Cuántos serían los que comentasen, a escondidas, claro está, de que este intento en pos de fomentar todo lo que huela a cultura, duraría menos que un caramelo en la puerta de un colegio?
Pues nada, a esos agoreros, que no fueron pocos, decirles que aquí estamos.
Y quiero aprovechar este momento, para decir que es para mí un honor el estar esta noche aquí con todos vosotros, en mi pueblo, con mis paisanos y paisanas. Y un orgullo, el que hayáis pensado en este humilde “juntaletras”, para que sea vuestro pregonero en esta Semana Cultural. Por ello, mi agradecimiento a la Comisión organizadora, por esta gran deferencia, y a todos vosotros por vuestra presencia en el acto de esta noche.
Pienso que este gran honor, no soñaba merecerlo, porque eso me honra como bornicho que soy, porque me permite compartir con vosotros estos momentos de alegría; y sobre todo, porque me obliga a recordar mi niñez y juventud, cuando vivía en las Casitas Nuevas; aunque dicha la verdad, yo no he dejado nunca de pisar nuestras calles,
Bien es cierto, que llegados a cierta edad, todos nos alimentamos más, del pasado que del presente, y la mirada se nos vuelve sin querer a los recuerdos, que son como las arrugas o surcos del alma.
Cuando a finales del mes pasado, fui invitado por la Comisión organizadora para hacer este año el pregón de la Semana Cultural, sentí una emoción intensa y no sabía si aceptar o rechazar tan amable invitación; no sabía si iba a saber estar a la altura de las circunstancias. Pero dos días después de recibir la invitación, y después de pensármelo mucho, me dije, “Domingo, tú sientes Bornos, lo llevas en la sangre, te duele cuando algo va mal y te alegras cuando son bonitas las cosas que ocurren en tu pueblo. Las ganas, el empeño y el amor con que te vas a enfrentar al papel y al bolígrafo, están garantizado, así que, adelante. Y aquí estoy”
Y quiero hacer una confesión, cuando me llamaron para hacer el pregón, mi primer recuerdo fue para Julio el pregonero. Tengo de él un recuerdo entrañable. Para mí era una persona con una función importantísima. Anunciadora de todos los acontecimientos que sucedían. En ocasiones era el camión del pescado, otras el anuncio del cine, a veces anunciando cualquier pérdida en la que se incluía la recompensa, caso de encontrarse lo perdido, las más de las veces, una ordenanza municipal.
Trompeta
“de orden del Señor alcalde, se hace saber……… que con este pregón comienza la V Semana Cultural de Bornos”
Inolvidable su recuerdo.
Bornos ha sido para mí, para mi mujer y mis hijos, tierra generosa, hospitalaria y cordial y, nos sentimos orgullosos de formar parte de este pueblo. Para nosotros, Bornos ha sido y seguirá siendo nuestro pueblo. No en vano, además de contraer matrimonio y bautizar a mis dos hijos en la iglesia de Santo Domingo de Guzmán, una parte importante de nuestras vidas ha transcurrido con vosotros en estas calles, plazas y campo que son un remanso de paz en la presierra gaditana; y más importante, en ella descansan nuestros antepasados, vecinos y amigos que nos dejaron. Por eso, quiero que mis palabras sean también un recuerdo y un homenaje de reconocimiento a todos ellos.
Hoy me siento como en mi propia casa; pero tan emocionado, que ruego perdonéis los errores que pueda cometer al esbozar en el pregón, mis recuerdos y vivencias en este querido pueblo, que siempre llevaré en el corazón y que, de verdad, sale de lo más profundo de él.
Un pregón en el que hablaré del pasado de nuestro pueblo, que por cierto, ya bastante han hablado, bien o mal, pero han hablado. El pasado, nunca hay que olvidarlo, pasado es. Si fue bueno, que nos enseñe el camino a seguir. Si por el contrario, no lo fue, que nos enseñe que senda no deberemos tomar.
Hablaré también del presente; de un presente que ponga la simiente, que por cierto, ya lleva unos años germinando, para que de este rincón olvidado, se hable en un futuro no muy lejano; pero que se hable bien.
Comprobaréis que hablaré de un presente con deseos, con esperanzas, con ilusiones, con sueños, con muchos sueños.
La cultura lo es todo. Un pueblo con cultura es un pueblo próspero, no nos engañemos. Y vosotros diréis, “la olla no se llena con cultura”. Pues claro que no se llena con cultura, pero con ella, y eso creo que nadie me lo discuta, se afrontan mejor los problemas.
Y es eso precisamente los que estos locos lunáticos, y me refiero a la Comisión Organizadora, tratan de inculcar en los bornichos.
¡Que para eso hace falta que nos demos patadas en el trasero y con la lengua afuera podamos llegar a todas y a cada una de las innumerables actuaciones que se celebran durante nuestra Semana cultural!
Pues adelante. No nos perdamos ni una.
Batería de imágenes de las Semanas – Música de FANFARRIAS
Quiero reconocer antes todas y todos los aquí presentes, que este pregón me ha traído de cabeza. Lo orientaba por un lado, y nada. Lo orientaba por otro, menos todavía.
La Semana se iba acercando y yo estaba a cero, no sabía por donde meterle mano.
Y fue Morfeo, X ( Morfeo - trueno) el dios de los sueños, el que me indicó el camino a seguir.
Por eso, os pido que tengáis un poco de complacencia conmigo, si en alguna que otra ocasión, escucháis alguna que otra barbaridad. No olvidéis nunca que no dejan de ser sueños, aunque los sueños, también hay que decirlo, están para hacerlos realidad.
Recuerdo que en uno de mis sueños, el primero de la noche, recien acostado, las centurias romanas procedentes desde Sevilla, o como bien diría mi gran amigo Juan el Parrito, Serva la Bari, Sevilla la Bella, se desplegaron por las llanuras que hoy conforman los cortijos de la Cordillera y Puertollano, con el fin de crear un asentamiento urbano en un lugar estratégico. Decidieron que el lugar más idóneo, desde donde divisaban todos los alrededores y desde donde podían repeler cualquier ataque, serían los altos de Carija.
Pero había un problema ¿Se podría edificar en esos terrenos?.
Fue entonces cuando el centurión jefe, en compañía de su lugarteniente, se dirigieron al pueblo de Bornos.
Una vez en Bornos, y tras tomarse un lingotazo de tinto con casera en la Venta Matías, comprobaron que, efectivamente, los terrenos tenían la catalogación de no urbanizables.
Pero dadas las intenciones de culturización por parte del pueblo romano, y los pingues beneficios que podían aportar al pueblo de Bornos, y en especial, al concejal de urbanismo, dichos terrenos fueron recalificados de inmediato.
Fue así como se fundó la villa de Carissa Aurelia, la cual llegó a ser en el siglo I a.C. una de las 27 ciudades que poseía el ius latii o Derecho Romano, que en resumidas cuentas, era un reconocimiento oficial por parte de Roma, con una serie de derechos y prebendas, entre las que se encontraba el derecho a poder acuñar monedas.
Fueron varios siglos los que Carissa Aurelia estuvo aportando grandes beneficios a nuestro pueblo, llegando incluso a aprobar un proyecto de construcción de un campo de golf, que por desgracia, y debido a la invasión de los vándalos, nunca pudo realizarse.
Sobresaltado por la invasión de los Vándalos y la destrucción de Carissa Aurelia, me desperté, volviendo a ser dueño de mis pensamientos, y con ello, recomencé a buscar una salida a mi pregón.
Y volví a pensar en el germen cultural que se estaba plantando en mi pueblo. Llegué a ilusionarme. Saltaronseme las lágrimas, todo emocionado, al ver como las manifestaciones culturales no se limitaban sólo y exclusivamente a la última semana de mayo. Todo el año de conferencias, teatros callejeros, actuaciones musicales, talleres,….manifestaciones culturales que lo único que hacían eran agrandar la personalidad individual del bornicho.
Y nuevamente, en la oscuridad de mi dormitorio, Morfeo X ( Morfeo - trueno) me acurrucó entre sus brazos y, con un leve vaivén semejante al que se le imprime a las cunas de los infantes, comencé otra vez a soñar.
Fue entonces, cuando, nuevamente sin el control de mi pensamiento, vi al último rey visigodo, Don Rodrigo, al frente de sus mermadas tropas y procedente de su lucha con los Vascones en el norte de España, como paraba en seco su caballo en la Alcantarilla. Sin bajarse de él, se dirigió al kiosco de la Calvaria y le dijo:
- ¿Es usted Frasquita la Calvaria?.
- Si señor, yo soy –le contestó Frasquita- si viene usted preguntando por el coche Sevilla, le digo que acaba de salir ahora mismito. ¿No se ha cruzado usted con él?
- No, no preguntaba por el coche Sevilla. Me han dicho que usted mejor que nadie, me podría indicar dónde acampan las tropas musulmanas de Tariq.
- Yo el sitio exacto no se lo puedo decir –dijo Frasquita-, pero esta mañana estuvo aquí Luis Vega, el hermano de Antoñito Vega, y me dijo que se había enterao que, siguiendo el río alante, hay muchos moros acampaos. ¿Sabe usted llegar hasta el río?
- Pues no, señora, no lo sé, respondió Don Rodrigo.
- Pues siga usté palante, palante, to derecho, hasta que llegue a los Sauces, allí baja usté una cuesta que hay, y ya está en el río.
- Muchas gracias, señora.
A lo que le contestó Frasquita
- ¿No va a querer usté el Marca o el Diario?
- No, no, gracias, señora.
- ¿Ni un paquetito de Winston?, lo tengo americano, auténtico de la Base.
- No, no quiero nada; bastante tengo con lo que me espera. Adiós, señora. Muchas gracias.
- Vaya usté con Dios.
PELÍCULA Y ROMANCE DON RODRIGO
Y en un abrir y cerrar de ojos, con el ruido de las espadas visigodas y de las cimitarras musulmanas, todas ellas embadurnadas en carmesí. Morfeo X ( Morfeo) declinó en seguir con su dulce mecer, encontrándome ahora, sentado en la cama, todo sudoroso y viendo en el reloj digital de mi mesita de noche, que todavía quedaban algunas horas para que sonase el despertador.
Me costó mucho encontrar nuevamente al hermano de Fantaso, Morfeo, X ( Morfeo - trueno) , y mientras que no di con él, mi cabeza recomenzó a dar vueltas.
Y nuevamente me emocioné; me entraron escalofríos y cosquilleos procedentes del bajo estómago, como cuando uno es sorprendido por la sonrisa de la persona amada.
Éste es el Bornos que yo quería. Sus habitantes eran inquietos, luchadores, altruistas. Seguían siendo pazantes, pero era otro aire el que se respiraba. Ya desde el ayuntamiento o desde asociaciones sin ánimo de lucro, las actividades culturales inundaban rincones, salones y plazas del pueblo.
En aquella calle una gran biblioteca pública, en aquella otra, por fin, ya tenemos un teatro, y allí abajo, a la luz de la luna, en plena lucha con la Sierra de San Cristóbal para no dejar de reflejarse en su espejo favorito que constituye nuestro lago, los alumnos y alumnas del club de vela bornense, surcan por tercera vez en la noche, el triángulo marcado por su entrenador. Es tiempo de máximo trabajo. La semana que viene tienen campeonato de España.
Lo último que recuerdo, son las estelas de los pequeños veleros a la luz de la luna combatiente.
El mundo onírico, el mundo de los sueños, se apodera nuevamente de mi persona. No controlo, sólo sueño.
Y fue entonces, en ese sueño, cuando veo, procedente desde Sevilla, como un caballero a lomos de su corcel, se dirige por la verea de las Torres Alocaz, empalmando con el Morisco, Puertollano y Carija. Ya divisa el pueblo. Ya divisa Bornos.
Tiene instrucciones precisas del rey Sabio, Alfonso X, el poeta, el mal político, pero el más culto de todos los reyes medievales castellanos: “debes traer a la Corte al poeta de Bornos”.
Tras pasar el caballero por una increíble rotonda donde no pudo interpretar el significado del vocablo “BO”, entra en el pueblo y se mete entre pecho y espalda, un forraje y una cruzcampo en lo de Rafael del Tabanco. Allí pregunta por don José Girón Soto, Pepito el de Elisa, siendo el bueno de Vicente, el que le indica que lo encontrará en la zapatería de Baudín, calle arriba, a la izquierda, antes de llegar a una esquina.
Saboreando todavía un trozo de atún con mayonesa, y siguiendo las indicaciones dadas por Vicente, encaró la zapatería.
- ¿Es usted Pepito el de Elisa? –le dijo-.
- El mismo que viste y calza. ¿Quién es usted y qué desea, señor?
- De orden del rey Sabio, deberá de acompañarme hasta la Corte.
- ¿Y con qué motivo me reclama nuestro rey?
- Le informo que nuestro rey Sabio está reuniendo a los más ilustres, ingeniosos y creativos poetas y escritores de nuestro reino para hacer la mayor obra cultural vista nunca por ojo humano, y vos estáis entre los elegidos.
Tras un largo silencio, y señalando al marco de la puerta, acertó a decir Pepito
- Señor, ¿ve usted esas dos moscas?
- Sí, ¿y qué? – respondió el altivo caballero-.
- Son felices. Y lo son porque son libres. Si las saca usted de aquí, dejarán de serlo. Pues lo mismo me pasaría a mí, señor. Dígale usted al rey Sabio, que no saldré nunca de Bornos. Yo lo único que puedo hacer es, si le interesan a nuestro rey mis letrillas, mandárselas todos los lunes por la mañana hasta Sevilla, con el camión de Cristóbal el Coscalo, el cosario.
CHIRIGOTA Y FOTOS DE PEPITO EL DE ELISA
El fuerte puntapié que el colérico caballero arreó a un enjambre de zapatos, pendientes de tapas y medias suelas, volvió a sobresaltarme.
Nuevamente despierto. No me acordaba en lo más mínimo del rostro del irritado caballero, portador del mandato real. Ahora bien, de la cara de don José Girón Soto, nuestro poeta, sentado en el patio de su casa, en la calle Pastelería, frente al bar de Juan Girón, esa cara, esa cara no se borrará de mi mente.
Su aspecto enjuto, alcayatado, observador y atento a todo lo que se moviese en libertad a su alrededor, nunca se me olvidará.
Personas como él son las que quiero para mi pueblo. Amante de la libertad, inquieto, inconformista, culto y autodidacta. Personas, con una sensibilidad tal, que se ensimismen con el aletear de una mariposa, con el trinar del jilguero bebiendo en el abrevadero, con el zumbido de las moscas a la hora del apareamiento.
Quiero un pueblo en el que los bornichos pongamos en práctica, aquel slogan de los años 70 y que decía de que “el sueño es la realidad; sólo debemos de tener el coraje de atrevernos de llevarlo a la práctica”.
Porque de nada nos vale el no cansarnos de decir que Bornos es bonito, con unas vistas inigualables, con unas noches de luna sublimes, con un lago paradisíaco, con unos jardines tan maravillosos que hasta las parejas de recién casados buscan sus idílicos rincones para hacerse su álbum de foto, que en ocasiones, nos volvemos más pedantes que las comparsas gaditanas cuando le cantan a Cádiz.
No caigamos una y otra vez en chovinismos extremos, que lo único que hacen es ponernos un velo delante de nuestros ojos, impidiéndonos que veamos más allá de la curva del Calvario.
El horizonte ahora es más amplio. Todo lo tenemos al alcance de la mano. Internet, telefonía móvil, videoconferencias, uno o dos coches en cada casa.
¡Igual que antes! Igual que antes!
Para muestra, un botón.
La primera vez que vi la playa, fue cuando estuve en compañía de los Gonzalo, Núñez, Caro, Rafael y Francisco Galán, los hermanos Navas, Manolo Vega, mi amigo José Mª Rámirez, Manolo Baizán, entre otros muchos, en un campamento en Chipiona.
Y ya está. Ahí se quedó la cosa. No volví a ver la playa, hasta que me fui a estudiar a Cádiz, 6 ó 7 años después.
Ahora sí, suplíamos esas playas, tan al alcance de la mano en estos días, por la playita o la piedrecita en nuestro pantano.
Recuerdo cuando, un día de primavera, antes de que entrasen los calores insufribles de nuestro verano, decidiendo hacer rabonas a la clase de latín de don Domingo Sierra, nos fuimos a darnos un chapuzón por la zona del embarcadero.
Me acompañaban Pepito Camas, mi cuñado Francisco José y la persona a la que, después que mi madre me pariese, le debo la vida. Esa persona es don Juan Jiménez Jiménez, quien me salvó cuando me hundía irremisiblemente en lo que para mí eran en aquellos dramáticos momentos, las profundidades más oscuras y abismales que pudieran existir. Gracias, J, J, J.
Pero el calorcito de las sábanas de invierno, hicieron que dejase de pensar, justo en el preciso momento, en el que jugábamos un partido de fútbol en la playita, los negros contra los blancos, quedándome nuevamente dormido.
Y volví a soñar. Pero en este sueño no lo hice con don Rodrigo o con el rey Sabio, ni con Frasquita o Pepito el de Elisa.
De golpe y porrazo vi como firmaban en las Cortes de Cádiz, la Constitución de 1812, conocida popularmente como la Pepa. La primera Constitución española.
El artículo 366 de esa primera Constitución española decía textualmente: “En todos los pueblos de la monarquía se establecerán escuelas de primeras letras, en las que se enseñará a los niños a leer, escribir y contar, y el catecismo de la religión católica, que comprenderá también una breve exposición de las obligaciones civiles”.
Artículo importantísimo para la educación, alfabetización y culturización del maltrecho pueblo español de aquella época.
Pero lo que no sabían el resto de los españoles, era que, ese artículo tan de corte liberal, fue pensado, elaborado y redactado en el pueblo de Bornos. Precisamente fueron don Manuel García Jurado, don Manuel Mure y don Francisco Andrades, ayudados por sus alumnos don Domingo Sierra, don Jesús Sánchez, don Juan Sánchez y don José Herrera, los creadores del que para mí, fue uno de los artículos más vanguardistas y a la vez más necesarios, de la Constitución de 1812, la Pepa.
Que realmente no sé por qué le llaman la Pepa a nuestra 1ª Constitución, ya que aquí en Bornos, la única Pepa que conocemos es la furgoneta de Curro el de Aguaera.
Yo la única explicación que le veo es que fuese Curro, con su furgoneta, el que, en uno de sus pelotazos, llevase hasta las Cortes de Cádiz, el importantísimo artículo 366.
Fotografías de maestros, de Curro y de la Pepa - música Richard Cleidemann
Pero qué pena. El rey Borbón, Fernando VII, evitó que nuestra primera Constitución se pudiera desarrollar, acudiendo a la fuerza para hacerse nuevamente con el poder absoluto, cortando de raíz todo atisbo de libertad y culturización del pueblo español.
Mayor golpe no podía haber recibido. Un sueño tan placentero, se convirtió en la peor de las pesadillas. Vuelta a despertarme y vuelta a pensar en mi pueblo.
En mi último sueño descrito, transcurría la 2ª década del siglo XIX.
Coincidiendo en el tiempo, año arriba, año abajo, Bornos daba asilo entre sus calles a dos figuras del romanticismo español. Dos figuras antagónicas, que con su pluma, dijeron de Bornos cosas muy dispares.
¿Mintieron o dijeron la verdad sobre nuestro pueblo? ¿Exageraron o se valieron de su habilidad escritora, para plasmar en el papel, sus pensamientos o sus ideales políticos, que hubieran tenido el mismo corte de haberse encontrado en un lugar diferente a Bornos cuando redactaron sus escritos?
No lo sabemos y nunca creo que lo vayamos a saber. Pero lo que sí sabemos es que mientras una de esas figuras románticas, Frasquita Larrea, escribía de Bornos verdaderas maravillas, la otra, también romántica, Telesforo de Trueba y Cossío, redactaba unas cartas durante su estancia en nuestro pueblo, que ni se tratase de su peor enemigo.
Mientras Frasquita nos ensalzaba y nos subía a los altares, Telesforo, como por aquí se dice, nos dejaba a la altura del betún.
Os pongo un ejemplo.
Mientras que Frasquita Larrea nos decía textualmente de Bornos, “pero no sólo el aroma de las huertas, la bondad del clima o la limpieza de sus calles producen el interés por Bornos. También la inquietud de sus vecinos por conocer más de cerca su historia lejana o por hacer público a todos, la belleza de su tesoro natural, es uno de los más importantes factores que le caracterizan”, Telesforo, el santanderino, el montañés, nos decía textualmente en una de sus cartas bornesas, que así las llamó, “También me sorprende mucho la gran reputación que los andaluces han adquirido por sus agudezas y buen humor. Una de dos, o los tiempos han cambiado, o los borneses son de diferente especie que los demás andaluces, pues gente más tosca, más ceñuda, ni más tétrica, no creo exista sobre la faz de la tierra”.
Pero, ¿por qué vinieron estas dos personas tan letradas a nuestro pueblo?
Pues muy sencillo, vinieron expresamente a Bornos por la fama que tenían nuestras aguas, con efectos curativos y sanadores. No olvidemos que Bornos se encontraba, por el reconocimiento de sus aguas, entre los 31 balnearios de toda España que tenía asignado un médico.
DIAPOSITIVAS (AGUA) Y CAMARÓN - música "Como el agua"
Ya quedaba poco, algo más de una hora, para que el tintineo del despertador me indicase irremisiblemente que mi rutina diaria debía de comenzar. Si quería dormir algo, lo tenía que hacer ya.
Es por lo que Hypnos, dios del sueño, me acurrucó entre sus aterciopeladas alas blancas y pronto caí en el más profundo de los sueños. De inmediato, Hypnos me posó en los brazos de su hijo Morfeo x ( Morfeo - trueno) y nuevamente comencé a soñar.
Mi sueño en esta ocasión recreaba la caída de la dinastía borbónica, en la persona de Isabel II, hija de Fernando VII. Pero en ningún momento mi sueño se centró en el carácter político de la Revolución de 1868, la Gloriosa.
Mis sueños se centraron en los logros que traía consigo la mencionada Revolución.
Y lo primero que nos trajo la nueva realidad política y social del momento fue una nueva Constitución, la de 1869, y como uno de los artículos estrellas, se aprobaba la libertad de prensa, con todo lo que ello suponía.
Por primera vez en la historia del periodismo español, la prensa deja de ser partidista y estar al servicio de ésta o aquélla tendencia política. La prensa comienza a informar, a instruir, a entretener. En definitiva, a culturizar a los españoles.
Y también a dar motivos para inventar. Y digo lo de inventar, porque fue precisamente en Bornos, donde se llevó a cabo uno de los principales inventos para poder leer tranquilamente la prensa, sobre todo en los días de fuerte viento.
Como todos recordaréis, eran muchos los periódicos que salían de imprenta, con páginas a doble de ancho y sin ningún tipo de grapa central o sujeción, hecho éste que dificultaba, sobre todo en los días de fuerte viento, pasar de una página a otra.
Pues bien, fue don Andrés Núñez, en su bar de la Alcantarilla, enfrente del molino de aceite de Salinas y de los Amarillos, el que patentó el invento consistente en sujetar todas las hojas del periódico en su parte central, mediante dos tablas abrazando dichas hojas, y unidas por dos palometas.
Hasta entonces, en la ciudad de Cádiz había un dicho que decía, “eres más difícil que leer el diario un día de levante”. Tras el invento bornicho, el mencionado dicho dejó de usarse, y hoy en día, son pocos los gaditanos que lo conocen.
GENTE LEYENDO EL DIARIO, UNO DE ELLOS CON LAS MADERAS; FUERTE VIENTO Y MÚSICA DE VIENTO
( EFECTOS DE SONIDO-VIENTO).
Parece mentira que en tan corto espacio de tiempo que estuve dormido por última vez en la noche, tuviese tantos sueños, unos detrás de otros, que el contárselos todos nos llevaría hasta mañana.
Por eso, os voy a contar el último de ellos, que por más cercano en el tiempo, es del que mejor me acuerdo.
A mediados del siglo XX, ya en países como Inglaterra, Estados Unidos, Alemania o Francia, entre otros pocos, podían disfrutar de uno de los mayores, más productivo y más utilizado invento que ha dado la historia de la humanidad. Me refiero a la televisión; a la bien llamada Caja Tonta.
España, como casi siempre en los últimos siglos, iba a remolque del resto de los países occidentales.
Los emigrantes españoles en Francia, Alemania o Suiza, venían contando verdaderas maravillas de la caja tonta, llegando algunos de ellos, a traerse uno de los aparatejos esos, que al intentarlo poner en su mueble bar, quedaron como una figura más de las muchas e inservibles figuras decorativas que se ponen en dicho mueble. Aquí, en España, no se podían ver porque todavía no estaba instalada la red necesaria para ello.
Se hicieron por los años 50, año arriba año abajo, algunos intentos en ciudades como en Barcelona, Madrid, Bilbao o Zaragoza, pero con un corto radio de acción.
Y fue entonces cuando las dos casas de televisores más famosas del mundo, la Philips y la Marconi, con el fin de jartarse de vender aparatitos de esos, llevaron a cabo una experiencia piloto en España, y concretamente en el pueblo de Bornos.
Si la cosa salía bien, lo expandirían por todo el territorio nacional.
¡Y cómo si salió bien! Salió mejor de lo que se esperaban.
Mientras la casa Philips se inclinó por colocar una televisión en el barrio bajo, concretamente en lo de Alpiste, en los Corrales, la casa Marconi optó por el barrio alto, concretamente en lo de Juanito Simón.
Los más jóvenes no lo recordarán, pero en esas dos casas, previo pago de una “perra chica”, quiero recordar, nos juntábamos no sé cuántas personas, quedándose incluso gente en la calle.
Después de esa experiencia piloto, Philip y Marconi dieron el visto bueno para la emisión de programas en todo el país, y fue cuando se estableció la primera programación oficial de televisión en España.
Mientras, en Bornos, y debido a la gran cantidad de personas que se reunían en esas dos habitaciones, uno de nuestros letristas cantaba en el carnaval esta coplilla, que seguro que algunos de vosotros recordaréis:
Cantado por mí
Vaya pestazo,
que se formaban
Que palucema
No se ganaba.
Y con esta letrilla carnavalesca, acaba mi humilde, onírico y esperanzador pregón, esperando que no os haya aburrido.
Sólo una cosa para acabar.
Y es que, con el permiso de todos vosotros, quiero dedicarle este pregón a la persona que me ha enseñado todo lo que soy, siendo el espejo en el que me he mirado para ser por encima de todo, una buena persona. Yo no sé si lo he conseguido. Él sí lo consiguió con creces.
Y allí, desde el cielo, me estará viendo ahora, haciendo algún trato con su gran amigo don José Romero, Pepe el Puro.
Esa persona, es don Andrés Blanco Girón, Andrés el Blanquito, mi padre.
Y nada más. Bornichos y bornichas, recordando que los sueños están para hacerlos realidad, os deseo que tengáis una buena Semana Cultural y a emborracharse de cultura. Gracias.
Domingo Blanco
VOZ EN OFF: Y AHORA, CON TODOS VOSOTROS, VENIDO DESDE EL PAÍS DE LOS SUEÑOS, EL PREGONERO DE NUESTRA 5º SEMANA CULTURAL
Buenas noches paisanos, por fin llegó la última semana de mayo.
Sr. Alcalde, Comisión organizadora de la Semana, visitantes, y sobre todo, muy buenas noches amigos y queridos bornichos.
Un año mas, la última semana de mayo nos convoca a todos.
Somos llamados a emborracharnos de cultura, a recordar nuestras tradiciones, a recibir a nuestros familiares y amigos; en definitiva, a salir de la monotonía diaria, a base de un sinfín de actos y celebraciones, en los que cada uno de nosotros tenemos un hueco, llenándonos de ilusión, de alegría y de cultura.
Sí señoras y señores, ya vamos por la 5ª, y como bien dice nuestro refranero, “no hay 5º malo”.
Para los pazantes como yo, que de eso tengo una jartá y, que a buen seguro, aunque no se reconozca en muchos casos, en nuestro Bornos somos muchos y muchas, quiero compartir con todos vosotros el origen de esta expresión, que se debe en parte al mundo de la tauromaquia. Pues según dicen, el ganadero, seleccionaba personalmente el toro que debía ser lidiado en 5º lugar, seleccionando, claro está, el mejor de su manada.
Pues sí, ¿quién iba a decir allá por los albores del 2006, que este grupo de locos y lunáticos tendría ganas y fuerzas para lidiar una 5ª semana? ¿Cuántos serían los que comentasen, a escondidas, claro está, de que este intento en pos de fomentar todo lo que huela a cultura, duraría menos que un caramelo en la puerta de un colegio?
Pues nada, a esos agoreros, que no fueron pocos, decirles que aquí estamos.
Y quiero aprovechar este momento, para decir que es para mí un honor el estar esta noche aquí con todos vosotros, en mi pueblo, con mis paisanos y paisanas. Y un orgullo, el que hayáis pensado en este humilde “juntaletras”, para que sea vuestro pregonero en esta Semana Cultural. Por ello, mi agradecimiento a la Comisión organizadora, por esta gran deferencia, y a todos vosotros por vuestra presencia en el acto de esta noche.
Pienso que este gran honor, no soñaba merecerlo, porque eso me honra como bornicho que soy, porque me permite compartir con vosotros estos momentos de alegría; y sobre todo, porque me obliga a recordar mi niñez y juventud, cuando vivía en las Casitas Nuevas; aunque dicha la verdad, yo no he dejado nunca de pisar nuestras calles,
Bien es cierto, que llegados a cierta edad, todos nos alimentamos más, del pasado que del presente, y la mirada se nos vuelve sin querer a los recuerdos, que son como las arrugas o surcos del alma.
Cuando a finales del mes pasado, fui invitado por la Comisión organizadora para hacer este año el pregón de la Semana Cultural, sentí una emoción intensa y no sabía si aceptar o rechazar tan amable invitación; no sabía si iba a saber estar a la altura de las circunstancias. Pero dos días después de recibir la invitación, y después de pensármelo mucho, me dije, “Domingo, tú sientes Bornos, lo llevas en la sangre, te duele cuando algo va mal y te alegras cuando son bonitas las cosas que ocurren en tu pueblo. Las ganas, el empeño y el amor con que te vas a enfrentar al papel y al bolígrafo, están garantizado, así que, adelante. Y aquí estoy”
Y quiero hacer una confesión, cuando me llamaron para hacer el pregón, mi primer recuerdo fue para Julio el pregonero. Tengo de él un recuerdo entrañable. Para mí era una persona con una función importantísima. Anunciadora de todos los acontecimientos que sucedían. En ocasiones era el camión del pescado, otras el anuncio del cine, a veces anunciando cualquier pérdida en la que se incluía la recompensa, caso de encontrarse lo perdido, las más de las veces, una ordenanza municipal.
Trompeta
“de orden del Señor alcalde, se hace saber……… que con este pregón comienza la V Semana Cultural de Bornos”
Inolvidable su recuerdo.
Bornos ha sido para mí, para mi mujer y mis hijos, tierra generosa, hospitalaria y cordial y, nos sentimos orgullosos de formar parte de este pueblo. Para nosotros, Bornos ha sido y seguirá siendo nuestro pueblo. No en vano, además de contraer matrimonio y bautizar a mis dos hijos en la iglesia de Santo Domingo de Guzmán, una parte importante de nuestras vidas ha transcurrido con vosotros en estas calles, plazas y campo que son un remanso de paz en la presierra gaditana; y más importante, en ella descansan nuestros antepasados, vecinos y amigos que nos dejaron. Por eso, quiero que mis palabras sean también un recuerdo y un homenaje de reconocimiento a todos ellos.
Hoy me siento como en mi propia casa; pero tan emocionado, que ruego perdonéis los errores que pueda cometer al esbozar en el pregón, mis recuerdos y vivencias en este querido pueblo, que siempre llevaré en el corazón y que, de verdad, sale de lo más profundo de él.
Un pregón en el que hablaré del pasado de nuestro pueblo, que por cierto, ya bastante han hablado, bien o mal, pero han hablado. El pasado, nunca hay que olvidarlo, pasado es. Si fue bueno, que nos enseñe el camino a seguir. Si por el contrario, no lo fue, que nos enseñe que senda no deberemos tomar.
Hablaré también del presente; de un presente que ponga la simiente, que por cierto, ya lleva unos años germinando, para que de este rincón olvidado, se hable en un futuro no muy lejano; pero que se hable bien.
Comprobaréis que hablaré de un presente con deseos, con esperanzas, con ilusiones, con sueños, con muchos sueños.
La cultura lo es todo. Un pueblo con cultura es un pueblo próspero, no nos engañemos. Y vosotros diréis, “la olla no se llena con cultura”. Pues claro que no se llena con cultura, pero con ella, y eso creo que nadie me lo discuta, se afrontan mejor los problemas.
Y es eso precisamente los que estos locos lunáticos, y me refiero a la Comisión Organizadora, tratan de inculcar en los bornichos.
¡Que para eso hace falta que nos demos patadas en el trasero y con la lengua afuera podamos llegar a todas y a cada una de las innumerables actuaciones que se celebran durante nuestra Semana cultural!
Pues adelante. No nos perdamos ni una.
Batería de imágenes de las Semanas – Música de FANFARRIAS
Quiero reconocer antes todas y todos los aquí presentes, que este pregón me ha traído de cabeza. Lo orientaba por un lado, y nada. Lo orientaba por otro, menos todavía.
La Semana se iba acercando y yo estaba a cero, no sabía por donde meterle mano.
Y fue Morfeo, X ( Morfeo - trueno) el dios de los sueños, el que me indicó el camino a seguir.
Por eso, os pido que tengáis un poco de complacencia conmigo, si en alguna que otra ocasión, escucháis alguna que otra barbaridad. No olvidéis nunca que no dejan de ser sueños, aunque los sueños, también hay que decirlo, están para hacerlos realidad.
Recuerdo que en uno de mis sueños, el primero de la noche, recien acostado, las centurias romanas procedentes desde Sevilla, o como bien diría mi gran amigo Juan el Parrito, Serva la Bari, Sevilla la Bella, se desplegaron por las llanuras que hoy conforman los cortijos de la Cordillera y Puertollano, con el fin de crear un asentamiento urbano en un lugar estratégico. Decidieron que el lugar más idóneo, desde donde divisaban todos los alrededores y desde donde podían repeler cualquier ataque, serían los altos de Carija.
Pero había un problema ¿Se podría edificar en esos terrenos?.
Fue entonces cuando el centurión jefe, en compañía de su lugarteniente, se dirigieron al pueblo de Bornos.
Una vez en Bornos, y tras tomarse un lingotazo de tinto con casera en la Venta Matías, comprobaron que, efectivamente, los terrenos tenían la catalogación de no urbanizables.
Pero dadas las intenciones de culturización por parte del pueblo romano, y los pingues beneficios que podían aportar al pueblo de Bornos, y en especial, al concejal de urbanismo, dichos terrenos fueron recalificados de inmediato.
Fue así como se fundó la villa de Carissa Aurelia, la cual llegó a ser en el siglo I a.C. una de las 27 ciudades que poseía el ius latii o Derecho Romano, que en resumidas cuentas, era un reconocimiento oficial por parte de Roma, con una serie de derechos y prebendas, entre las que se encontraba el derecho a poder acuñar monedas.
Fueron varios siglos los que Carissa Aurelia estuvo aportando grandes beneficios a nuestro pueblo, llegando incluso a aprobar un proyecto de construcción de un campo de golf, que por desgracia, y debido a la invasión de los vándalos, nunca pudo realizarse.
Sobresaltado por la invasión de los Vándalos y la destrucción de Carissa Aurelia, me desperté, volviendo a ser dueño de mis pensamientos, y con ello, recomencé a buscar una salida a mi pregón.
Y volví a pensar en el germen cultural que se estaba plantando en mi pueblo. Llegué a ilusionarme. Saltaronseme las lágrimas, todo emocionado, al ver como las manifestaciones culturales no se limitaban sólo y exclusivamente a la última semana de mayo. Todo el año de conferencias, teatros callejeros, actuaciones musicales, talleres,….manifestaciones culturales que lo único que hacían eran agrandar la personalidad individual del bornicho.
Y nuevamente, en la oscuridad de mi dormitorio, Morfeo X ( Morfeo - trueno) me acurrucó entre sus brazos y, con un leve vaivén semejante al que se le imprime a las cunas de los infantes, comencé otra vez a soñar.
Fue entonces, cuando, nuevamente sin el control de mi pensamiento, vi al último rey visigodo, Don Rodrigo, al frente de sus mermadas tropas y procedente de su lucha con los Vascones en el norte de España, como paraba en seco su caballo en la Alcantarilla. Sin bajarse de él, se dirigió al kiosco de la Calvaria y le dijo:
- ¿Es usted Frasquita la Calvaria?.
- Si señor, yo soy –le contestó Frasquita- si viene usted preguntando por el coche Sevilla, le digo que acaba de salir ahora mismito. ¿No se ha cruzado usted con él?
- No, no preguntaba por el coche Sevilla. Me han dicho que usted mejor que nadie, me podría indicar dónde acampan las tropas musulmanas de Tariq.
- Yo el sitio exacto no se lo puedo decir –dijo Frasquita-, pero esta mañana estuvo aquí Luis Vega, el hermano de Antoñito Vega, y me dijo que se había enterao que, siguiendo el río alante, hay muchos moros acampaos. ¿Sabe usted llegar hasta el río?
- Pues no, señora, no lo sé, respondió Don Rodrigo.
- Pues siga usté palante, palante, to derecho, hasta que llegue a los Sauces, allí baja usté una cuesta que hay, y ya está en el río.
- Muchas gracias, señora.
A lo que le contestó Frasquita
- ¿No va a querer usté el Marca o el Diario?
- No, no, gracias, señora.
- ¿Ni un paquetito de Winston?, lo tengo americano, auténtico de la Base.
- No, no quiero nada; bastante tengo con lo que me espera. Adiós, señora. Muchas gracias.
- Vaya usté con Dios.
PELÍCULA Y ROMANCE DON RODRIGO
Y en un abrir y cerrar de ojos, con el ruido de las espadas visigodas y de las cimitarras musulmanas, todas ellas embadurnadas en carmesí. Morfeo X ( Morfeo) declinó en seguir con su dulce mecer, encontrándome ahora, sentado en la cama, todo sudoroso y viendo en el reloj digital de mi mesita de noche, que todavía quedaban algunas horas para que sonase el despertador.
Me costó mucho encontrar nuevamente al hermano de Fantaso, Morfeo, X ( Morfeo - trueno) , y mientras que no di con él, mi cabeza recomenzó a dar vueltas.
Y nuevamente me emocioné; me entraron escalofríos y cosquilleos procedentes del bajo estómago, como cuando uno es sorprendido por la sonrisa de la persona amada.
Éste es el Bornos que yo quería. Sus habitantes eran inquietos, luchadores, altruistas. Seguían siendo pazantes, pero era otro aire el que se respiraba. Ya desde el ayuntamiento o desde asociaciones sin ánimo de lucro, las actividades culturales inundaban rincones, salones y plazas del pueblo.
En aquella calle una gran biblioteca pública, en aquella otra, por fin, ya tenemos un teatro, y allí abajo, a la luz de la luna, en plena lucha con la Sierra de San Cristóbal para no dejar de reflejarse en su espejo favorito que constituye nuestro lago, los alumnos y alumnas del club de vela bornense, surcan por tercera vez en la noche, el triángulo marcado por su entrenador. Es tiempo de máximo trabajo. La semana que viene tienen campeonato de España.
Lo último que recuerdo, son las estelas de los pequeños veleros a la luz de la luna combatiente.
El mundo onírico, el mundo de los sueños, se apodera nuevamente de mi persona. No controlo, sólo sueño.
Y fue entonces, en ese sueño, cuando veo, procedente desde Sevilla, como un caballero a lomos de su corcel, se dirige por la verea de las Torres Alocaz, empalmando con el Morisco, Puertollano y Carija. Ya divisa el pueblo. Ya divisa Bornos.
Tiene instrucciones precisas del rey Sabio, Alfonso X, el poeta, el mal político, pero el más culto de todos los reyes medievales castellanos: “debes traer a la Corte al poeta de Bornos”.
Tras pasar el caballero por una increíble rotonda donde no pudo interpretar el significado del vocablo “BO”, entra en el pueblo y se mete entre pecho y espalda, un forraje y una cruzcampo en lo de Rafael del Tabanco. Allí pregunta por don José Girón Soto, Pepito el de Elisa, siendo el bueno de Vicente, el que le indica que lo encontrará en la zapatería de Baudín, calle arriba, a la izquierda, antes de llegar a una esquina.
Saboreando todavía un trozo de atún con mayonesa, y siguiendo las indicaciones dadas por Vicente, encaró la zapatería.
- ¿Es usted Pepito el de Elisa? –le dijo-.
- El mismo que viste y calza. ¿Quién es usted y qué desea, señor?
- De orden del rey Sabio, deberá de acompañarme hasta la Corte.
- ¿Y con qué motivo me reclama nuestro rey?
- Le informo que nuestro rey Sabio está reuniendo a los más ilustres, ingeniosos y creativos poetas y escritores de nuestro reino para hacer la mayor obra cultural vista nunca por ojo humano, y vos estáis entre los elegidos.
Tras un largo silencio, y señalando al marco de la puerta, acertó a decir Pepito
- Señor, ¿ve usted esas dos moscas?
- Sí, ¿y qué? – respondió el altivo caballero-.
- Son felices. Y lo son porque son libres. Si las saca usted de aquí, dejarán de serlo. Pues lo mismo me pasaría a mí, señor. Dígale usted al rey Sabio, que no saldré nunca de Bornos. Yo lo único que puedo hacer es, si le interesan a nuestro rey mis letrillas, mandárselas todos los lunes por la mañana hasta Sevilla, con el camión de Cristóbal el Coscalo, el cosario.
CHIRIGOTA Y FOTOS DE PEPITO EL DE ELISA
El fuerte puntapié que el colérico caballero arreó a un enjambre de zapatos, pendientes de tapas y medias suelas, volvió a sobresaltarme.
Nuevamente despierto. No me acordaba en lo más mínimo del rostro del irritado caballero, portador del mandato real. Ahora bien, de la cara de don José Girón Soto, nuestro poeta, sentado en el patio de su casa, en la calle Pastelería, frente al bar de Juan Girón, esa cara, esa cara no se borrará de mi mente.
Su aspecto enjuto, alcayatado, observador y atento a todo lo que se moviese en libertad a su alrededor, nunca se me olvidará.
Personas como él son las que quiero para mi pueblo. Amante de la libertad, inquieto, inconformista, culto y autodidacta. Personas, con una sensibilidad tal, que se ensimismen con el aletear de una mariposa, con el trinar del jilguero bebiendo en el abrevadero, con el zumbido de las moscas a la hora del apareamiento.
Quiero un pueblo en el que los bornichos pongamos en práctica, aquel slogan de los años 70 y que decía de que “el sueño es la realidad; sólo debemos de tener el coraje de atrevernos de llevarlo a la práctica”.
Porque de nada nos vale el no cansarnos de decir que Bornos es bonito, con unas vistas inigualables, con unas noches de luna sublimes, con un lago paradisíaco, con unos jardines tan maravillosos que hasta las parejas de recién casados buscan sus idílicos rincones para hacerse su álbum de foto, que en ocasiones, nos volvemos más pedantes que las comparsas gaditanas cuando le cantan a Cádiz.
No caigamos una y otra vez en chovinismos extremos, que lo único que hacen es ponernos un velo delante de nuestros ojos, impidiéndonos que veamos más allá de la curva del Calvario.
El horizonte ahora es más amplio. Todo lo tenemos al alcance de la mano. Internet, telefonía móvil, videoconferencias, uno o dos coches en cada casa.
¡Igual que antes! Igual que antes!
Para muestra, un botón.
La primera vez que vi la playa, fue cuando estuve en compañía de los Gonzalo, Núñez, Caro, Rafael y Francisco Galán, los hermanos Navas, Manolo Vega, mi amigo José Mª Rámirez, Manolo Baizán, entre otros muchos, en un campamento en Chipiona.
Y ya está. Ahí se quedó la cosa. No volví a ver la playa, hasta que me fui a estudiar a Cádiz, 6 ó 7 años después.
Ahora sí, suplíamos esas playas, tan al alcance de la mano en estos días, por la playita o la piedrecita en nuestro pantano.
Recuerdo cuando, un día de primavera, antes de que entrasen los calores insufribles de nuestro verano, decidiendo hacer rabonas a la clase de latín de don Domingo Sierra, nos fuimos a darnos un chapuzón por la zona del embarcadero.
Me acompañaban Pepito Camas, mi cuñado Francisco José y la persona a la que, después que mi madre me pariese, le debo la vida. Esa persona es don Juan Jiménez Jiménez, quien me salvó cuando me hundía irremisiblemente en lo que para mí eran en aquellos dramáticos momentos, las profundidades más oscuras y abismales que pudieran existir. Gracias, J, J, J.
Pero el calorcito de las sábanas de invierno, hicieron que dejase de pensar, justo en el preciso momento, en el que jugábamos un partido de fútbol en la playita, los negros contra los blancos, quedándome nuevamente dormido.
Y volví a soñar. Pero en este sueño no lo hice con don Rodrigo o con el rey Sabio, ni con Frasquita o Pepito el de Elisa.
De golpe y porrazo vi como firmaban en las Cortes de Cádiz, la Constitución de 1812, conocida popularmente como la Pepa. La primera Constitución española.
El artículo 366 de esa primera Constitución española decía textualmente: “En todos los pueblos de la monarquía se establecerán escuelas de primeras letras, en las que se enseñará a los niños a leer, escribir y contar, y el catecismo de la religión católica, que comprenderá también una breve exposición de las obligaciones civiles”.
Artículo importantísimo para la educación, alfabetización y culturización del maltrecho pueblo español de aquella época.
Pero lo que no sabían el resto de los españoles, era que, ese artículo tan de corte liberal, fue pensado, elaborado y redactado en el pueblo de Bornos. Precisamente fueron don Manuel García Jurado, don Manuel Mure y don Francisco Andrades, ayudados por sus alumnos don Domingo Sierra, don Jesús Sánchez, don Juan Sánchez y don José Herrera, los creadores del que para mí, fue uno de los artículos más vanguardistas y a la vez más necesarios, de la Constitución de 1812, la Pepa.
Que realmente no sé por qué le llaman la Pepa a nuestra 1ª Constitución, ya que aquí en Bornos, la única Pepa que conocemos es la furgoneta de Curro el de Aguaera.
Yo la única explicación que le veo es que fuese Curro, con su furgoneta, el que, en uno de sus pelotazos, llevase hasta las Cortes de Cádiz, el importantísimo artículo 366.
Fotografías de maestros, de Curro y de la Pepa - música Richard Cleidemann
Pero qué pena. El rey Borbón, Fernando VII, evitó que nuestra primera Constitución se pudiera desarrollar, acudiendo a la fuerza para hacerse nuevamente con el poder absoluto, cortando de raíz todo atisbo de libertad y culturización del pueblo español.
Mayor golpe no podía haber recibido. Un sueño tan placentero, se convirtió en la peor de las pesadillas. Vuelta a despertarme y vuelta a pensar en mi pueblo.
En mi último sueño descrito, transcurría la 2ª década del siglo XIX.
Coincidiendo en el tiempo, año arriba, año abajo, Bornos daba asilo entre sus calles a dos figuras del romanticismo español. Dos figuras antagónicas, que con su pluma, dijeron de Bornos cosas muy dispares.
¿Mintieron o dijeron la verdad sobre nuestro pueblo? ¿Exageraron o se valieron de su habilidad escritora, para plasmar en el papel, sus pensamientos o sus ideales políticos, que hubieran tenido el mismo corte de haberse encontrado en un lugar diferente a Bornos cuando redactaron sus escritos?
No lo sabemos y nunca creo que lo vayamos a saber. Pero lo que sí sabemos es que mientras una de esas figuras románticas, Frasquita Larrea, escribía de Bornos verdaderas maravillas, la otra, también romántica, Telesforo de Trueba y Cossío, redactaba unas cartas durante su estancia en nuestro pueblo, que ni se tratase de su peor enemigo.
Mientras Frasquita nos ensalzaba y nos subía a los altares, Telesforo, como por aquí se dice, nos dejaba a la altura del betún.
Os pongo un ejemplo.
Mientras que Frasquita Larrea nos decía textualmente de Bornos, “pero no sólo el aroma de las huertas, la bondad del clima o la limpieza de sus calles producen el interés por Bornos. También la inquietud de sus vecinos por conocer más de cerca su historia lejana o por hacer público a todos, la belleza de su tesoro natural, es uno de los más importantes factores que le caracterizan”, Telesforo, el santanderino, el montañés, nos decía textualmente en una de sus cartas bornesas, que así las llamó, “También me sorprende mucho la gran reputación que los andaluces han adquirido por sus agudezas y buen humor. Una de dos, o los tiempos han cambiado, o los borneses son de diferente especie que los demás andaluces, pues gente más tosca, más ceñuda, ni más tétrica, no creo exista sobre la faz de la tierra”.
Pero, ¿por qué vinieron estas dos personas tan letradas a nuestro pueblo?
Pues muy sencillo, vinieron expresamente a Bornos por la fama que tenían nuestras aguas, con efectos curativos y sanadores. No olvidemos que Bornos se encontraba, por el reconocimiento de sus aguas, entre los 31 balnearios de toda España que tenía asignado un médico.
DIAPOSITIVAS (AGUA) Y CAMARÓN - música "Como el agua"
Ya quedaba poco, algo más de una hora, para que el tintineo del despertador me indicase irremisiblemente que mi rutina diaria debía de comenzar. Si quería dormir algo, lo tenía que hacer ya.
Es por lo que Hypnos, dios del sueño, me acurrucó entre sus aterciopeladas alas blancas y pronto caí en el más profundo de los sueños. De inmediato, Hypnos me posó en los brazos de su hijo Morfeo x ( Morfeo - trueno) y nuevamente comencé a soñar.
Mi sueño en esta ocasión recreaba la caída de la dinastía borbónica, en la persona de Isabel II, hija de Fernando VII. Pero en ningún momento mi sueño se centró en el carácter político de la Revolución de 1868, la Gloriosa.
Mis sueños se centraron en los logros que traía consigo la mencionada Revolución.
Y lo primero que nos trajo la nueva realidad política y social del momento fue una nueva Constitución, la de 1869, y como uno de los artículos estrellas, se aprobaba la libertad de prensa, con todo lo que ello suponía.
Por primera vez en la historia del periodismo español, la prensa deja de ser partidista y estar al servicio de ésta o aquélla tendencia política. La prensa comienza a informar, a instruir, a entretener. En definitiva, a culturizar a los españoles.
Y también a dar motivos para inventar. Y digo lo de inventar, porque fue precisamente en Bornos, donde se llevó a cabo uno de los principales inventos para poder leer tranquilamente la prensa, sobre todo en los días de fuerte viento.
Como todos recordaréis, eran muchos los periódicos que salían de imprenta, con páginas a doble de ancho y sin ningún tipo de grapa central o sujeción, hecho éste que dificultaba, sobre todo en los días de fuerte viento, pasar de una página a otra.
Pues bien, fue don Andrés Núñez, en su bar de la Alcantarilla, enfrente del molino de aceite de Salinas y de los Amarillos, el que patentó el invento consistente en sujetar todas las hojas del periódico en su parte central, mediante dos tablas abrazando dichas hojas, y unidas por dos palometas.
Hasta entonces, en la ciudad de Cádiz había un dicho que decía, “eres más difícil que leer el diario un día de levante”. Tras el invento bornicho, el mencionado dicho dejó de usarse, y hoy en día, son pocos los gaditanos que lo conocen.
GENTE LEYENDO EL DIARIO, UNO DE ELLOS CON LAS MADERAS; FUERTE VIENTO Y MÚSICA DE VIENTO
( EFECTOS DE SONIDO-VIENTO).
Parece mentira que en tan corto espacio de tiempo que estuve dormido por última vez en la noche, tuviese tantos sueños, unos detrás de otros, que el contárselos todos nos llevaría hasta mañana.
Por eso, os voy a contar el último de ellos, que por más cercano en el tiempo, es del que mejor me acuerdo.
A mediados del siglo XX, ya en países como Inglaterra, Estados Unidos, Alemania o Francia, entre otros pocos, podían disfrutar de uno de los mayores, más productivo y más utilizado invento que ha dado la historia de la humanidad. Me refiero a la televisión; a la bien llamada Caja Tonta.
España, como casi siempre en los últimos siglos, iba a remolque del resto de los países occidentales.
Los emigrantes españoles en Francia, Alemania o Suiza, venían contando verdaderas maravillas de la caja tonta, llegando algunos de ellos, a traerse uno de los aparatejos esos, que al intentarlo poner en su mueble bar, quedaron como una figura más de las muchas e inservibles figuras decorativas que se ponen en dicho mueble. Aquí, en España, no se podían ver porque todavía no estaba instalada la red necesaria para ello.
Se hicieron por los años 50, año arriba año abajo, algunos intentos en ciudades como en Barcelona, Madrid, Bilbao o Zaragoza, pero con un corto radio de acción.
Y fue entonces cuando las dos casas de televisores más famosas del mundo, la Philips y la Marconi, con el fin de jartarse de vender aparatitos de esos, llevaron a cabo una experiencia piloto en España, y concretamente en el pueblo de Bornos.
Si la cosa salía bien, lo expandirían por todo el territorio nacional.
¡Y cómo si salió bien! Salió mejor de lo que se esperaban.
Mientras la casa Philips se inclinó por colocar una televisión en el barrio bajo, concretamente en lo de Alpiste, en los Corrales, la casa Marconi optó por el barrio alto, concretamente en lo de Juanito Simón.
Los más jóvenes no lo recordarán, pero en esas dos casas, previo pago de una “perra chica”, quiero recordar, nos juntábamos no sé cuántas personas, quedándose incluso gente en la calle.
Después de esa experiencia piloto, Philip y Marconi dieron el visto bueno para la emisión de programas en todo el país, y fue cuando se estableció la primera programación oficial de televisión en España.
Mientras, en Bornos, y debido a la gran cantidad de personas que se reunían en esas dos habitaciones, uno de nuestros letristas cantaba en el carnaval esta coplilla, que seguro que algunos de vosotros recordaréis:
Cantado por mí
Vaya pestazo,
que se formaban
Que palucema
No se ganaba.
Y con esta letrilla carnavalesca, acaba mi humilde, onírico y esperanzador pregón, esperando que no os haya aburrido.
Sólo una cosa para acabar.
Y es que, con el permiso de todos vosotros, quiero dedicarle este pregón a la persona que me ha enseñado todo lo que soy, siendo el espejo en el que me he mirado para ser por encima de todo, una buena persona. Yo no sé si lo he conseguido. Él sí lo consiguió con creces.
Y allí, desde el cielo, me estará viendo ahora, haciendo algún trato con su gran amigo don José Romero, Pepe el Puro.
Esa persona, es don Andrés Blanco Girón, Andrés el Blanquito, mi padre.
Y nada más. Bornichos y bornichas, recordando que los sueños están para hacerlos realidad, os deseo que tengáis una buena Semana Cultural y a emborracharse de cultura. Gracias.
Domingo Blanco
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