miércoles, 16 de diciembre de 2015

LA ESPAÑOLIDAD DE LOS ESPAÑOLES.

Hace ahora algo más de cinco años, escribí el artículo que aparece a continuación. Hoy, sintiéndolo mucho, y después de la reacción de este maravilloso pueblo español ante la muerte de dos españoles en territorio español, admito que no hubiera escrito el artículo que continúa.

"ESPAAAAÑA, BIEN
ESPAAAAÑA, BIEN
ESPAAAAÑA, BIEN, BIEN, BIEN

A LA BIN ,
A LA BAN,
A LA BIN, BON, BAN
ESPAÑA,
ESPAÑA
Y NADIE MÁS
A LA BIN, BON, BAN.

Y vosotros diréis, ¿a qué viene esto ahora?. Pues os lo voy a explicar.
.
El otro día, concretamente el domingo por la mañana, sobre las nueve, cuando paseaba por la playa gaditana, concretamente a la altura del Restaurante El Chato, y saboreando todavía la pírrica victoria sobre Paraguay, me crucé con un Sueco y entablamos conversación.
.Entre preguntas sobre Cádiz, por parte del Sueco, de nombre Olof, y respuestas por mi parte, el amigo Olof, chapurreando el castellano me decía:
Es la primera vez que vengo a España, pero tengo que admitir que siempre ha sido un país que siempre me ha entusiasmado, hasta tal punto que he estudiado vuestra historia. También, y sin ningún profesor, he intentado aprender vuestro idioma, y aunque reconozco que no lo domino, ya me defiendo un poco.
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Y debo de reconocer que llevaba razón. Aunque cometía fallos a la hora de utilizar algunos tiempos verbales, el Joíoporculo Sueco se defendía bastante bien en nuestro idioma.
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Y proseguía el amigo Olof diciéndome que estaba muy sorprendido con nuestro país; y muy sorprendido agradablemente con dos detalles que le llamaron mucho la atención.
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El primero, cosa que él desconocía, ya que la imagen que tenía era totalmente distinta a la realidad, es “la españolidad de los españoles”. Y para decir esto se basaba, según me dijo, en las innumerables banderas españolas que pendían de los balcones y ventanas de las casas. Textualmente me decía: “yo haber tenido una idea equivocado de tu país, ya que yo creer que estaba muy dividido. Pero no. Ver en persona que estar orgullosos de ser españoles. Gran cantidad de banderas pueblan balcones y ventanas vecinos míos”.
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Y el segundo detalle que llamó la atención del dichoso Sueco sesentón, era que decía que los españoles éramos muy amantes de los animales.
Le pregunté el por qué de su apreciación, pues para nada estaba de acuerdo con él, ya que aunque hay muchas personas que tienen mascotas en su casa, a las que yo respeto, la mayoría de los españoles somos indiferentes a los animalitos. Y el Sueco, no sé si se hizo el sueco o es que no se entera de la película, y aunque haya estudiado la historia de España, lo más seguro es que faltara a dos o tres clases.
Y digo esto porque el amigo Olof respondió a mi pregunta textualmente lo siguiente: “Pues muy sencillo, amigo español, te he de decir que sois amantes de los animales porque, en todas las banderas de España que veo en los balcones y ventanas,
unas tienen un toro en el centro,
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otras un pequeño león,
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otras tienen un águila,
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otras tienen un caballo y un asno,…,
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¿comprender?.
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Por eso yo decir que los españoles ser amantes de los animales, ¿comprender?”
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Y entre historias, comentarios y opiniones, llegamos hasta la altura de mi casa, de donde me despedí del amigo Sueco.
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ESPAAAAÑA, BIEN
ESPAAAAÑA, BIEN
ESPAAAAÑA, BIEN, BIEN, BIEN
.
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A LA BIN ,
A LA BAN,
A LA BIN, BON, BAN
ESPAÑA,
ESPAÑA
Y NADIE MÁS
A LA BIN, BON, BAN"

jueves, 10 de diciembre de 2015

SEÑOR PLÁCIDO DOMINGO: MI HINCHAPELOTAS.

Madrileño, madridista y para mí, como buen gaditano y cadista, un hinchapelotas. Efectivamente, señor Domingo, don Plácido, eso es usted para mí; como dirían los uruguayyyos, es usted un hinchapelotas, o lo que es lo mismo, una persona que me molesta y que me fastidia.



Y usted, que hasta ayer me era simpático y agradable, después de sus palabritas en defensa del equipo de su alma en relación con su eliminación de la copa del Rey, tengo que decirle que se ha convertido en persona non grata para mí.
"No basta que la mujer del César sea honesta; también tiene que parecerlo"; pues eso mismo le digo yo a usted, señor Domingo. Usted, adalid de españolidad, referente de la marca España por todo el mundo, y sabedor de lo que significa su persona para todos los que se prestan de ser españoles, debería de saber reprimir sus tendencias “futboleras” cuando con ellas pueda herir los sentimientos de muchos aficionados españoles que, aunque no comparten el amor por ese equipo que hasta hace poco era símbolo de señorío, se consuelan con sufrir un fin de semana sí y otro también gritando ese grito de guerra de “ese cadi, oé”.
Usted precisamente no; usted mismamente no. Mejor hubiera quedado escondiendo sus sentimientos madridistas dentro de sus maravillosos pulmones y no haber salpicado con sus palabras la ilusión de una afición ajada ya por demasiados sufrimientos. Porque, con sus palabras, no sólo ha embadurnado aún más la imagen del equipo de su alma, embarrada ya los días anteriores por su presidente y el malfacer de su incompetente cohorte (a los hechos me remito), sino que ha querido ser cómplice de una campaña orquestada y dirigida para el triunfo de la injusticia o de la justicia del poderoso, abonando el terreno para perjudicar al débil, que en esta ocasión era el Cádiz de mis amores. Usted, precisamente no, señor Plácido. No esperaba que fuese usted el que menospreciara de esa manera al Cádiz y a Cádiz.

Así que, señor Plácido, sólo decirle que …..........., meviacallá.
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