viernes, 9 de diciembre de 2011
JUAN ANTONIO FACEBOOK.
Nadie me podrá discutir que las Nuevas Tecnologías han aportado a la sociedad actual una serie de ventajas y, por qué no decirlo también, una serie de privilegios, que ni por asomo podríamos haber imaginado no hace muchos años.
Y digo esto por lo que me sucedió en el día de ayer. En el día de ayer cumplí años; creo que cincuenta y dos. Pues bien, no veáis ustedes la cantidad de felicitaciones que recibí, bien vía telefónica bien vía internet.
Y me voy a centrar en las que recibí vía internet, concretamente por Facebook. Os cuento.
Comienzo diciendo que en la actualidad tengo en mi cuenta de Facebook, un número de 125 amigos o contactos, o lo que es lo mismo, el anuncio de mi cumpleaños le llegó a 125 personas. Pues bien, no creáis que recibí 125 felicitaciones. Nada de eso. Recibí 750 felicitaciones; con decirles a ustedes que en el día de ayer no hice otra cosa que cumplimentar dichas felicitaciones dándoles las gracias por acordarse de mí. Llegó un momento, y esto lo reconozco públicamente, en que ya no miraba ni quién era la persona que me felicitaba (fallo por mi parte, aprovechando este momento para pedirles disculpas a todas esas personas a las que le respondí sin saber a quién me dirigía).
Pues bien, como os iba diciendo, tal fue la magnitud de las felicitaciones que recibí, que, sin saber cómo consiguió mi teléfono, recibí una llamada de una persona que se identificó como Juan Antonio Facebook, que según él, era el creador de la famosa red social por la que tantas felicitaciones estaba recibiendo. En un primer momento no creí en nada a esa persona que se había puesto en contacto conmigo, pensando que era uno de esos amigos que se había acordado de mi cumple, y en vez de utilizar la red de Juan Antonio, decidió el darme una broma telefónica.
Pero no, me demostró que verdaderamente era Juan Antonio Facebook. Y me lo demostró porque desde donde se encontrase, manipuló mi cuenta a su antojo. Me hizo no sé cuántas preguntas, exigiéndome y ordenándome que hiciese todo lo posible y me pusiese en contacto con mis allegados y amigos para que dejasen de felicitarme, ya que tanta era la afluencia de felicitaciones, que el sistema o aplicación (no recuerdo ahora lo que me dijo) estaba a punto de caer por sobresaturación.
Yo, analfabeto en estas lides, le respondí que todo esto se me escapaba de las manos, por lo que sin más, y, creo que carente totalmente de educación, le corté el teléfono.
A eso de la media hora me volvió a llamar, esta vez con un talante más agradable, y habiendo cambiado totalmente su mensaje. Afloró su vena comercial, proponiéndome poner en mi perfil propaganda de Coca-cola y de la última película de Spielber, lo que me reportarían algunos euros.
No os lo vais a creer, pero me negué. Y me negué porque el muy m…. (perdón), me reconoció que las 750 felicitaciones que había recibido en mi página, eran tan solo una quinta parte de las que realmente había recibido, encontrándose el resto en cola de espera, pendientes a que él le diera a un botón.
Y os cuento todo esto por, si por un casual, el joío Juan Antonio anula mi cuenta de Facebook después de negarme a su propuesta, y no puedo contestar a las 3750 felicitaciones que me han llegado.
Por si acaso, quiero deciros que yo me encuentro felicísimo con tantas felicitaciones.
Domingo
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